Cambio y Descontento: Los Motores de las Próximas Elecciones

En uno de sus últimos videos de YouTube, Jaime Bayly compartió su teoría sobre el reciente favoritismo hacia Trump en las encuestas, atribuyéndolo, en gran parte, a que Kamala Harris no ha logrado distanciarse de las políticas de Biden. Esto convertía a Trump en la opción de cambio, mientras que Harris quedaba como la continuación de la administración actual. Creo que Bayly tiene mucha razón y que este fenómeno no es exclusivo de Estados Unidos. En América Latina, hemos visto cómo el “cambio” es quizás el tema más recurrente en las elecciones recientes. Tanto Bolsonaro y Lasso en la derecha como Petro y Boric en la izquierda llegaron al poder como figuras del cambio. Todos captaron el voto de aquellos descontentos con el status quo, con una promesa de transformación. A medida que nos acercamos a las elecciones de 2025, toca preguntarnos qué factores irracionales operan detrás de esta marcada inclinación hacia el cambio.

Efecto de novedad y sesgo de contraste. En un entorno de incertidumbre, lo nuevo es sinónimo de progreso, incluso si el cambio no garantiza resultados positivos. La presencia de una opción nueva y diferente aporta un contraste que, ante la falta de avance, se percibe como la única alternativa.

Fatiga del status quo. La continuidad política resulta agotadora cuando hay una larga historia de promesas incumplidas. Esto lleva a muchos votantes frustrados a ver la ruptura total y hasta radical como la única salida viable.

Sesgo de inmediatez. En contextos de problemas persistentes, las promesas de cambio más inmediatas se vuelven más atractivas. Los mensajes centrados en soluciones directas y rápidas encuentran eco en una audiencia que quiere ver resultados visibles y rápidos. Por contraste, el status quo y la continuidad se asocian con lentitud y falta de acción.

Ante este panorama, es previsible que ningún político de carrera tenga opciones reales de ganar las próximas elecciones presidenciales en Perú. Es probable que, una vez más, el próximo presidente o presidenta sea un outsider que capitalice el descontento generalizado y la demanda de cambio. El verdadero reto para su equipo de campaña y de comunicaciones será plantear una propuesta transformadora que no solo prometa romper con el status quo, sino que inspire confianza y ofrezca soluciones tangibles y rápidas, superando la tracción que ya generan las opciones de cambio radical y violento que algunos candidatos ofrecen en el panorama electoral.

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