Azar, Talento y Distribución. Liberalismo versus Ideologías Colectivistas.
En las ideologías colectivistas, como lo es el populismo, las personas le deben su vida a la masa. Vistas así estas no son más que una pieza del grupo, una mera representación de este. El axioma del que parten es que no hay individuo, solo existe la masa homogénea. Por eso cada vez que alguien logra un gran desarrollo, estas ideologías concluyen que ese ha sido el producto del grupo. Y dado que lo producido le pertenece al pueblo, este tiene que serle devuelto.
Esto mismo se observa cada vez que, por ejemplo, se anuncian expropiaciones a las grandes riquezas. Riquezas que se denuncian como si fueran robos, cuando no lo son. Como, por ejemplo, cuando quieren sacarle a Bill Gates o Elon Musk, quienes han creado grandes empresas que aportan muchísimo valor al mundo entero. No alcanza con que Bill Gates le haya brindado a la sociedad entera muchísimos más beneficios que los que él ha obtenido. Tanto porque la suma de ventajas que obtienen millones de personas todos los días en sus computadoras es infinitamente superior comparado con el estilo de vida que este lleva. Como tampoco alcanza con que ese beneficio ya haya sido captado por quienes intercambiaron voluntariamente su producido por los servicios que ofrece la empresa, como también por los trabajadores que recibieron su paga correspondiente. Nunca es suficiente, porque en la concepción colectivista todo éxito es una expropiación a lo producido por el trabajador, al grupo, al pueblo -palabras que buscan inspirar cierta misericordia. Y por lo tanto debe ser repartido entre todos por igual.
Dado que el populismo parte de la premisa falsa de que todas las personas son iguales, cualquier logro individual es considerado consecuencia de injustas ventajas, del azar o de las circunstancias, en lugar de entender que esas personas son más capaces que los demás. Para esas ideologías, así como fue Bill Gates podría haber sido cualquier otro. Por lo tanto debería existir un sistema de arreglos para que lo que obtuvo sea repartido al resto. Porque si el éxito se debe a las circunstancias y el azar -sean estas haber vivido en las cercanías de una universidad, por su herencia familiar, o la época- cualquiera haya sido la oportunidad extraordinaria que identifican, siempre se la establece como una prueba de obligación para con la comunidad. La suerte podría haberle tocado a otro y ocurrido lo mismo, piensan. Si no hay sujeto, solo grupo, entonces al ser cada uno igual a los demás todos somos intercambiables. Da lo mismo a quién le haya tocado, podríamos haber puesto a otra persona en ese lugar y el resultado hubiera sido el mismo, creen erróneamente.
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La versión liberal, en cambio, entiende que el azar es constitutivo del sujeto. Que así como uno no elige dónde nacer, ni el sexo que le toca, de quién enamorarnos, ni siquiera aquello que nos satisface o nos disgusta, el éxito también es algo que nos toca. Y no por ser azar es menos responsabilidad del sujeto. Justamente lo que nos toca, dentro del mar de posibilidades, es nuestra entera responsabilidad, tanto lo que hacemos con eso, como lo que nos toca ser. Aún cuando no lo hayamos elegido -sino que nos ha elegido- ese azar nos corresponde. En lugar de entrar en el eje justo-injusto propio de la versión populista, en la visión liberal el azar es lo propio de la realidad, de la vida. Se afirma lo que es: algunos nacen con más, otros con menos.
Lo que nos conduce a entender que, en lugar de atacar y aplastar las diferencias para intentar borrarlas, se las afirma. Aquí se hace una apuesta a estas diferencias porque se comprende que son una oportunidad. Quienes más pueden son una oportunidad para todos. Ellos son los que nos elevan, los que inventan y crean nuevas y valiosas ideas que nos permiten disfrutar de más beneficios. Es ayudándolos, en lugar de combatirlos, que las sociedades aumentan el bienestar general.
Sin duda podemos identificar muchas causas circunstanciales que podrían explicar parte de la capacidad de la personas. Por supuesto no es lo mismo una semilla que cae en un terreno fértil, de otra que cae en un desierto. Pero eso no es prueba de que tenga una deuda con el entorno. Más bien es prueba de que existen instituciones que son más capaces de facilitar el desarrollo de las personas. La calidad de las instituciones es lo que hace fértil a las circunstancias. Si hay países, ciudades, o universidades más representadas entre los talentosos, se debe a que quienes viven en esas zonas han desarrollado en el tiempo esas instituciones mucho más capaces de promover el talento. Dado que la aleatoriedad no nos permite saber dónde nacerá la próxima persona con talento, lo más conveniente es armar un sistema de promoción que abarque la mayor territorialidad y cruce todos los recortes sociales posibles. Donde estas instituciones permitan que los talentos, y las habilidades de cada uno se desarrollen, en lugar de ser aplastadas por ideologías. Es cuando una sociedad promueve el desarrollo individual, y la libertad de ser uno mismo, que obtiene los mayores beneficios grupales. Es en el intercambio voluntario, y no en el forzamiento obligatorio de una perversa e idílica igualdad, que se genera la verdadera solidaridad.
Analytics and Data Consulting Services. Chief Operations Officer & Co-founder at Merovingian Data. Power Platform and BI Certified Developer. Change Management Consultant.
2 añosTotalmente de acuerdo, qué bueno leer esto