Cerrar el ciclo del (re)ciclaje
Ilustración: Martirena

Cerrar el ciclo del (re)ciclaje

Por Yinet Jiménez Hernández

El hombre va a la tienda a comprar una, dos, tres cervezas. Saborea y bebe hasta la última gota. Al rato, no le tiembla la mano para pedir una, dos y tres más; tampoco para dejar las botellas vacías en una esquina de la mesa, arriba de un banco del parque o en la base de cualquier poste de la ciudad.

Del otro lado de la escena, hay quienes esperan para limpiar el desorden. Ágilesy previendo que la gravedad haga trizas su sustento, los seis envases van de cabeza a su saco pesado, relleno de latas aplastadas, trozos de cartón y hasta periódicos magullados. Una vez clasificadas por el ojo aguzado de la necesidad, cada elemento —por separado— emprende el largo camino hacia el reciclaje. Eso, si tienen suerte.

De ser así, las seis botellas de vidrio serán vendidas en cualquiera de las 26 casas de compra de la Empresa Provincial de Materias Primas de Villa Clara. Una vez clasificadas y procesadas, algún comprador las reintegrará a nuevos procesos de producción. Si no, sería alto el por ciento de probabilidades de que dichas vasijas apoyen la polución en el vertedero más cercano.

La cuenta es sencilla: la cantidad de envases de vidrio que se reintegra a los procesos productivos del país resulta ínfima en comparación con la circulante. La importación de bebidas y licores, unida a la debilitada infraestructura de reciclaje, presupone que, como en la mayoría de los casos, la demanda supere la oferta.

Por ello, aunque la Empresa Mixta Cervecería Bucanero S.A. cumplió el plan de compra a la empresa villaclareña en 2017, la saturación de las correspondientes botellas en los almacenes es evidente. Tampoco basta con que la Empresa de Bebidas y Licores (EMBELI) de Villa Clara, así como otras mininidustrias locales, constituyan activas consumidoras de los frascos reciclados. Entonces, ¿cómo enfrentar el desequilibrio que impacta nuestro medio ambiente? ¿La solución?, hasta ahora, tratar de fortalecer conexiones con las pequeñas entidades locales y la exportación.

Una empresa de reciclaje se encuentra atada de pies y manos a varios agentes. Por una parte, depende de la venta de productos de las industrias nacionales, de su ciclo de consumo, de los tipos de envases que se encuentren circulando, de las importaciones y de la comercialización de estas. Por otra, se mueve según las necesidades de los compradores, de los altibajos de sus productos y su éxito o fracaso en el mercado.

Por ejemplo, en 2017 la compra de envases reciclados del sector farmacéutico quedó dañada: las áreas químico-dispensarial y de medicina natural tradicional incumplieron el plan en un significativo porcentaje. Consecuentemente, la Empresa de Materias Primas se vio obligada a frenar la compra de dichas tipologías de envases. Ello afectó a los proveedores y su fuente de ingresos.

Sin embargo, resulta paradójico que teniendo tanto vidrio para procesar, muchos sectores, incluyendo el farmacéutico, deban importar envases para comercializar sus productos. Ello ocurre porque en el país, pese a los esfuerzos, aún no se producen suficientes recipientes para cubrir las demandas. Entonces, para reducir las sumas que se destinan cada año a importar envases, quizá sería más útil y barato ampliar las funciones de las empresas de materias primas: ascenderlas de simples intermediarias a auténticas industrias de reciclaje y, ¿por qué no?, producción.  

Aunque en el Plan Estratégico de Inversiones hasta 2030 consta la necesidad de una planta de residuos sólidos, es vital que los organismos busquen, por sus propios medios, alternativas para crear condiciones. Por ello, conjuntamente con la Universidad Central «Marta Abreu» de las Villas, la provincia cuenta con una trituradora que procesará las botellas rotas.

Luego de la realización de pruebas para el control de la granulometría del vidrio resultante, se llegó a la conclusión de que la máquina está apta para apoyar la industria del fósforo y la confección de bloques de construcción de nueva fórmula. Dicha innovación se haría responsable de un gran volumen de ese material que circula en casas y vertederos, apoyaría disímiles industrias, reduciría la polución y sería una importante fuente de ingresos para las personas que viven de esa actividad.

Alentadas por los resultados y la urgencia de una infraestructura más productiva, la Empresa de Materias Primas pudiera extender sus invenciones para procesar otros materiales de igual demanda.

Más que un lujo o un «querer atemperarnos al siglo xxi», el reaprovechamiento de la materia prima constituye una vía imprescindible para acercarnos a una economía autosostenible y medioambientalista. De esa manera, cada elemento pudiera continuar el largo camino del reciclaje, sin apelar a la suerte.

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