Chakra del plexo solar desequilibrado
Emori Vega decide acudir a una tarotista para consultar e interpretar su estado emocional y descubre una gran inestabilidad en autoestima y poder personal.
El antagonista de esta historia es una mente que se opone al amor propio. Una mente que posee conflictos interpersonales y resulta en inseguridades que conllevan a baja autoestima e impiden el desarrollo del poder personal. Una mente llena de emociones incomprendidas y menosprecio que nublan la percepción, el pensamiento, la consciencia y la imaginación de Emori Vega.
Sentimientos agridulces
Emori intenta dormir, pero su nube de recuerdos se lo impide. Cierra los ojos y comienza a recordar su niñez con mucha nostalgia, cuando era libre del qué dirán, las estrías y la celulitis. Llora un poco mientras recuerda el punto de inflexión de su adolescencia, una que comenzó dulce, pero se tornó amarga.
Abarca el sentimiento de frustración al recordar sus 15 años, cuando se abrió por primera vez una cárcel en su mente de la cual sería prisionera por el resto de sus días. Las mentiras de los medios y de la cultura en su sociedad se convirtieron en su realidad, y fue en ese entonces, que dejó de vivir su vida para vivir la de los demás.
Queda drenada de memorias y así culmina su ciclo de desesperanza nocturna. Con un vacío en su interior, Emori se queda dormida sin saber que algo mágico le esperaba al día siguiente.
Momento de revelación
Emori despierta y comienza su rutina mañanera vaciando su vejiga y la termina con un sorbo de café notando que su madre ríe incontrolablemente y quiere saber por qué.
“¿A qué se debe tanta alegría?”, pregunta Emori. Su madre le responde: “Acabo de salir de una consulta telefónica con una tarotista y me dijo muchas cosas positivas. Me dio esperanza. Deberías intentarlo. Te voy a enviar su número de teléfono por WhatsApp.”
Emori queda asombrada porque no podía creer que su mamá había hablado con una “brujita”. Le parecía ridículo, pero llena de curiosidad, decide sacar una cita de adivinación.
Llamada entrante, llegó el momento. “Eres una mujer hermosa, ¡pero qué dura eres contigo misma!”, le dijo Nilda a Emori. Al escuchar esto, se le forma un taco en la garganta y le comienzan a bajar lágrimas por las mejillas reconociendo el desprecio que siente por ella misma.
Emori dejó de amarse cuando fue consciente de su feminidad por primera vez a los 15 años. Lo único que ha sentido desde entonces es odio propio.
Todos los días sus “defectos” en el espejo le repugnan y se degrada a sí misma, era un secreto que se supone que nadie sabía.
De odio propio a resiliencia
“De ahora en adelante, lo primero que vas a hacer cuando te levantes es mirarte en un espejo y emprender afirmaciones positivas”, le sugirió Nilda. La interpretación de cartas continuó y Emori escuchó a Nilda con detenimiento durante una hora.
Fue una consulta espiritual llena de buenas noticias y al terminar la llamada, Emori traía la misma sonrisa incontrolable de su madre. Sentía que recuperaba la fe en sí misma y su vacío se llenaba de espiritualidad.
Desde entonces, en la oscuridad es su propia luz y alumbra los caminos con serenidad y fortaleza. Reconoce que no es invencible, pero nada la detiene. Emori es resiliencia.