¿ALGUNA VEZ TE HAS SENTIDO FRUSTRADO EN EL TRABAJO?
Estoy convencida de que todos los que leáis esta publicación, si hacéis un ejercicio honesto, responderéis afirmativamente. La perfección no existe y nosotros mismos solemos percibirnos de un modo más halagüeño a como los otros nos ven.
Si quieres saber cuál es tu nivel de tolerancia a la frustración puedes responder el test que plantea la revista Muy Interesante: https://www.muyinteresante.es/salud/test/test-tienes-tolerancia-a-la-frustracion
Mi colega Kristian Kujaw, ingeniero y músico alemán, radicado en España hace 20 años, me sugirió centrar uno de mis artículos en la gestión de la frustración del empleado. Según la RAE, frustrar es privar a alguien de lo que esperaba; malograr un intento o dejar sin efecto un propósito contra la intención de quien procura realizarlo. O lo que sería la traducción en el ámbito profesional: pasar por un estado emocional decepcionante porque no se consigue algo previsto. Una circunstancia que, en mayor o menor medida, nos suena a todos, ¿no?
Enumero algunas quejas recurrentes en trabajadores frustrados, que he escuchado en múltiples ocasiones en mi despacho:
1. “No se reconoce suficientemente mi aportación de valor a la empresa”
2. “Mi retribución no se corresponde con el trabajo que desempeño”
3. “Llevo haciendo las mismas tareas toda una vida”
4. “No se me promociona a otros puestos de mayor responsabilidad, aunque estoy más que capacitado para ello”
5. “Mi jefe no tiene en cuenta mi opinión”
6. “El ritmo de trabajo nunca decae; siempre estoy al 120%”
7. “No hay interés real en mejorar, seguimos haciendo las cosas igual que hace 10 años”
8. “Nunca puedo decidir lo más mínimo en mi trabajo”
9. “La gente es muy cerrada en esta empresa, no consigo integrarme”
10. “Ni recuerdo cuándo fue la última vez que asistí a una formación”
La profesora Mireia Las Heras del IESE publicaba en el informe “Excelencia y valores. Claves para la sostenibilidad social y empresarial”, que evalúa la calidad de las compañías españolas a partir de las opiniones de sus empleados, que más del 80% de los empleados encuestados dice que «odia» o «tiene aversión» a los lunes.
“Solo tres de cada diez trabajadores españoles con contrato fijo se sienten felices en su trabajo, solo un 13% de hombres y un 24% de mujeres con contrato indefinido piensa que recibe un salario justo, a pesar de que más del 70% asegura darlo todo por la empresa en la que trabaja”, apunta en el informe.
Cuando el 70% de los profesionales manifiesta que son infelices en su trabajo, sobreentendemos que un porcentaje relevante se siente frustrado probablemente por algunas de las razones anteriormente citadas.
Para gestionar esa frustración habría que identificar la causa; la vivencia personal de los acontecimientos marca la intensidad de la decepción. Las personas sentimos de modo diferente. Todos conocemos compañeros con un aguante estoico en circunstancias complicadas y otros con una piel tan fina que se ofenden porque creen que alguien les miró de reojo.
Una vez analizadas las causas de nuestra frustración, resultaría muy enriquecedor compartir esa visión con alguna persona del entorno laboral que aporte la mayor objetividad posible y sentido común, que sea capaz de proporcionarnos su opinión honesta sobre la circunstancia que nos decepciona enormemente. Con esa fotografía más definida, el siguiente paso podría consistir en fijar nuestras prioridades para abordarlas con nuestro responsable directo en una charla abierta, si es que está en su mano solucionarlo. En ocasiones se necesitan más de dos conversaciones porque la otra parte requiere digerir el planteamiento trasladado y reflexionar acerca de posibles alternativas. Creo que hay que esforzarse por recordar que las cosas no suceden nunca todo lo rápido que nos gustaría, para no incrementar esa frustración. Dar tiempo al tiempo y conceder un voto de confianza ahora que se ha puesto el foco en el origen de nuestra decepción laboral.
¿Y qué podemos hacer si nada cambia? Pensar que siempre contamos con varias opciones: digerir la situación y poner el acento en los puntos fuertes de nuestro trabajo, porque compensan el lado negativo. Otra posibilidad es intentar cambiar de puesto en la misma compañía, llevando a cabo acciones proactivas, interesándonos por las ofertas vacantes, manifestando nuestro interés a otros responsables, participando en foros voluntarios, etc. La última opción sería pensar en si es el momento de buscar otra organización. Oxigenarse laboralmente es sano, proporciona nuevos retos y entornos que facilitan el despertar de la mente y encender la chispa de la ilusión.
Director de Negocio y Operaciones en NAITEC - Centro Tecnológico de Automoción y Mecatrónica
3 añosMuchas gracias por la rapidez con la que has respondido a mi petición. Hay miles de articulos sobre liderazgo, buenas personas, actitud, etc., pero poquísimo material sobre un tema tan complejo como la gestión de la frustración. Tu planteamiento me parece muy bueno para iniciar toda una serie o para escribir un libro 😁, pero para ello igual esta red social no es el vehiculo adecuado. Te pongo un par de comentarios para completar: - Tu desarrollas el tema con el lema “Yo y mi frustración”, pero tambien es importante el otro lado con el lema “Yo y la frustración de mi empleado”. Había sugerido este tema en el contexto de escucha activa, ya que como suele decir mi madre, quien pregunta mucha, recibe muchas respuestas. Es decir, si no escuchas activamente, tampoco tienes que gestionar respuestas que no te gusten y que suelen estar motivados por una frustración personal. No obstante, la buena práctica es hacer un esfuerzo y tratar de resolver el problema. Para ello, hacen falta tecnicas de comunicación, mucha empatía, actitud constructiva, etc. - La motivación es el antidoto de la frustración. Un empleado motivado no está frustrado. ¿Otro capítulo más en tu serie? 😉