APP EN PROYECTOS DE IRRIGACIÓN: MECANISMO IMPULSOR DE LA PEQUEÑA Y MEDIANA AGRICULTURA
Mario Hernández Rubiños
Consultor de la Dirección Especial de Proyectos
Mucho se habla de las grandes irrigaciones y el hecho que los esquemas de transferencia de tierras previstos para desarrollar las tierras privilegien a la gran agricultura. Sin embargo, proponemos que esta política de poner en valor las grandes inversiones que realizará el Estado en obras hidráulicas como presas, túneles y canales de conducción del agua deberían traer muchos más beneficios que sólo el derivado del desarrollo de una gran agricultura de exportación.
La razón de ello es la misma situación ambiental y tecnológica de muchos valles costeros. El valle de Chancay – Lambayeque es un claro ejemplo. Décadas de un uso extensivo del agua para el cultivo del arroz y la caña de azúcar ha generado que la napa freática sube a niveles que implican un alto grado de daño ambiental.
El problema se ahonda aún más cuando se tiene un sistema de distribución del agua a través de más de 3000 km de canales de tierra, es decir, con elevadas pérdidas por conducción y distribución.
La humedad del suelo en la propia ciudad de Chiclayo ya es elevada. Mas allá de ello, inmensas áreas de tierras atraviesan por problemas de mal drenaje, salinización y pérdida de productividad. Algo muy parecido ocurre en la Irrigación Majes.
Año tras año se ha utilizado una dotación de 25 000 metros cúbicos por hectárea/año para cultivar grandes extensiones de alfalfa y cultivos forrajeros. Originalmente estaba previsto dotar a los agricultores (que tienen pequeñas parcelas de 5 hectáreas cada una) de 16 000 m3/ha/año. Sin embargo, el permiso de uso de agua concedido fue un 50% mayor. Décadas después, tenemos un valle casi monocultivo con grandes problemas de salinización y deslizamientos de tierra.
Poco ganamos en identificar culpas o culpables. El país debe concentrarse en soluciones y, para ello, debemos responder a dos preguntas: ¿Por qué? y ¿Qué hacer? Sobre la primera interrogante, es un efecto esperable una reducción de la productividad e incrementos de problemas ambientales como consecuencia de dedicarse a una agricultura de cultivos agua-intensivos. Ni la caña, el arroz o la alfalfa dejan grandes márgenes de ganancia a los agricultores para que puedan financiar las necesarias obras de drenaje vertical o mejoras de la infraestructura menor de riego como canales y compuertas.
En un mundo tan globalizado donde las frutas y verduras tienen una gran demanda, es por decirlo, algo incomprensible como nuestro país dedica buena parte de un recurso tan escaso como el agua y las tierras para producir bienes de muy bajo valor agregado.
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Debe quedar claro el inmenso costo de oportunidad de esta situación. Solo a manera de ejemplo, existen agricultores en zonas con alto estrés hídrico como Ica, donde estarían dispuestos a pagar 10 centavos de dólar por metro cubico de agua. Estos agricultores no cultivan arroz ni caña de azúcar, ni alfalfa, sino uvas, paltas, arándanos, todos ellos productos con una elevada demanda internacional.
Hagamos el ejercicio de calcular el valor anual del agua utilizada en la Irrigación Majes. Se cultivan 16 000 hectáreas usando 25 000 m3/ha/año. Al “precio por m3 de agua” mencionado de USD 0.10, estaríamos ante un valor esperado del agua de alrededor de USD 40 millones por año, es decir, si calculamos una anualidad con un costo de oportunidad del agua del 8% anual, estamos frente a USD 500 millones.
Si los agricultores de la Irrigación Majes en Arequipa se pusieran de acuerdo para poner en valor sus “permisos de agua”, lo que implicaría transformar su matriz de producción hacia cultivos de alto valor, el financiamiento de esta transformación estaría más que asegurado.
Explicado de otro modo, si se utilizarán sistemas de riego “ahorradores de agua” como los sistemas presurizados, sería posible usar menos agua por hectárea y así aumentar el tamaño de la irrigación. Algunos cálculos indican que se podría cultivar 6000 hectáreas adicionales en las Pampas de Majes.
Esto nos lleva a la segunda interrogante. Estos procesos de transformación pueden llegar a ser muy lentos. En primer lugar, porque los tomadores de decisiones son muchos y diversos (se calcula que existen más de 2600 pequeños propietarios en la Irrigación Majes).
En segundo lugar, porque implica que debería existir una “masa crítica” de agricultores dispuesta al cambio. Es ahí donde una asociación publico privada para un proyecto de irrigación puede crear mucho valor, tanto por la construcción y financiamiento de la infraestructura (y sobre todo el financiamiento de la operación y mantenimiento) como por la posibilidad de incorporar a inversionistas privados para que inviertan en el agro.
La idea clave es atraer a operadores con experiencia en desarrollo agrícola para que creen simultáneamente sinergias en la región. Esto es, para que sean unas “locomotoras” a las cuales, en una primera etapa, se “enganchen” las pequeñas y medianas empresas agrícolas. En el caso de Majes, esa es justamente la función de las Pampas de Siguas, una extensión de 38 500 hectáreas destinada a ser ese espacio económico que transforme la agricultura arequipeña.
Sin embargo, esto no debería significar “repartir” o vender las tierras en lotes pequeños, sino atraer a inversionistas agrícolas que tengan la capacidad operativa y financiera de desarrollar negocios agrícolas de alto valor agregado, generadores de empleo sostenible y, adicionalmente, que permitan la inclusión de pequeños y medianos agricultores a esta gran cadena productiva.
Esto no va a ocurrir por generación espontánea. Se requiere un trabajo conjunto del sector público con el sector privado. Pero es una tarea en la que ya se tiene algo de experiencia en, por ejemplo, el proyecto Chavimochic. Las características de un programa de colaboración publico privada (que va mucho más allá de una APP) dependerá de la realidad de cada región y de cada proyecto de irrigación.
Muy importante es el liderazgo en estos procesos y en generar una corriente de opinión pública en las regiones que valore mucho más la generación de “activos intangibles” como el conocimiento, innovación, acceso a nuevas tecnologías, conocimiento de los mercados internacionales, etc.
Solo así, la tierra y el agua se utilizarán mucho más eficientemente y contribuirán al desarrollo de una agricultura como factor de impulso para el bienestar de una mayor cantidad de peruanos.
VP Business Development - Perú en GREEN GROUP USA
3 semanasEl caso del arroz es vergonzoso, riego por inundación, obliga a los vecinos a ser también arroceros,.la salinizacion es indetenible, prducto de poco valor agregado, no muy saludable
Of Counsel del Estudio Echecopar en Estudio Echecopar asociado a Baker & McKenzie International
1 mesMuy interesante. Importante contar con liderazgo, alguien que lleve el mensaje claro a los distintos actores.
CEO & Founder en Biozono
1 mesFelicitaciones Mario… hay mucho x hacer allí 👍👍
Bachiller en Ciencias - Ingeniería Agrícola en Universidad Nacional Agraria La Molina. Consultor en proyectos de Recursos Hídricos.
1 mesInteresante
Gestor de Garantías Aduaneras
1 mesInteresante