Benditas prioridades

Benditas prioridades

El Comercio, 28 de agosto de 2019

¿Es una prioridad poner letra al himno de España? ¿Regular el botellón en les fiestes de práu es una prioridad? ¿Lo es la falta de pediatras? ¿O de nutricionistas? ¿La paridad y la brecha salarial son prioridades? ¿Y la FP dual? ¿O el acoso escolar? ¿Y la incineradora de residuos, el Archivo de Indianos o la descarbonización ? ¿Y los suicidios como mayor causa de muerte entre los varones? ¿Son prioridades la ley de memoria histórica, el grado de deportes o la guerra comercial con China? ¿O lo es la tasa de natalidad?  ¿Y la variante de Payares? En fin… ¿La piratería, el IVA cultural, el impuesto de sucesiones o las casas de apuestas son también prioridades? Pues, antes de seguir, qué quieren que les diga: que no lo sé; pero que, como ven, es muy fácil reducir ciertas cosas al absurdo. 

Eso de ver a quien quieres más, si a papá o a mamá, siempre es un absurdo. Y sin embargo funciona. Funciona porque el utilitarismo, mezclado con el miedo, los complejos, el victimismo y la empanada mental –todo junto- nos hace miserables; y, despistados como estamos, lo único que hacemos es pelearnos entre nosotros. Por todo. Incluidas nuestras lenguas. Sobre todo nuestras lenguas: porque si hay algo en lo que somos víctimas asustadas y, a la vez, propietarios y, por lo tanto, últimos responsables sin nadie más a quien echarle las culpas, ese algo es el futuro de nuestras lenguas. Y esto sí que va de prioridades. Claro que sí. Por eso, si usted no considera prioritario conocer ni usar alguna de nuestras lenguas, pues perfecto: no lo haga. Pero déjennos a los demás que sí lo hagamos. Es muy simple: aquí no se trata de que los que no saben algo lo tengan que aprender; se trata de que los que sí lo sabemos lo podamos usar, lo podamos hablar, lo podamos escribir y lo podamos leer sin que nadie se ofenda por ello: por oírlo, por verlo o por no entenderlo. Y es que, por supuestísimo, nadie es menos asturiano que nadie por no saber usar una de nuestras lenguas. No. Claro que no. Simplemente es más ignorante. 

Y, hablando de ignorancias y de imposiciones, yo, en toda mi vida, jamás –repito: jamás- conocí a nadie al que le impusieran usar el asturiano. Pero lo contrario sí. Eso sí. Eso lo vi hacer muchas veces, muchísimas veces; empezando por todas las que me lo quisieron hacer a mí y no lo consiguieron. Y, sin embargo, tengo que escuchar pacientemente, a gente muy preparada, declarar que “esperan que los asturianos no hagamos con la lengua la insensatez de Galicia”; o que “no debemos tener inquietudes de separatismo y tonterías de esas”; o que el asturiano “no nos aporta más que un gasto y una dificultad añadida para las empresas y las administraciones”. Ese es el nuevo mantra: con todos los problemas que arrastramos, ¡cómo vamos a perder tiempo y esfuerzo en ese invento del bable! Y lo más curioso de todo es que, los mismos que lo repiten, a renglón seguido añaden, sin despeinarse, que lo que nos hace falta es un esfuerzo colectivo para salir de este bache; un mayor aprecio por lo propio para emprender y creer en nuestras posibilidades; y una imagen mucho más fuerte de la marca Asturias para que nos hagan caso en Madrid o en Bruselas; y que todo eso es lo prioritario. Y eso es lo más freudiano de todo: que, al final, su receta consiste en despreciarnos a nosotros mismos para creer en nosotros mismos. ¿Y saben qué? que eso no funciona: eso de destruir el pasado para imaginar el futuro no funciona. Por mucho que nos lo expliquen no funciona; llevamos cuarenta años aplicándolo y no funciona: porque eso de escupir en la memoria de nuestros abuelos y de nuestros padres para luego rezarles no funciona. Y solo tiene una explicación: los complejos de inferioridad.

Y acabar con estos complejos, eso sí que me parece prioritario. 

Jorge Sariego

Director de Zona Asturias Este

5 años

Amén. No puedo estar más de acuerdo.

No puedo estar más de acuerdo contigo.Saludos desde bcn.

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