Circular = (Sostenible + Km0 + Comercio Justo - Huella CO2) x Transversal ¡Ya tenemos la fórmula!
Los dos artículos anteriores han estado dedicados a desarrollar el concepto de compensación circular, y el valor que tiene a la hora de reducir –o mejor expresado, neutralizar- la huella medioambiental que generan nuestros residuos.
Además, hemos identificado las primeras dos fracciones que serían el objetivo más inmediato: primero la de orgánico, por su elevado peso específico en el mix de residuos; y tras ella, el sólido urbano, por su poco potencial de reciclado.
Con esto, quedó clara la importancia crítica de activar proyectos circulares que, de manera incremental, conformen el andamiaje de nuestro Plan de Circularidad de empresa, y permitan reducir paulatinamente esa huella hasta llegar a neutralidad, y posteriormente al deseado galardón de “Positive Footprint”.
En un futuro artículo desarrollaré el proceso de identificación de plataformas y vectores de compensación, susceptibles de articular proyectos circulares a su alrededor.
Pero en esta ocasión, me gustaría centrarme en el apellido “circular”, y remarcar algunos otros aspectos positivos que quizás pasamos por alto, si toda nuestra conversación danza sobre el único tema de la compensación .
Quise expresarlos de manera sintética, mediante la fórmula que da título al artículo.
Circular
Estoy convencido de la necesidad de usar con más propiedad este concepto.
Ganas me dan de lanzar la primera piedra, y cuestionar si estamos del todo seguros de querer mantener aún el dogma de que todo sistema o proyecto sostenible es circular, y lo mismo a la inversa.
Pero eso sería abrir una caja de Pandora, e irnos por carreteras secundarias que vete a saber a dónde nos llevarían.
En todo caso, baste como primera aproximación, el identificar como circulares aquellos proyectos que permitan la optimización del uso un bien o recurso, en una segunda o más ocasiones.
Sea habilitándolo para una nueva aplicación a su uso original, sea identificando potenciales usos alternativos.
En definitiva, todo lo que aleje ese recurso de la temida cadena productiva lineal, con el final de recorrido que queremos evitar a toda costa: el desecho.
Con esa definición -puramente de trabajo-, ya tenemos algunos factores positivos dignos de mención al hablar de circularidad, y que probablemente pasamos por alto.
Primero, que la reutilización implica ralentizar el ritmo de extracción de recursos disponibles.
Por decirlo de otra manera más visual, la circularidad nos aleja del día de sobrecapacidad de la tierra, -que lamentablemente cada año llega antes-.
Esto implicaría, por puro silogismo, que una industria -la que sea-, que en su proceso productivo ha sido capaz de efectuar “correcciones circulares”, se está dotando de un mayor nivel de autosuficiencia, al requerir de menor aportación de insumos, que una que mantenga un sistema productivo lineal tradicional.
A su vez, esto rebajará su nivel de dependencia externa, y por ende, le debería permitir incrementar el control que tiene sobre su proceso productivo.
Obviamente, siempre estamos hablando a niveles porcentuales. Otra cosa sería entrar en utopías autárquicas.
Si avanzamos en la revisión de los factores de la fórmula, permitidme una reflexión rápida sobre los mismos.
Sostenibilidad
Sin duda, un proyecto circular debe de ser un proyecto sostenible.
Y aquí entraría en juego un término que en su día ya tratamos: el ROIsostenible
El plantearse un proyecto circular, sin antes haber evaluado las consecuencias que tendrá –si, incluidas las económicas-, solo puede hacer que llevarnos a bajar las manos al cabo de uno o dos años, si no salen los números.
Si de verdad aspiramos a incrementar la circularidad de nuestro proceso productivo, debemos asegurarnos de que lo implantado, sea además duradero = sea sostenible en el tiempo.
Si lo hacemos así, ese proyecto circular no será percibido como un intento de retorcer el proceso que reduce su eficiencia, sino una mejora del mismo por una nueva vía. La de la aplicación de una doctrina circular.
Evidentemente, y como siempre hablamos, debe existir una concienciación a todos los niveles dentro de la empresa, que asuma la responsabilidad sobre nuestra huella medioambiental.
Y una preocupación genuina en su reducción paulatina hasta su neutralización.
Km0
La circularidad es inconcebible sin una gestión cercana. Sin en km0.
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Porque de no ser así, y por la premisa anterior, su ROI sería cada vez menos sostenible, conforme alejamos los actores unos de otros.
Por lo tanto, por definición, podemos afirmar que un proyecto circular nos habilita para hablar de economía y proceso productivo cada vez más de km0.
Comercio Justo
Interesante.
Aparentemente, circularidad no debería implicar per se una relación comercial justa…
¡Pero es que si no, no es sostenible!
Parémonos a pensar en que en anteriores artículos hemos hablado de la importancia de la sostenibilidad en las acciones, en la importancia de que sean coherentes desde el punto de vista de la cuenta de resultados, y no solo atendiendo a nuestra RSC.
Bien, pues si con esa música queremos bailar, no habrá más remedio que asumir que debemos establecer relaciones comerciales basadas en el win-win.
Ahora no por una pura cuestión cosmética, sino para poder asegurar la supervivencia de ese proyecto circular a medio y largo plazo.
Reflexionemos.
Si actúo siguiendo una dinámica de economía lineal globalizada, mi ámbito de aprovisionamiento, sin ser infinito, me garantiza un variedad de alternativas de suministro virtualmente ilimitada.
En cambio, si proyecto acciones circulares que involucren actores externos, cuya ubicación forzosamente será más cercana ... el número de alternativas decrecerá.
Eso me obliga, si quiero mantener ese proyecto en el tiempo, a asegurar, dentro de las especificaciones del proyecto, que existe el beneficio mutuo.
En caso contrario, me podría ver colgando del alambre en poco tiempo.
Emisiones CO2
Poco más que aportar aquí, más allá de lo evidente: un proyecto circular bien orquestado, debería implicar que la emisión de CO2 se vea sensiblemente reducida, si lo comparamos con un escenario en que no se hubiera implantado dicho proyecto.
El poner en marcha proyectos circulares que no impacten positivamente sobre la huella, será como mucho un costoso brindis al sol, guiado solo por un afán de protagonismo mediático mal entendido.
Y como decían nuestros abuelos, cuidado, que la mentira tiene piernas muy cortas, y se la pilla enseguida.
Transversalidad
Y para lo último, pero no el menor de los factores.
Muchas veces se nos escapa a pesar de su obviedad, pero es un hecho que los sectores económicos están interrelacionados.
Eso quiere decir que poner en marcha un proyecto circular, que implique que recojamos de otro sector esr recurso ya adaptado para su reutilización, tendrá un impacto directo evidente, en la economía de ese sector.
Y para modelar un ejemplo lo más claro posible, me permito usar un proyecto circular en desarrollo actualmente en el sector hotelero de Mallorca.
Es la transformación de residuo orgánico generado en estos establecimientos en compost, para luego reintroducirlo como abono de producción local, para fertilizar los campos de productores locales, que luego suministrarán a los mismos hoteles.
El proyecto se cierra con el compromiso hotelero, que implica la compra de este producto agrícola, de tal manera que el agricultor que ha creído en el proyecto circular, ve identificado un mercado potencial capaz de absorber su producción, compensando el cambio de su proceso productivo.
Resultados evidentes:
-producción local de fertilizante = decremento de dependencia de mercados de fertilizantes exteriores + mayor control de la producción – CO2 producido –nada que ver la producción local de compost, con traer fertilizantes en cargueros desde el otro lado del mundo-
… Pero también hay otros resultados no tan evidentes, pero igual o más transversales.
Aportar una perspectiva de futuro a un sector primario, cada vez más envejecido, sin recambio generacional, y que percibía como que la producción industrial procedente de fuera era imbatible.
Ahora se da cuenta de que si se compromete con la producción circular, esto le garantizará un nicho de mercado que no le podrá ser arrebatado desde fuera porque… si viene desde fuera en el ferry, ya no es circular ¿NO?
En definitiva, la aplicación de una doctrina de circularidad a la hostelería, consigue revitalizar, al menos parcialmente, las expectativas económicas de un sector en apariencia bastante alejado.
O como segunda derivada, una actuación desde el sector servicios sobre el sector primario, redunda en una mejora del suministro local para la población residente en una isla que depende en gran medida del exterior, para el suministro de bienes básicos.
¿No es esto lo que llamamos transversalidad?
La fórmula se cumple, cerrando otro círculo.
Empezando nuevas aventuras.
1 añoInteresantes y creo que acertadas reflexiones. El win-win tiene que formar parte del proceso para que funcione y añadiría que cada vez hay más productos que deben formar parte de esa circularidad.