Antonio Machado y el Palacio de Las Dueñas

Antonio Machado y el Palacio de Las Dueñas

Aquel era un día de invierno de cielo gris. Un día frío, oscuro y triste. Un día acorde para el drama que se vivía en una pequeña habitación del modesto Hotel Bougnol-Quintana, de Collioure. El poeta Antonio Machado acababa de morir. Eran las tres y media de la tarde. Hacía muy pocos días que había llegado a Francia huyendo de la guerra. Sin nada, con lo puesto. Al ordenar sus pocas pertenencias, encontraron un trozo de papel donde el poeta había escrito: "Estos días azules y este sol de la infancia", un recuerdo de su Sevilla natal.

26 de julio de 1875. En una vivienda dentro del Palacio de las Dueñas, en Sevilla, nace Antonio Machado Ruiz. Es el segundo varón de una descendencia de ocho. Su nacimiento trae una gran alegría al matrimonio formado por Antonio y Ana. Vivirá en ese entorno palaciego, con sus jardines y fuentes, hasta los ocho años, dejándole una huella imborrable. En varios de sus versos, Machado refleja la influencia de su infancia en este lugar: “Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla y un huerto claro donde madura el limonero…”.

Propiedad de la Casa de Alba, el Palacio de Las Dueñas fue construido en el siglo XV y reformado entre finales de este siglo y principios del XVI en estilo gótico-mudéjar y renacentista. Por sus hermosos patios y bellos salones han pasado la emperatriz Eugenia de Montijo; el Rey Alfonso XIII; Guillermo Marconi; Jackie Kennedy; el príncipe Raniero III de Mónaco y su esposa, Grace Kelly… El palacio está declarado Bien de Interés Cultural desde 1931, y alberga una impresionante colección de pintura y escultura de entre los siglos XVI y XX.

Los sonidos de las fuentes y la luz que se filtraba entre la vegetación del palacio, se convirtieron en símbolos recurrentes en la poesía de Machado. La atmósfera serena de Las Dueñas, con sus patios adornados de azulejos y jardines perfumados, alimentó la contemplación y su amor por la naturaleza. Estos elementos se reflejan en su obra, donde la descripción de paisajes y ambientes cobran vida: “Esta luz de Sevilla... Es el palacio donde nací, con su rumor de fuente. Mi padre, en su despacho. La alta frente, la breve mosca, y el bigote lacio”.

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