Adiós, Lucía.

Adiós, Lucía.

¡Qué mal nos caímos en un primer momento! Lucía me pareció una persona arrogante y una profesora tirana. Yo no había pasado mucho por su clase de Reporterismo, porque estaba en China, y fue inflexible en sus exigencias. Pero, poco a poco, comenzamos a entendernos. Descubrimos que estábamos en la misma onda, que chocábamos por elementos comunes de nuestro carácter, y comenzó a regalarme alguna sonrisa entre regañina y regañina.

Unos meses más tarde, entendí que Lucía iba a ser la profesora de la que más aprendería en toda la carrera de Periodismo. Precisamente, porque en los trabajos que pedía nos imponía unas reglas similares a las que luego íbamos a encontrar en el mundo laboral. Porque nos exigía salir a la calle, patear en busca de fuentes propias, y redactar sin faltas de ortografía -su gran lucha- y con cariño, no como si fuese un teletipo.

Para aprobar había que entregar una serie de reportajes sobre un tema concreto a lo largo del cuatrimestre. Yo le propuse que el tema fuese Asia. Ella me dijo que escribiese sobre salud. Escribí sobre salud en Asia.

Lucía me calificó con una matrícula de honor. Pero lo importante es que se convirtió en buena amiga. Tanto que en la ceremonia de graduación subió ella al estrado para ponerme personalmente la beca y darme un abrazo.

En los siguientes años, Lucía se convirtió en uno de los pilares de un heterogéneo grupo de amigos en el que se encontraba otra de sus estudiantes, June Fernández, con la que acabó fundando Píkara Magazine. Porque la mente de Lucía era una fábrica de ideas y siempre proponía proyectos. Algunos eran disparatados, otros cuajaron: Píkara ahora es un referente nacional del periodismo con perspectiva de género.

En las piezas periodísticas que publicaba en El Correo era igual que en clase: sus críticas de televisión rebosaban acidez y no buscaban, precisamente, hacer amigos. Sin embargo, en sus reportajes, siempre de parte del más débil, se vislumbraba su lado más tierno. Y sus series de entrevistas sociales fueron precursoras de un periodismo feminista que le debe mucho más de lo que cree. Quizá ahí se adelantó a su tiempo.

Pero a Lucía le fallaron los riñones. Tras meses en diálisis que fueron apagando su ánimo, en el Hospital de Cruces le trasplantaron uno y su voz recobró la fuerza que había ido perdiendo. También volvió a hacer planes. Pero su cuerpo tenía otros.

Lucía Martínez Odriozola nos ha dejado esta madrugada. Me quedo con la despedida de la última conversación que tuvimos, justo antes de que le dieran el alta tras la operación, en la que me sorprendió con un “que sepas que os quiero mucho”. Nosotros también te queremos, Lucía.


Chema Acosta

Project Manager PMP® en Internacional Hispacold

3 años

Personas que sin duda dejan huella para toda la vida. Lo siento. Gran homenaje.

covadonga porrua rosa

Redactora en Canal Sur RTVA

3 años

Lucía era magnífica. En todo. Tuve la fortuna de que la vida la pusiera en mi camino. Me regaló su amistad. Qué suerte he tenido! Sin ella, todo es mucho más gris. Y más triste. Y menos inteligente. Y menos bueno

Begoña Beristain Garcia

Periodista. Hago podcast corporativos para empresas e instituciones. Escribo en Crónica Vasca.

3 años

A Lucía había que darle una oportunidad. Dura, recia, transparente, aparentemente difícil de trato. Solo había que dejarse enseñar, dejar que el buen periodismo fluyese, para darse cuenta de que estabas ante una PERIODISTA sin doblez y con la enorme generosidad de querer transmitir todo su buen hacer. ¡Qué grande Lucía!

Rubén Justicia

Promoción Económica | Empresas | Getxo

3 años

Yo la conocí en unas Jornadas de la Mujer que había que hacer para conseguir los famosos créditos de libre elección. Su intervención fue bastante peculiar y disruptiva. ¡Qué recuerdos!

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