Circularidad para vivir acorde a nuestras posibilidades
Hace poco se publicaba el último informe de la Convención Marco de la ONU sobre Cambio Climático, que apuntaba un hecho muy preocupante: no solo no estamos haciendo al ritmo adecuado los esfuerzos necesarios para mitigar el cambio climático para lograr limitar el calentamiento global a 1,5 ºC, sino que estamos en la senda contraria. El planeta pide -y los científicos advierten- reducir, y seguimos aumentando. Para limitar el calentamiento global del planeta a 1,5 ºC, para 2030 las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) deberían reducirse en un 45% respecto a los niveles de emisiones GEI de 2010. Sin embargo, según las Contribuciones Nacionales Determinadas (NDC) presentadas por los países en el marco del Acuerdo de París -los planes nacionales para reducir este tipo de emisiones-, la proyección de los objetivos y esfuerzos hoy plasmados en estas NDC para 2030 es que las emisiones GEI habrán incrementado un 16% respecto a los niveles de 2010. No solo vamos lento y tarde, sino que el signo de la tendencia, en lugar de ser un (-) es un (+).
Ante este dato preocupante, está claro que todas las industrias y sectores deben darse por aludidos, especialmente los más expuestos a mayor extracción de recursos naturales, pues aproximadamente la mitad de las emisiones totales de GEI, más del 90% del estrés hídrico y de pérdida de biodiversidad tienen como origen la extracción y procesamiento de recursos naturales, según UN Environment Programme. Ante este panorama, el fomento de la Economía Circular aparece en el tablero como una estrategia holística con potencial de revertir estas tendencias. Pasar del extractivismo a la reutilización, además de los beneficios en términos de impacto ambiental que puede conllevar, presenta también ventajas desde el punto de vista de una transición energética que aporte creación de valor económico. Estudios recientes señalan que el fomento de la economía circular puede traer, en la UE, un crecimiento de un 0,5% del PIB europeo para el año 2030 y la creación de hasta 700.000 puestos de trabajo.
La palabra "economía", en griego antiguo -del cual proviene- vendría a significar "administración de la casa". Si nuestra casa es nuestro planeta, lo que está claro es que no lo estamos administrando bien. Si algo podemos rescatar de la crisis financiera de 2008, que en Europa desarrolló en una crisis de deuda soberana, es aquel eslogan que los países del norte reacios a comunalizar la deuda entre todos los miembros de la UE utilizaban para señalar a los países del sur más castigados por la crisis: "Habéis vivido por encima de vuestras posibilidades". En el caso que nos ocupa ahora, tal como muestran año tras año los registros del Global Overshoot Day, no hay lugar a dudas: estamos viviendo muy por encima de nuestras posibilidades. El presupuesto de carbono y de recursos del que disponemos se agota a un ritmo altísimo, fruto de patrones de consumo y de producción insostenibles. Para empezar a gastar acorde a nuestras posibilidades, administrando mejor y de forma planificada el presupuesto de carbono del que disponemos, con una visión que mire más allá del corto plazo, se necesita concienciación (condición necesaria, pero no suficiente) y determinación.
Pero esto que a algunos puede parecerles como un problema no inmediato, en realidad tiene implicaciones muy significativas que se sitúan también en el corto plazo. Tal como muestran los escenarios climáticos publicados recientemente por el BCE, actuar ahora de forma decidida para recortar las emisiones de GEI puede evitar importantes pérdidas de beneficios para la economía, así como reducir el riesgo de quiebra de empresas. Además, a pesar de los costes de adaptación iniciales, en el medio plazo los modelos señalan un incremento notable de los beneficios derivados de la transición.
Con estos datos en la mano, lo que está claro es que no solo debemos -y podemos- actuar movidos por el miedo -el miedo que pueden suponer los impactos más visibles en términos de cambio climático, sumado al desencadenamiento de conflictos geopolíticos por cuestiones climáticas- sino también por la esperanza y la consecución de resultados. En otras palabras, no solo para evitar y mitigar riesgos, sino también para sacar provecho de las oportunidades derivadas de la adaptación al cambio climático. Oportunidades de negocio bajo un nuevo paradigma, el de desvincular crecimiento económico y materialidad de la economía.
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Para los más escépticos o reticentes, algunas oportunidades e incentivos para la adopción de modelos de circularidad en la empresa:
En definitiva, o nos apretamos el cinturón ahora, eligiendo el camino de una transición ordenada que nos permita aflojar el cinturón en un futuro, o el aplazamiento (o retraso) en la toma de medidas ahora hará que la realidad caiga por su propio peso más adelante y por sí misma nos convenza de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades durante más tiempo del permitido. La circularidad se presenta como una estrategia global e imprescindible en el marco general de actuaciones para gestionar de forma más eficiente el presupuesto del que disponemos. La inversión en la economía circular no solo tiene el objetivo de desasociar crecimiento económico y materialidad de la economía, sino también el potencial de desvincular el hecho de "apretarse el cinturón" y la penuria económica. Al contrario, en el marco de la inversión en modelos circulares de producción y consumo, apretarse el cinturón equivale a sufragar costes de transición a corto plazo que permitan el acceso a beneficios en el medio y largo plazo. Sembrar para recoger.