"Argentina: ¿Somos como vivimos o vivimos como somos?"
Este ensayo explora la compleja relación entre la identidad argentina y su volátil economía. Se cuestiona si la inestabilidad económica del país es un reflejo de la idiosincrasia nacional o si la sociedad se ha adaptado a vivir en constante incertidumbre. El artículo contrasta la realidad argentina con la de países económicamente estables, planteando si los argentinos prefieren inconscientemente la emoción de la imprevisibilidad sobre la seguridad de la estabilidad. Finalmente, se invita a una reflexión sobre el tipo de país que los argentinos realmente desean y si están dispuestos a cambiar para lograrlo.
"Argentina: ¿Somos como vivimos o vivimos como somos?"
Por Sergio Candelo Co-Founder de Snoop Consulting
Los argentinos tenemos una relación peculiar con nuestra economía. Es como si estuviéramos en una obra de teatro donde el guión cambia constantemente, y nosotros, los actores, nos adaptamos con una habilidad digna de un Oscar. Pero, ¿estamos interpretando un papel o simplemente siendo nosotros mismos?
Nuestra realidad económica es un torbellino de inflación, emisión monetaria y cambios bruscos. Un día somos protagonistas comprando autos importados, al siguiente somos extras que apenas llegan a fin de mes. Esta volatilidad nos ha moldeado, o quizás, nosotros la hemos creado.
Pensemos en cómo reaccionamos ante esta montaña rusa económica. Gastamos rápidamente cada peso que ganamos, como si el dinero quemara en nuestros bolsillos. Vivimos en un constante presente, expertos en el arte del "carpe peso". ¿Es esto una adaptación a nuestro entorno económico o una manifestación de nuestra naturaleza?
Contrastemos esto con la vida en un país económicamente estable. Allí, la previsibilidad reina. Los salarios mantienen su valor, los precios son estables, y la gente puede planificar su futuro. Suena sensato, ¿verdad? Pero para nosotros, ¿no suena un poco... aburrido?
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Aquí surge la pregunta clave: ¿Realmente queremos esa estabilidad? ¿O hemos llegado a definir nuestra identidad a través de esta constante adaptación al caos?
La estabilidad implica una realidad más predecible. Sabes exactamente dónde estás en la escala socioeconómica. El futuro es más certero, pero también menos emocionante. Es como ver una película donde ya conoces el final. ¿Dónde queda el suspenso, la emoción de no saber si mañana seremos millonarios o si tendremos que vender el televisor?
¿Es posible que, como sociedad, nos hayamos vuelto adictos a esta inestabilidad? ¿Que inconscientemente prefiramos la posibilidad, aunque remota, de un ascenso económico repentino sobre la certeza de una vida estable pero sin sorpresas?
Y aquí viene lo interesante: ¿Tenemos esta inestabilidad porque nuestra clase política no sabe cómo resolverla, o porque somos así y tenemos gobiernos que son un reflejo perfecto de nuestra sociedad? Es el eterno debate del huevo y la gallina, pero con más inflación y menos proteína.
Quizás la verdadera pregunta no es si somos como vivimos o vivimos como somos, sino si estamos dispuestos a cambiar. ¿Queremos seguir en esta obra de teatro económica improvisada o estamos listos para un guión más estructurado?
Es hora de que nos miremos al espejo (si es que no lo cambiamos por dólares en la última corrida cambiaria) y nos preguntemos: ¿qué tipo de país queremos realmente? ¿Uno de altibajos constantes donde cada día es una nueva aventura económica, o uno de estabilidad predecible donde nuestro futuro depende más de nuestro esfuerzo que de los vaivenes del mercado?
La respuesta a esta pregunta definirá no solo nuestro futuro económico, sino también nuestra identidad como nación. ¿Somos producto de nuestras circunstancias o creadores de ellas? ¿Vivimos así porque somos así, o somos así porque vivimos así?
Al final del día, quizás descubramos que nuestra economía es simplemente un reflejo de nuestra personalidad colectiva. Y tal vez, solo tal vez, cuando estemos listos para cambiar uno, el otro seguirá naturalmente.
Go-To-Market & Growth B2B Strategist | IT Technical Leader & PM | Founder de 3 StartUps SAAS | International Networker | Web3, AI & Fintech Enthusiast | Author of the Business Book "Innovators in Action"
7 mesesEs un buen debate. El otro día leía historias de personas que vivían en entornos donde había guerra. Desde Libano, Israel o Ucrania. Si bien hay una gran diferencia entre una guerra y un contexto socio económico volatil, también hay similitudes. ¿Estos países están en clima de guerra por su personalidad colectiva? Yo particularmente no lo creo, son decisiones más que nada del poder. Son variables externas del contexto en la que uno vive y los ciudadanos de a pie nos debemos acomodar, e intentar el cambio desde abajo, pero creo es muy difícil. De arriba para abajo es más fácil por que concentran más poder.
En un país con más del 50% de la población por debajo de la línea de pobreza, esta nota habla de los problemas de un 10% de la gente, aquellos que alguna vez pudieron comprar un auto, importado o nacional. Tal vez sea el momento de recordar que entre 2005 y 2015 vivimos con una relativa estabilidad económica. Los sueldos alcanzaban para llegar a fin de mes para una buena parte de la sociedad y hasta para comprar un celular, un aire acondicionado o planear unas vacaciones (algo que espantaba a cierto personaje que dijo que eso "no era normal"). Desde ese momento hasta ahora vivimos en ascuas, efectivamente. Justamente debido a los cambios bruscos que se produjeron en 2015, con la toma de una deuda impagable, otra a 100 años, y todo ese dineral evaporado. ¡Qué poca memoria tienen algunos!