Alimentación escolar

Alimentación escolar

  Empiezan las clases y, por suerte, serán presenciales. Vuelve la obligación de tener siempre listo el uniforme, las tareas y… la comida de los niños y adolescentes en todas sus versiones. Vuelve el estrés por el desayuno, el almuerzo temprano antes de salir, la vianda en la doble escolaridad o la merienda en la calle (cuando pasan de una actividad a otra) y hasta por la opción del comedor del establecimiento (por no saber qué les darán de comer), y a todo se le suma la enorme exigencia de hacerles comidas saludables, caso contrario, no somos buenos padres.

El fundamento de esta exigencia se debe a que conocemos que la alimentación en la infancia no solo determina el desarrollo físico sino también el intelectual, y que los hábitos se aprenden desde el día uno, muchas veces como resultado de imitar a nuestros pares.

Además, cuando consideramos los resultados de las encuestas de salud que organiza un Estado con la finalidad de conocer a su población y armar políticas de salud nutricional ajustadas a su realidad, parecería que estamos lejos de cumplir con las recomendaciones de consumo de alimentos saludables según las Guías Alimentarias para la Población Argentina (GAPA).

Si bien es cierto que el hambre, y en consecuencia la desnutrición infantil, debieran responder a políticas de prioridad y urgencia, en el contexto de esta nota sobre alimentación escolar es importante detenerse en los patrones alimentarios que describe la encuesta y que representaba nuestra realidad antes de la pandemia ya que hoy, con seguridad, la situación debe estar igual o peor.

La primera ENNyS (Encuesta Nacional de Nutrición y Salud en Argentina) se realizó en el año 2005, e incluyó sólamente niños y niñas de hasta 5 años, y mujeres en edad fértil. La nueva edición del año 2019 amplió la población en estudio, incluyendo la franja etárea de 0 a 17 años y adultos de más de 18 de ambos sexos.

En la implementación de la encuesta participaron la Dirección Nacional de Maternidad, Infancia y Adolescencia y la Dirección Nacional de Promoción de la Salud y Control de Enfermedades No Transmisibles de la Secretaría de Gobierno de Salud del Ministerio de Salud y Desarrollo Social, además del apoyo de UNICEF.

La muestra garantizó la representatividad nacional y de las seis regiones del país. Se recolectó información sobre frecuencia de consumo de diferentes grupos de alimentos, los hábitos alimentarios de la población argentina, la ingesta de alimentos y nutrientes a través de un recordatorio de 24 hs, y la lactancia materna.

También indagaron sobre alimentación en los entornos escolares, políticas alimentarias, etiquetado nutricional, publicidad de alimentos, y dominios sobre otros temas relevantes de salud como actividad física y vacunas. 

La encuesta aportó, además, información sobre índices antropométricos (peso y talla) y otras variables objetivas y bioquímicas para evaluar el estado nutricional de la población y la función renal.

El 41,1% de los chicos y adolescentes de entre 5 y 17 años tiene sobrepeso y obesidad en Argentina, en una proporción de 20,7% y 20,4%, respectivamente, sin diferencias por nivel socioeconómico.

En los niños de 0 a 5 años, el exceso de peso alcanza el 13,6%, una cifra elevada si se tiene en cuenta que el exceso de peso esperado para esta edad es de 2,3%.

En los niños menores de 5 años, la proporción de baja talla a nivel nacional fue de 7,9%, siendo de bajo peso 1,7% y de emaciación 1,6%. En los niños, niñas y adolescentes de 5 a 17, los resultados mostraron 1,4% de delgadez y 3,7% de baja talla. 

Los números confirman que los indicadores de desnutrición por déficit se  mantuvieron estables en el país respecto de otros estudios previos, y que el sobrepeso y la obesidad crecieron significativamente constituyéndose en el principal problema de malnutrición en el país.

Patrones alimentarios en la población argentina

Sobre el consumo por grupos de alimentos, se observó un consumo deficiente de alimentos recomendados. Solo un tercio de la población consume al menos una vez por día frutas y verduras, solo 4 de cada 10 individuos consume lácteos recomendados diariamente, y la mitad de la población consume carnes al menos una vez por día.

Por el contrario, el consumo de alimentos no recomendados es extremadamente alto: el 37% toma bebidas azucaradas diariamente, el 17% consume diariamente productos de pastelería y galletitas dulces, y el 36% y 15% consume productos de copetín (snacks) y golosinas al menos dos veces por semana.

Los datos de consumo confirman que el patrón alimentario es siempre menos saludable en niños que en adultos.

Por ejemplo, los niños, niñas y adolescentes consumen un 40% más de bebidas azucaradas, el doble de productos de pastelería y galletitas dulces, el doble de productos de copetín (snacks) y el triple de golosinas respecto de los adultos, todos ellos alimentos con altos niveles de azúcar, grasa y sal.

A su vez, el patrón alimentario es siempre menos saludable en los grupos sociales en situación de mayor vulnerabilidad –perteneciente a los 2 quintiles más bajos– que consumen la mitad de las frutas, un 40% menos de lácteos, más del doble de bebidas azucaradas y el doble de productos de copetín que las personas de los dos quintiles más altos.

Entornos escolares: En relación a la alimentación en los entornos escolares, los datos arrojan que la provisión de frutas y lácteos es muy baja (21,5% frutas frescas y 30,3% yogures, postres lácteos o leches). En el caso de la provisión de agua, sólo el 57% de los estudiantes reportaron que la escuela la ofrece siempre.

Como contrapartida, el 70% menciona que se provee de alimentos no recomendados por su elevado contenido de nutrientes críticos (como facturas, productos de pastelería, galletitas dulces y cereales con azúcar). Incluso, 1 de cada 4 estudiantes refirió que la escuela le provee bebidas azucaradas. Casi 8 de cada 10 chicos refirió que su escuela tiene kiosco, y los productos más comprados por los chicos en la última semana fueron golosinas y bebidas azucaradas.

Publicidad: Los resultados corroboran la influencia de la publicidad de alimentos en el comportamiento de compra, observándose que el 21,5% de los adultos refirió haber comprado en la última semana un producto porque lo vio publicitado.

También confirma la influencia que tiene en los niños, ya que el 23,5% de los padres compraron un producto porque sus hijos lo vieron en una publicidad, solo en la última semana.

En cuanto al etiquetado de productos alimenticios, vigente solo un 13% de la población, comprende la información nutricional del envase. Esto demuestra que el sistema de información nutricional vigente en nuestro país no funciona adecuadamente para informar a la mayoría de los consumidores… (1)

Podemos concluir, entonces, que tiene lógica que como padres responsables debemos ocuparnos de que la alimentación de nuestros hijos sea lo más saludable posible, recordando que el ámbito escolar contiene y acompaña, pero no tiene las mismas obligaciones, y que el resultado de nuestros hábitos tienen más que ver con lo que terminamos haciendo en casa.

La principal recomendación, entonces, es observar y compensar. Si la vianda, la comida entre amigos y el kiosco de la escuela no son el ideal saludable, se puede equilibrar descontinuando la frecuencia de esos productos en casa.

Tener opciones, organizarnos y poder brindarles de manera sencilla una opción en casa. El freezer y el microondas nos permiten recalentar comida casera, guardar pan ya cortado, dejar el plato armado, cocinar una vez y dividirlo en porciones para usar en diferentes Permitir que los niños, niñas y adolescentes se involucren con opciones saludables y ayudarlos a preparar panqueques, licuados, budines y conversar sobre el tema, no imponer. “Se educa con el ejemplo” es una frase muy trillada, pero muy cierta en términos de alimentación.semanas.

Preparar cenas familiares simples, caseras, evitando frituras, fiambres, salsas cremosas o mantecas. Servirlas en horario, incluyendo verduras y frutas, acompañadas solo con agua.

También debemos tener paciencia, porque durante el crecimiento muchos necesitan identificarse con los pares y hacer lo que los demás hacen para sentir que pertenecen a cierto círculo y, en consecuencia, muchas veces no logramos que se mantengan los hábitos que inculcamos en casa, pero la mayoría de las veces, con el tiempo, lo que prima es lo que nos hace bien y se vuelve a los buenos hábitos.

Por último, no quiero dejar de nombrar que actualmente el acceso a la información hace que sean los niños, niñas y adolescentes los que se interesan en la alimentación e incitan a la familia a cambiar hábitos, por eso escuchémoslos y estemos atentos porque puede ser algo muy positivo para destacar y aprender de ellos. 

Por el contrario, también puede que se mal interprete esa información y que nuestros adolescentes la distorsionen con objetivos erróneos de lo que significa ser saludables, e inicien así en el mundo de los trastornos de la conducta alimentaria. Pero sólo debemos ocuparnos, y no preocuparnos, y acompañarlos con información profesional.


(1) Resumen ejecutivo

http://www.msal.gob.ar/images/stories/bes/graficos/0000001565cnt-ennys2_resumen-ejecutivo-2019.pdf

Natalia Cosentino

Senior Administrative Clerk en Pan American Energy

2 años

Hace 3 meses que presentamos la documentación para las prestaciones de discapacidad y todavía no tenemos respuesta. Una VERGÜENZA

Inicia sesión para ver o añadir un comentario.

Más artículos de ASE Obra Social

Otros usuarios han visto

Ver temas