Camaleones
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Camaleones

Si buscamos la definición de la palabra cambiar en el diccionario de la RAE podremos ver que tiene muchas acepciones. Cambiar significa dejar una cosa o situación para tomar otra, convertir algo en otra cosa, modificar la apariencia, recibir una cosa a cambio de otra, pasar las marchas en los coches, y otras más.

Cambiar es evolucionar hacia un nuevo estado, un estado diferente al presente, esto no quiere decir que el cambio esté vinculado o nos asegure un resultado mejor, más elevado, superior al actual. Significa ir hacia u obtener algo Diferente.

Los seres humanos estamos programados o hemos aprendido o nos han inculcado que uno debe buscar el cambio, la vida está en constante movimiento y cambiar es evolucionar. Por ello, vemos raro a los que no cambian, a los que se mantienen en una postura ausente de movimiento durante largos períodos de tiempo. Mantienen puestos de trabajo por años en el mismo sitio, sólo han conocido un amor, han vivido siempre en el mismo sitio, tienen rutinas cotidianas.

Cuando percibimos que alguien no busca lo diferente, solemos sentir inquietud, solemos extrañarnos, solemos cuestionar.

Existe un grupo de personas que muchas veces se ven forzadas a pensar en cambios a lo largo de su vida, aún cuando la vida que llevan no tiene nada aparente para cambiar, para ser diferente. En sus cerebros se enciende la alerta que indica que ya ha pasado un tiempo prudencial del anterior cambio, que hay que ponerse en marcha, que hay que provocar la diferencia. Estas personas suelen cambiar con frecuencia. Las rutinas no son sus aliadas, las largas estancias tampoco, repetir restaurante menos. Se ven movilizadas por una fuerza interior superior al bienestar que estén disfrutando en ese momento. Buscan otro horizonte. Necesitan moverse. Nada asegura el éxito en la diferencia. Pero sólo el intento les merece la pena. Son buscadores activos de la felicidad a través de la adrenalina que supone abandonar para conseguir. Algunos pueden llamarlos emprendedores, optimistas, activos, entusiastas, tornados. Otros pueden verlos como unos inconformistas natos, ausentes de compromiso, inestables, inmaduros, pesimistas.

Existe el otro grupo, aquellos que se sienten seguros, cómodos, a salvo en el mundo de lo conocido. No los atrae la duda o la incertidumbre. Hacer las maletas les cansa, planificar el cambio les abruma. Explicar a su entorno por qué cambiarían sería un esfuerzo que no están dispuestos a afrontar. Para este grupo de personas donde se está, se debe estar. Sumando y restando. Fracasos y éxitos, dolores y alegrías. Nada mejor que el entorno conocido. Nada peor que la incertidumbre de una puerta por abrir, de una sabor que descubrir, de un paisaje nuevo que pintar. Algunos los llaman perdedores, pesimistas, faltos de actitud, conservadores, mediocres, aburridos, cobardes y hay otros que cuando los miran los envidian inclusive, los ven como maduros, gente que sabe lo que quiere, seguros, sólidos, estables.

La diferencia de la valoración está en quien aprecia el cambio desde fuera.

La diferencia está en el ojo de quien mira.

¿Es bueno entonces cambiar? 

Cambiar está asociado con un movimiento, voluntario, que algunas veces se ve acelerado por presiones externas o internas. Cambiar es bueno si se es consciente que uno va a comenzar un proceso de transformación en uno o varios aspectos de su vida. Si toma ese hecho como un paso hacia la búsqueda, temeraria o concienzuda, de una evolución, de un estado mejor o superior. El éxito del emprendimiento dependerá de la determinación, del valor, del deseo, de la necesidad del cambio.

Es bueno cambiar, si se sabe cómo empezar el proceso.

¿Cuándo cambiar?

Se sabe mucho antes del inicio del proceso. El cambio se percibe de muchas maneras. Se manifiesta, con alarmas, mensajes, con incomodidades allí donde antes había confort, con ausencia donde antes había compañía, con rabia donde antes había sosiego. Cambian antes que nosotros mismos las circunstancias que nos rodean. Las conversaciones empiezan a ser diferentes, incómodas, las miradas se sostienen menos tiempo, el trabajo no se resuelve con tanta prestancia. Se desarrolla el sentido de la supervivencia. Comienza a crecer una cierta incomodidad a la situación actual. La silla en la que uno se sienta ya no es tan confortable como antes. Entonces y sólo entonces, el proceso es inevitable. Para los optimistas y para los pesimistas, para los valientes y para los cobardes, para los emprendedores y para los conservadores. El instinto de supervivencia se activa y se inicia la evolución.

¿En qué nos transforma el cambio?

Como los camaleones, que cambian de color, el cambio nos permite adaptarnos a un nuevo entorno, protegernos de una amenaza, pasar desapercibidos ante un riesgo, mostrar nuestro mejor yo, mudar la superficie, manteniendo la esencia. 

El cambio nos transforma en una nueva versión de nuestro actual yo.

Carolina Galiani

Jaime Llambías

Head Hunting Premium IT SAP & Gestión | Consultoría Estratégica SAP | Liderazgo e Innovación | Formación Equipos IT | Desarrollo de negocios | CIO | Dirección Proyectos IT | SAP

6 años

Muy bueno para pensar! Gracias Carolina!

Enrique Zorrilla

Head of Transformation @ WPP Spain | Strategy, M&A, Sales Coordination and Communication

7 años

Gracias Carolina, no viene mal sacudir de cuando en cuando las conciencias acomodadas...

Martin Cadorin

SAP ABAP Senior Developer

7 años

Excelente Caro!

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