El poeta triste que murió de la risa
Por Yinet Jiménez Hernández
La historia de la cultura está repleta de misterios, extravagancias y sucesos paradójicos. Sin embargo, dichas historias yacen tras bambalinas. Pocos conocen que van Gogh vendió solo una de sus pinturas; que Pablo Picasso quemó varios de sus dibujos para desafiar el frío; o que, las especulaciones históricas acusan a Leonardo da Vinci y Miguel Ángel de diseccionar personas vivas para sus estudios anatómicos.
Lo cierto es que Cuba, por pequeña que parezca, tampoco se encuentra exenta de absurdos en el mundo de las artes. Esta vez, les propongo conocer la historia de un poeta triste que murió de la risa.
Julián del Casal, extremo romántico, se conoce en la literatura por la creación de una poesía «doliente y caprichosa». Triste y pesimista, el exquisito príncipe de la melancolía —a decir de Rubén Darío— siempre estuvo acompañado de la fatalidad. Huérfano de madre a los cuatro años, la pobreza lo acompañó toda la vida. El repudio social, a causa de su homosexualidad, fue constante. Y la asfixia del mundo colonial en la Isla carcomió sus entrañas.
Desesperado, por muchos años esperó la muerte, una muerte elevada, digna, romántica. Contradictoriamente, la irónica desvergüenza de un chiste casual hizo que muriera atacado de la risa, el 21 de octubre de 1893. Hasta hoy se discuten las posibles causas de su deceso.