AUTENTICIDAD EN EL PROFESORADO. "El guardián entre el centeno"
Quizás lo que expresan los alumnos es la imagen “en espejo” de los valores que mostramos los profesores, hoy en día.
¿Actualmente podemos afirmar
que tenemos serias dificultades como la indiferencia, el etnocentrismo, la autojustificación, la decepción y los enfrentamientos en el aula?
El trato entre alumnos y éstos con el profesor debería ser en un clima humano de confianza, en el que fuera evidente la pasión de unos por aprender y del otro por instruir-educar. Es una relación afectiva, de igualdad y admiración. Los conflictos personales que pueda tener un alumno nos llegarían de forma natural.
Este estrés entre los alumnos, entre éstos y el docente, y viceversa quizás se genera como consecuencia de una ceguera personal y social al Conocimiento. Ésta consiste en la tendencia a fragmentar la realidad en disciplinas especializadas perdiéndose la visión holística y comprensiva de la complejidad del mundo, de la vida.
Es posible que está ocurriendo una disminución de la entidad vocacional del profesorado. Esto lleva a la pérdida de la fe y confianza mutuas.
Por un lado, hay que reflexionar sobre la intención de la persona que es profesor y sus valores.
Parece que la obsesión con el orden y la uniformidad es la garantía educativa de la efectividad futura profesional. Y para ello se emplea la Disciplina y el Control, que solo puede establecerse a través de un Poder, que rompe la simetría de la relación, la Igualdad entre las personas y sobre todo la espontaneidad y la creatividad de los alumnos.
Estos medios se justifican para una socialización “mecanizada” donde la Competitividad produce un Individualismo sumiso necesario para alcanzar el Éxito. Y el Éxito está en una Imagen de Productividad para un trabajo orientado por las necesidades socioeconómicas, en vez de por la satisfacción individual.
De esta manera, ya no hay la relación amistosa, afectiva, incluso divertida entre el profesor y el alumno.
Por otro lado, los profesores, en parte inseguros de nosotros mismos, nos refugiamos en métodos y herramientas que creemos más efectivas pero que ciertamente nos alejan del alumno. Formamos individuos sumisos, aislados, solos,… que no saben establecer la confianza consigo mismos ni con el mundo que los rodea.
Como consecuencia, el alumno también se ha hecho inseguro, como nos pasó a nosotros.
Este alumno no lucha contra las dudas, ni por obtener lo que quiere (si es que ha llegado a saber lo que quiere). Se mueve con ambivalencia. Ha perdido la fe en sí mismo y en sus sentimientos.
Quizás mientras se ha estado formando, se han modificado los parámetros económicos y lo convierten en un trabajador inadecuado para el contexto. Debe reiniciar otro proceso de formación. Termina por encontrarse descontento y desorientado.
En el fondo, creo que los alumnos buscan la autenticidad del profesor y una conexión emocional que los motive.
Sorprende que en todo este problema, culpamos a los alumnos como si fueran desagradecidos con el esfuerzo social y no reflexionamos sobre la calidad de formación humana que ofrecemos.
El alumno pierde la fe en sí mismo.
Para moverlo se le manda dejarse dirigir, ceder, dejarse utilizar o someter. Se establecen patrones de Dominio y Control en la Educación. El profesor es una autoridad, con capacidad de juicio, superioridad, y responsable de hacer cumplir una disciplina a través de una vigilancia. Los alumnos que se resisten, no valen para el sistema.
Ese profesor cree haber adquirido el Poder por sentirse transmisor de una información. El valor lo concede a la sumisión y la repetición exacta de la información. La influencia de esta autoridad no le deja ver al alumno la realidad de su existencia vital. El alumno necesita forjarse una imagen como objetivo para llegar al éxito que probablemente dista de su biografía.
Realmente ese profesor debiera despertar el deseo de aprendizaje, de desarrollar la capacidad crítica del pensamiento y de abordar desafíos y problemas de forma creativa.
Es necesario comprender.
Comprender a los alumnos, puesto que nosotros también hemos sido alumnos.
Probablemente una de las raíces del problema sea la necesidad del conocimiento de sí mismo que tenga profesor, sobre todo cuando su objetivo sea hacer una carrera de éxito, también con una imagen como objetivo.
“El guardián del centeno” de D.S. SALINGER, es una bildungsroman o novela de aprendizaje, algo controvertida, que nos puede servir de modelo para mostrar esta temática.
En ella relata como el profesorado americano también estaba sumergido en una sociedad masificada, de éxito, en aquella época de postguerra. Un profesor abandona tempranamente a un alumno, rechazando su entrega y cariño por priorizar su propio interés profesional.
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El protagonista, Holden Caulfield, es un adolescente que experimenta un sentimiento de abandono y desencanto. Está alienado y frustrado por la falta de autenticidad en las relaciones con los adultos, especialmente en el ámbito educativo.
A lo largo de la historia, Holden busca desesperadamente a alguien que lo entienda y lo escuche de manera genuina, pero se encuentra con profesores que no están dispuestos a involucrarse emocionalmente con sus alumnos y, que en cambio, priorizan su perspectiva profesional académica.
Esta novela plantea el tema de la falta de compromiso y sensibilidad por parte de los profesores, quienes se enfocan únicamente en impartir conocimientos sin prestar atención a las necesidades emocionales y personales de los alumnos. Refleja el egoísmo de algunos educadores que se centran en su propio estatus y éxito profesional, sin considerar el impacto que pueden tener en la vida y el desarrollo de sus estudiantes.
A través de la historia de Holden, Salinger nos invita a reflexionar sobre la importancia de establecer conexiones auténticas y de cuidar el bienestar emocional de los alumnos. Destaca la necesidad de profesores comprometidos, que estén dispuestos a escuchar, entender y apoyar a sus estudiantes más allá de la mera transmisión de conocimientos.
Por esto, en repetidas ocasiones defiendo que cada profesor en su Módulo, debe de instruir tutorizando. El profesionalismo sanitario comienza en la relación entre el profesor y este futuro profesional de la Sanidad que ahora es alumno.
J.D. Salinger escribió "El guardián entre el centeno" con el objetivo de retratar la alienación y la búsqueda de autenticidad en la sociedad estadounidense de la posguerra. La novela fue publicada en 1951 y se convirtió rápidamente en un clásico de la literatura estadounidense. Pretendía expresar su propia visión crítica de los adultos que habían perdido su autenticidad de la juventud. Por ello explora temas como la alienación, la pérdida de la inocencia y la falta de conexión emocional en las relaciones humanas.
La obra podría haber sido escrita ahora. Refleja el desencanto, la rebeldía de la juventud de la época, la necesidad de encontrar un sentido de pertenencia y de comprender el mundo que los rodea.
Salinger quería llamar la atención sobre los problemas emocionales y psicológicos que pueden surgir cuando los valores y las expectativas de la sociedad entran en conflicto con la individualidad y la autenticidad personal.
El Diario de clase del alumno
Quiero destacar la necesidad de un Diario de clase del alumno donde éste refleje los diversos contenidos impartidos frente a las reacciones íntimas y el progresivo cambio personal a lo largo del curso. Es hacer consciente el aprendizaje. Algunos profesores se muestran escépticos ante esta actividad.
A mis alumnos les propongo que diariamente deben escribir, al finalizar la clase, en los últimos minutos, un texto en un documento personal privado, en su carpeta de correo.
Para orientar el contenido les indico 4 cuestiones abiertas:
De forma sistemática, todos los días las van contestando. Yo los leo periódicamente, sin anotar ninguna valoración. Además de servirme de autoevaluación como profesor, voy conociendo personalmente a cada uno de ellos. Ellos se van desahogando y comprueban que sus sugerencias y quejas se resuelven. Comprueban que no hay represalia frente a su valoración.
Los resultados son sorprendentes. Hay una progresión de su instrucción, hay una maduración y adquisición de hábitos sanos. Comprueban la utilidad de sus conocimientos. Establecen una relación más profunda con el profesor.
Resumiendo,
Como CONCLUSIÓN,
quisiera decir personalmente como profesor, que:
Creo en la capacidad humana de (con)vivir en paz.
1 añoQué bella lección para hacer posible la convivencia global pacífica. Gracias por este artículo, sobre el que reflexionaré unos días, además de leerme el libro sugerido y cuyo título me ha llegado en las pasadas semanas por vías tan diversas que merece ser muy tenido en cuenta.
Professora de Formació i orientació laboral
1 añoGenerar ese aprendizaje compartido, implica respetar, valorar la diversidad de nuestro alumnado, por lo que respecta a sus motivaciones, valores..
Professora de Formació i orientació laboral
1 añoRespecto al comentario anterior, creo que es necesaria esa auténtica interacción con el alumnado, genera un aprendizaje compartido. Al final el alumnado recordará como le hizo sentir su profesor/a.... Jose Luís gracias por ser un buen referente para tod@s nosotr@s