¡Aviso importante! Tu ego no es tu amigo

Aunque hay muchos que consideran que el ego y la confianza son sinónimos, la realidad es que estos dos términos son muy diferentes. La confianza es creer en ti mismo y en tus habilidades de manejar cualquier cosa que se interponga en tu camino, sin embargo el ego se mueve por interés propio y busca aprobación, validación y elogios a cualquier precio, renunciando a la posibilidad de obtener un mejor resultado para querer siempre tener la razón. Además es resistente al feedback y esto nos impide el aprendizaje de las lecciones que son realmente importantes.

Cuando se trata del lugar de trabajo, estas son las mismas diferencias que pueden hacer que desarrolles tu carrera o acabar con ella. Esto es porque cuando dejas que tu ego tome las riendas, se crea un mal comportamiento. De repente nadie puede hacer el trabajo tan bien como tú y el sentido de trabajar en equipo se va por la ventana. Teniendo una perspectiva egocéntrica va a hacer que cierres tu mente a nuevas soluciones y va a impedir que aprendas cosas nuevas. De esta forma, tu crecimiento pronto llegará a su fin, así como tus contribuciones a tu empresa. A partir de este momento, es sólo cuestión de tiempo que la administración se canse del drama y se cuestione los valores y resultados que puedas aportar. Mantener tu ego bajo control es necesario, y así es como puedes lograrlo:

• Despersonalización — Deja de gastar energía o tiempo en el trabajo para hacer ver o probar a los demás que tú tenías razón y probar que ellos estaban equivocados. Tu necesidad de ser más apreciado y de tener más crédito es lo que te está impidiendo utilizar tu energía para mantenerte enfocado en añadir valor y contribuir hacia las metas de tu empresa. Esto te conducirá hacia mejores resultados y te mantendrá emocionalmente barato.
• Acaba con tu mentalidad defensiva — La defensa es el primer acto de guerra… y siempre dará lugar a menos felicidad con otros empleados en tu empresa. Recibe al cambio o a los imprevistos con un simple “¡eso es fantástico!” o “¡es bueno saberlo!”, evita la discusión con tu nueva realidad y sigue adelante. Tener una mente abierta (en lugar de resistente) te va a poner en una mejor situación para poder tratar lo que esté por llegar.
• Concéntrate en lo que eres capaz de dar, no de recibir — Es muy fácil sentarse y destripar una estrategia o plan que no sea el tuyo y determinar formas en que podría fallar. En vez de juzgar las acciones o decisiones de otros, ofrece tu experiencia y conocimientos y haz lo que puedas para ayudar a mejorarlo y mitigar cualquier riesgo en lugar de empeorarlo. Puede que no te hayan consultado sobre el proyecto desde un principio, pero ese no es motivo para ocultar información que podría ser de ayuda para mejorar el plan. De esta forma, si evitas juzgar y ofreces tu talento, te convertirás en alguien muy valioso para tu empresa.
• Conduce hacia aprendizaje y resultados — Si hay algo que falla y las cosas no van como fueron planeadas, no importa de quién sea la culpa. Señalar con el dedo a otros y ser intransigentes puede que se vuelva contraproducente. En su lugar, enfócate en aprender de la experiencia. Considera aquello que se hizo bien y qué podría mejorar aún más. Si ves las cosas desde esa perspectiva, la experiencia servirá como enseñanza para conseguir mejores resultados en el futuro.

Al fin y al cabo, la confianza puede ayudarnos a avanzar hacia delante, mientras que el ego sólo nos va a detener o incluso hacer que retrocedamos. Darse cuenta de la diferencia entre uno y otro y actuando en consecuencia es lo que separa a los mejores del resto.

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Adaptación en Español del blog de Cy Wakeman en Forbes