Catalunya y España, lealtad y territorio
En muchas ocasiones cuando hablamos de política es muy complicado dejar a un lado el sesgo ideológico que todos tenemos, parece que pasa como con el deporte, cuando hablamos de fútbol las bajas pasiones son las que hablan por nosotros, más que nuestro propio cerebro.
Me gustaría plantear una serie de cuestiones sobre el proceso de cambio político que se está viviendo en Catalunya y en España.
Gane la opción que gane se presume necesario que la relación política entre los dos entes, tanto el autonómico/ estatal catalán como el estatal español debe adaptarse a la realidad social de ambas regiones y no a la idea que tengan unos señores sobre la España del siglo XV.
Considero que las negociaciones deberían girar entorno a dos situaciones, según gane el sí o el no.
Antes de desgranar las que considero, serían, las mejores opciones sí quiero especificar que siempre consideraré como mejor solución una que sea pactada, con civismo educación y perspectiva, el deporte es el deporte, pero en política cualquier cuestión debería poder ser discutida sin mencionar continuamente la necesidad de bombardear Barcelona o de enviarnos los tanques por la Diagonal.
Si en Catalunya gana el Sí con contundencia, esto es, la lista del President y la lista de las CUP obtienen un número de escaños y de votos tan destacable que negar la mayor se torne imposible, entonces el gobierno debería iniciar un proceso de dialogo en el que se establezca una salida pactada.
Una de las cuestiones más importantes y que más se mencionan en este tipo de procesos, es la seguridad jurídica. Está claro que un proceso de secesión origina incertidumbre e inseguridad jurídica, pero ello no debe suponen ningún tipo de limitación al ejercicio de la democracia. Es por ello, por lo que la negociación y la planificación donde se establezcan los pasos a seguir, determinados y bien explicados, dejando la improvisación a un lado en la medida de lo posible, son tan importantes.
Se necesitarían unos plazos, unas serie de pasos negociados, la cesión de poderes debería ser progresiva pero sin sobresaltos, ello debería hacerse buscando siempre la colaboración positiva del gobierno de España.
La inseguridad que se generaría en un proceso sin consenso perjudicaría a ambas economías, habría que distribuir la deuda pública, la caja de la seguridad social, etc.
Lo ideal sería que la unión europea ejerciera de árbitro del proceso. No tengo clara la necesidad de Catalunya de pertenecer a la Unión Europea. Lo que sí tengo claro es que España debería ser nuestro principal socio comercial, separación no tiene por que significar divorcio con violencia.
En el caso de que el No ganara o de que el sí obtuviera un apoyo demasiado escaso entonces Catalunya debería dejar pasar, al menos una generación, esto es 25 años hasta no volver a plantear otro proceso igual.
Ningún país se puede permitir tanto tiempo de inestabilidad institucional, de paralización de leyes y dejadez en la acción de gobierno en materia económica. Deberían quedar blindadas competencias como sanidad y educación, el debate de la inmersión lingüística en Catalunya es absolutamente estéril, y se debería dotar a Catalunya de una financiación en la que el déficit fiscal no excediera el 4% del PIB regional calculando las balanzas fiscales por el método de los flujos monetarios.
Una vez establecido un sistema de financiación justo para los próximos 25 años, se deberían igualar a través de todas las comunidades las tasas impositivas, estandarizar y universalizar la diferente normativa administrativa requerida a las empresas.
Si el no, gana, debería existir una mínima lealtad institucional por ambas partes, para dejar el debate y la tensión a un lado y colaborar durante el futuro próximo por tal de superar las diferentes adversidades que el futuro próximo nos depara.