Agua Dulce para Chile

En el marco de la reciente visita de estado del presidente de Brasil a nuestro país, se han abierto nuevas oportunidades para fortalecer la cooperación entre nuestras naciones en diversas áreas estratégicas. Uno de los más críticos y urgentes, sino el más, en nuestro país es la provisión y gestión del agua potable, especialmente en los sectores aislados de zonas costeras y rurales las que, a pesar del gran éxito de cobertura de nuestro sistema actual, son las que han quedado atrás. Pero un ejemplo de Brasil, como es el Programa Água Doce (PAD), ha demostrado ser una solución eficaz y sostenible para proporcionar agua potable a comunidades vulnerables. Este programa ha transformado vidas y fortalecido comunidades mediante la implementación de tecnologías de desalinización para la provisión de agua, junto con el desarrollo de actividades conexas como la agricultura y acuicultura, entre otras. Nuestro país tiene condiciones óptimas para el desarrollo de una política pública equivalente, basada en un esfuerzo público-privado de largo aliento. La visita de las autoridades de Brasil, puede ser el momento ideal para considerar un modelo similar para Chile.

Pobres de Agua en Chile

Nuestro país enfrenta una crisis hídrica que afecta tanto a zonas rurales como urbanas, exacerbada por el cambio climático y problemas de gestión de los recursos hídricos. Comunidades en la costa y en zonas aisladas de toda nuestra geografía, sufren de una escasez crónica de agua potable, impactando negativamente su calidad de vida y desarrollo económico. El informe "Pobres de Agua. Radiografía. Radiografía del agua rural de Chile: Visualización de un problema oculto" de la Fundación Amulén - La fundación del agua , da cuenta que las comunidades dispersas carentes de agua potable alcanzan casi las 100.000 viviendas en todo Chile. Entre las comunidades costeras, por ejemplo, existen en Chile más de 500 caletas artesanales en las que trabajan alrededor de 100.000 chilenos y de cuyas actividades dependen sus familias y forma de vida. La mayoría de ellas son parte de estas comunidades fuera de la cobertura de agua y saneamiento, además de energía, de forma segura, permanente y sostenible. La necesidad de soluciones es urgente e innegable.

Dulce Agua en Brasil

El PAD en Brasil ha implementado con éxito sistemas de desalinización mediante ósmosis inversa, proporcionando agua potable a cientos de miles de personas en regiones áridas. Este programa no solo ha mejorado la salud y bienestar de estas comunidades, sino que también ha promovido la sostenibilidad ambiental y el empoderamiento comunitario. A la fecha, bajo el PAD se han implementado casi 500 proyectos y sus beneficios han alcanzado a casi 200.000 personas, con planes de crecer hasta alcanzar las 1.300 comunidades. Los principios de este programa, basados en la gestión comunitaria y el uso sostenible de los recursos hídricos, ofrecen una guía valiosa para implementar fórmulas similares en Chile, especialmente con la concentración de comunidades aisladas en zonas de acceso al mar y a aguas salinas que requieren tratamiento para su aprovechamiento.

Plan Nacional de Desalinización para Comunidades Aisladas

La desalinización ya ha sido implementado por privados de forma exitosa en nuestro país a gran escala, así como en algunos ejemplos con financiamiento estatales en proyectos de pequeña escala. A su vez, ya ha sido declarada como una alternativa real y necesaria por parte del Estado y se está proyectando como una de las soluciones necesarias a incorporar en los Planes de Adaptación al Cambio Climático para los Recursos Hídricos.

Las comunidades costeras y aisladas, entre las que muchas son de pueblos originarios en todo el país, son las más afectadas por el desabastecimiento del sistema formal de agua potable y la desalación es una alternativa real para ellos. Un plan nacional para desarrollar proyectos de cobertura de agua potable, energía renovable y actividades conexas en estas comunidades, a través de proyectos de carácter público-privados y con la participación activa de las comunidades beneficiadas, es una política pública urgente. Desarrollarlos como instancias de colaboración entre los beneficiarios, las autoridades, academia, empresas y quienes se quieran sumar, siguiendo el ejemplo de Brasil, es nuestra oportunidad para resolver este problema.

Aprovechando el impulso de colaboración manifestado estos días entre Chile y Brasil, es de esperar que la experiencia de Água Doce se convierta también en un programa equivalente en Chile y sea una dulce noticia para cientos de miles de familias que todavía esperan una respuesta.