Actitudes hacia el Cambio

Actitudes hacia el Cambio

Con el fin de capitalizar totalmente las fortalezas de su propio estilo de aprendizaje, usted también debe estar consciente de su orientación hacia el cambio. Mientras el ambiente en el que operan los directivos continúe volviéndose más caótico, más temporal, más complejo y más sobrecargado de información, su capacidad de procesar información estará al menos en parte restringida por su actitud fundamental acerca del cambio.

Casi nadie está en desacuerdo con el pronóstico de que el cambio se incrementará en el futuro, tanto en ritmo como en alcance. El reto de estudiantes y directivos al inicio del siglo XXI es prepararse para un mundo que no puede ser pronosticado según las experiencias del pasado. Esta condición, de acuerdo a Peter Drucker (padre de la administración moderna), ocurre con una frecuencia no mayor a 200 ó 300 años.

Las últimas veces que se encontraron dichas condiciones fueron al inicio del Renacimiento y en el transcurso de la Revolución Industrial. El mundo cambió dramática e impredeciblemente. Los patrones del pasado no podían utilizarse para pronosticar las tendencias del futuro. Ocurrieron cambios dramáticos, transformacionales.

En forma similar, los graduados de las escuelas de dirección encontrarán en las décadas siguientes un ambiente distinto a cualquier otro que se haya experimentado anteriormente. Tanto la vida media del conocimiento como la cantidad de conocimiento disponible para las personas están cambiando a velocidades increíbles. Aún la vida media de la mayoría de las tecnologías de información es ahora menor a un año. (Considere qué tan actual es su computadora, sin importar hace cuánto la adquirió). Por ejemplo, se estima que en una década, las computadoras personales se volverán anacrónicas ya que el grabado en moléculas reemplazará el grabado en silicón. Se pronostica que se implantarán computadoras tan pequeñas como la cabeza de un lápiz en el cuerpo para controlar el ritmo cardiaco o en los lentes para mostrar el nombre de cada persona con la que te cruces en la calle.

Las personas que leen el Wall Street Journal, el New York Times o el Herald Tribune ahora están expuestas a más información en un día que una persona en el siglo XVIII en toda su vida. Gran parte de la población mundial nunca ha conocido un mundo sin computadoras, control remoto, canales de televisión ilimitados y transmisión vía satélite, aunque el grupo de población que está creciendo con más rapidez y que controla la mayor parte de la riqueza de la sociedad es mayor a los 60 años y apenas se ha enfrentado a la revolución de la información en la segunda mitad de su vida.

En forma alarmante, una gran mayoría de la población mundial sólo puede soñar con tener acceso a la tecnología de información actual, e incluso una mayoría de la población estadounidense no puede pagar una computadora. Por lo tanto, enfrentamos un peligro real de perpetuar un apartheid tecnológico tanto en Estados Unidos como en todo el mundo. En las organizaciones de negocios, ningún directivo al inicio del siglo XXI presumiría de ser estable, constante o de mantener el status quo. Incluso ahora, la estabilidad se interpreta más como un estancamiento que como un equilibrio y las empresas que no están en el negocio de la gran transformación y revolución generalmente son vistas como recalcitrantes.

La atemorizante incertidumbre que siempre ha acompañado a los grandes cambios ahora es superada por el temor a permanecer igual. Todo esto es para decir que el ambiente del siglo XXI estará caracterizado por turbulencias, cambios gigantes, decisiones rápidas y caos. Nadie tendrá tiempo de leer y analizar un caso de estudio. El comercio electrónico ha cambiado las reglas del juego. Ahora es posible que en 24 horas surjan en Internet competidores en casi cualquier negocio. Nadie puede pronosticar ya el ambiente competitivo.

Los clientes ya no están geográficamente limitados, y los estándares para darles servicio han cambiado completamente. La carrera contra el tiempo por el mercado y la competencia han empezado a dominar las ventajas competitivas tradicionales aprendidas en las escuelas de negocios. La toma de decisiones rápidas, en su mayoría sin el beneficio de contar con una información adecuada y un análisis cuidadoso, se está volviendo la norma. En el centro de este caótico ritmo de cambio (lo que muchos llaman agua blanca permanente) estar consciente de su propia orientación hacia el cambio, es un importante requisito previo para manejarlo con éxito.

FUENTE: DESARROLLO DE HABILIDADES DIRECTIVAS, 6TA EDICION

David Whetten and Kim Cameron

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