Bienestar financiero: Educación, tecnología y economía conductual. El fin justifica los medios.
Lejos han quedado los tiempos en los que, a través del tablón de anuncios, se comunicaba a los empleados el último acuerdo en relación con el convenio colectivo, la implantación de un beneficio social o cualquier otra noticia en el ámbito laboral.
La irrupción de las nuevas tecnologías ha supuesto un cambio relevante en la forma de comunicarnos con los empleados, pero es precisamente la mayor facilidad, volumen de información e inmediatez, lo que hace más complicado captar la atención del empleado. No cabe duda de que estamos en una época de saturación digital, recibiendo diariamente mucha más información de la que podemos asimilar. Hacerse un hueco en el tiempo del empleado no es tarea fácil.
Teniendo en cuenta la necesidad de implantar sistemas de bienestar financiero en las empresas, debemos estudiar el comportamiento de nuestros empleados y facilitarles soluciones. Si no estaba claro, la crisis asociada al COVID-19 nos lo ha aclarado. Cualquier persona debe disponer de los conocimientos necesarios para poder gestionar sus recursos de la mejor forma posible, sobre todo durante las crisis económicas.
Debemos planificar nuestros gastos, conocer las diferentes opciones de inversión, planificar nuestra jubilación y disponer de cierto nivel de ahorro, que nos permita hacer frente a diferentes sucesos, previstos o imprevistos. Son sólo algunas cuestiones relevantes de nuestro día a día financiero, pero hay muchas más.
Como primer paso relevante, hay que proveer de educación financiera al empleado, utilizando un lenguaje claro y sencillo, haciendo lo más atractivo posible el proceso de formación. Debemos dar por terminada la época de la compra de servicios financieros únicamente por referencias y por supuestas rentabilidades atractivas, hay que profundizar en el conocimiento y en las consecuencias asociadas a los diferentes escenarios.
Sin un conocimiento adecuado, las decisiones asociadas a los productos financieros no serán correctas, y difícilmente se cumplirán las expectativas del empleado. Debemos garantizar la comprensión de los conceptos, facilitados de forma independiente, no sesgada, y personalizada, que le quede todo claro al empleado. Métodos tradicionalmente utilizados han sido costosos y poco efectivos (envío de documentación voluminosa, atención de llamadas en RRHH, etc.), frecuentemente se producen preguntas recurrentes sobre los mismos temas.
La tecnología nos brinda múltiples opciones y nos permite hacer un seguimiento de las preferencias del usuario, analizar diferentes métricas y comportamientos asociados, vinculando la educación financiera con la economía conductual, descubriendo la forma de estimular el comportamiento para alcanzar el objetivo deseado: el bienestar financiero del empleado. Conocer el proceso de toma de decisiones es fundamental.
Utilizamos múltiples técnicas de atracción basadas en la economía conductual, facilitando información al empleado y analizando permanentemente sus necesidades, para mejorar la comunicación y potenciar conocimientos concretos. No es únicamente un proceso de venta de productos o asesoramiento, previamente debemos educar al empleado, vinculando el conocimiento a sus necesidades, para formarle y obtener beneficios para todos, para él mismo y la propia empresa. El proceso de venta de productos debe ser posterior, en un primer momento nos enfrentamos a un apasionante proceso, más psicológico que económico, donde las decisiones están más vinculadas al marketing digital y a la estimulación del usuario para la adquisición de conocimientos y la toma de decisiones.
Es fundamental abrir la puerta del conocimiento al usuario, pero el verdadero mérito consiste en que entre, y sobre todo, que permanezca dentro en el tiempo, dado que todo lo relacionado con el bienestar financiero no es inmediato, se asemeja más a un viaje en el tiempo, donde las decisiones varían con la edad, con las circunstancias personales, el entorno macroeconómico, el horizonte temporal, la percepción del riego y múltiples variables adicionales, que nos acompañan a lo largo de toda nuestra vida, no sólo hasta la jubilación, posteriormente seguimos gestionando nuestros recursos, pero sin obtener una fuente de ingresos del trabajo.
En ese viaje no podemos tener una visión única para todos, cada generación va mostrando diferente afinidad a los diferentes beneficios sociales, incluso nos encontramos combinaciones de diferentes generaciones en parejas de edades muy diferentes. Para todos debemos llegar al mismo fin, utilizando los mismos medios, pero el mensaje será diferente y dependiente del comportamiento individual.
No es que lo hayamos hecho mal en épocas anteriores, es que ahora tenemos oportunidades inmejorables para facilitar el bienestar financiero a los empleados, utilizando la tecnología y el estudio del comportamiento del usuario, adaptándonos en todo momento a sus nuevas necesidades y optimizando los sistemas de beneficios sociales. Para llegar al mismo fin, ahora podemos hacerlo mucho mejor, de forma más sencilla y eficiente.