Demócratas y aristócratas
El Comercio, 2 de octubre de 2024
Las dos cosas; podemos y debemos ser las dos cosas: demócratas y aristócratas. Demócratas porque creemos en el gobierno del pueblo, en la libertad y todo eso. Y aristócratas — o meritócratas, si lo prefieren— porque queremos que ese gobierno lo ejerzan los mejores. La clave está en el equilibrio: contraposición de fuerzas, división de poderes y balance presupuestario; esa debería ser nuestra ideología común: limpieza, libertad, patriotismo, reglas claras y futuro abierto. Y renovar a las élites cada poco; ya saben: igual que a los pañales, y por la misma razón.
Por supuesto que las élites son el problema, pero también la solución. Y si lo miran bien, la historia no es otra cosa que una sucesión de enfrentamientos entre las clases altas y las clases formadas que vienen a sustituirlos; un conflicto, eterno, entre los poderosos antiguos y los nuevos ricos: una guerra cruenta de fuertes contra listos. ¿Y, nosotros, qué somos? Los asturianos, digo. Y es que últimamente —cachopu y culinos mediante— cada día parecemos más tontos, pintorescos y periféricos; los nuevos parias del norte: simpáticos, protestones y subvencionados, gentes sencillas y rústicas que no hacen más que pedir porque no están preparadas para dar, no saben decidir por ellos mismos y no hay que dejar salir solos a la calle. Nos pasa, por ejemplo, con los letreros: solos, en asturiano, no pueden vivir; necesitan estar acompañados de alguien, algún adulto serio que se haga cargo, un idioma de verdad, como el español, o el inglés. Y entre tanta adolescencia… ¿con qué autoridad vamos a exigir nada? Si no podemos ser ni fuertes ni listos ¿qué argumentos vamos a usar? ¿Qué desastre de modelo de financiación, por ejemplo, vamos a negociar así?
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Esta semana pasada nuestro gran debate político estaba en ver si nuestro presidente debía acudir, o no, a negociar a la Moncloa. Que no vaya, decían unos. Bueno, respondían otros, que vaya pero sin hablar de financiación. O que hable pero que no negocie; sin hablar mucho de Cataluña, que no nos afecta. O que hable, pero que no acepte nada… Y, al final ¿qué hizo, en nuestro nombre, nuestro presidente? Pues pedir, como siempre. Esta vez, cinco cosas: financiación, infraestructuras, industria, vivienda y rural. Ah, y lo del lobo. ¿Y qué conseguimos? Pues nada. ¿Y por qué? Por falta de equilibrio: porque toda negociación es un toma y daca y nosotros —los asturianos, digo— llevamos demasiado tiempo sin dar nada. Solo problemas.
¿Ofrecemos un modelo alternativo de financiación? No. ¿Ofrecemos estabilidad parlamentaria? Tampoco. ¿Ofrecemos un discurso sólido que aglutine voluntades? Menos. Y, lo siento, pero si queremos algo, algo tenemos que ofrecer, y hasta que no decidamos qué queremos ser de mayores —¿una provincia? ¿una nacionalidad? ¿nada de lo anterior?— nadie nos va ni a escuchar.
✨ CEO & founder en MASNORTE ♻️ Energías renovables 🌝 Energía solar fotovoltaica 🔋 BESS 💡 Mercado eléctrico ⚙️ Desarrollo de nuevos negocios, 📈 Gestión empresarial
5 mesesComo de costumbre Inaciu 👏🏽👏🏽👏🏽