La Era de las Creencias
Hace poco, en una clase de comunicación conductual, alguien me comentó que el spot "Perú, Nebraska" no le había gustado porque era limeñocéntrico y poco inclusivo, y por eso dudaba de su éxito fuera de Lima. Le expliqué que, aunque la crítica sobre la inclusión podía ser válida, varios estudios demostraban la enorme efectividad de la campaña a nivel nacional. Sin embargo, la persona desestimó los datos y se mantuvo firme en su postura de que la campaña no había funcionado. No había caso: su opinión pesaba más que los hechos. Me quedó claro que, a veces, la evidencia puede ser tan útil como un tenedor para tomar sopa.
Bienvenidos a la era de las creencias, donde la verdad objetiva ha pasado a un relegado segundo plano. Nos encerramos en lo que ya creemos, buscamos información que refuerza nuestras ideas y desechamos lo que nos contradice. Esto se llama sesgo de confirmación, un fenómeno muy conocido y estudiado que nos lleva a vivir en burbujas, tanto físicas como virtuales, donde solo escuchamos lo que nos da la razón.
¿El resultado? Consecuencias preocupantes:
Polarización social: Las sociedades están cada vez más divididas, con menos disposición a escuchar perspectivas diferentes. Esto se traduce en conflictos más frecuentes y menos espacio para la colaboración y el consenso.
Propagación de fake news: Un informe del MIT reveló que las noticias falsas se difunden un 70% más rápido que las verdaderas, porque refuerzan lo que queremos escuchar. Esto impacta directamente en elecciones, salud pública y la confianza en las instituciones.
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Desconfianza generalizada: El Edelman Trust Barometer muestra que la confianza en las instituciones y los medios de comunicación está en su nivel más bajo en 20 años, lo que complica la resolución de problemas globales, desde el cambio climático hasta las pandemias.
Ante este panorama, el método científico sigue siendo un valioso remedio, un oasis de escepticismo, racionalidad y curiosidad. Con sus limitaciones, ofrece un camino abierto al escrutinio de pares, a la crítica y al debate, respaldado por una metodología sólida de verificación de hechos. No se trata solo de tener una opinión, sino de someterla a la prueba de la evidencia y aceptar que nuestras creencias no son infalibles. El progreso requiere la valentía de cuestionar, contrastar y enfrentar la realidad, incluso cuando incomoda.
Y si no estás de acuerdo conmigo, todo bien, así es como se empieza a cuestionar. 😉
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