Cisjordania, La nueva fase del conflicto:

Cisjordania, La nueva fase del conflicto:

Desde finales de agosto de 2024, Israel ha incrementado significativamente sus operaciones militares en Cisjordania, una región ya marcada por el conflicto. Las (FDI) han lanzado una serie de ofensivas con el objetivo de desmantelar las infraestructuras de las milicias palestinas, especialmente en ciudades como Yenín, Nablús y Tulkarm. Estos ataques se enmarcan en un esfuerzo por frenar el aumento de la violencia armada palestina, que en los últimos meses ha crecido en fuerza y capacidad, gracias al apoyo de Irán. No obstante, este enfoque ha provocado una escalada de tensión que amenaza con desbordar el conflicto y llevarlo a una guerra a gran escala.


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Más gas al conflicto


La intensificación de la ofensiva israelí responde al aumento de la violencia por parte de las milicias palestinas, muchas de ellas vinculadas a Hamás, la Yihad Islámica y otras facciones armadas. Estas milicias, que han estado reorganizándose con el apoyo de Irán, operan principalmente en los campos de refugiados de Yenín, Nablús y Tulkarm. Según fuentes militares israelíes, las milicias han recibido entrenamiento y armas a través de contrabando facilitado por Irán, lo que ha incrementado considerablemente su capacidad operativa.

El periodista Antonio Pita, corresponsal de El País, explica que Israel justifica su ofensiva afirmando que debe neutralizar la amenaza creciente que representan estos grupos armados, que aunque menos poderosos que las milicias de Gaza, han fortalecido su presencia en Cisjordania. Según el analista Jesús A. Núñez, citado por eldiario.es, las fuerzas palestinas en la región están en constante crecimiento, lo que supone una amenaza estratégica para Israel, especialmente por la influencia de Teherán en el conflicto.

Uno de los elementos más preocupantes en esta fase del conflicto es el creciente involucramiento de Irán en Cisjordania. A través de su apoyo a las milicias palestinas, Irán busca desafiar la presencia israelí y extender su influencia geopolítica en la región. Este respaldo incluye el suministro de armas y entrenamiento militar, lo que ha permitido a las milicias palestinas mejorar su capacidad de combate y reorganizarse de manera más efectiva.

Según el periodista de DW, Nathan Brown, Irán ha aprovechado la fragilidad de la situación en Cisjordania para consolidar su presencia mediante sus aliados locales, como Hamás y la Yihad Islámica. Este apoyo iraní ha permitido que las milicias mantengan una resistencia sostenida frente a las incursiones israelíes, lo que complica aún más los esfuerzos de Israel por estabilizar la región.

El analista Fabian Hinz añade que, aunque las armas introducidas en Cisjordania mediante contrabando son principalmente rifles de asalto y subfusiles, la creciente capacidad organizativa y el respaldo logístico por parte de Irán representan una amenaza significativa para la seguridad israelí.


Otro factor clave en la escalada de violencia es la expansión de las colonias israelíes en Cisjordania. Estas colonias han sido descritas como focos de violencia contra los palestinos, lo que ha generado una serie de represalias por parte de las milicias armadas. Nathan Brown señala que la expansión de las colonias ha exacerbado las tensiones y ha creado un ciclo de violencia que se retroalimenta, agravando aún más la situación.


La respuesta israelí ha sido contundente: las FDI han intensificado su presencia militar en Cisjordania y lanzado operaciones para desmantelar redes de contrabando de armas, muchas de ellas vinculadas a Hamás y otras organizaciones militantes. Este ciclo de violencia entre colonos, milicias palestinas y fuerzas israelíes ha creado un ambiente explosivo en la región, donde cada acción militar tiene el potencial de desencadenar una reacción en cadena. La operación israelí ha tenido un impacto devastador en los campos de refugiados palestinos, donde la población civil se encuentra en una situación crítica.

Según Antonio Pita, el aumento de la violencia ha dejado centenares de muertos, la mayoría de ellos palestinos, y ha exacerbado la desesperación entre la población. Los enfrentamientos constantes, sumados a la falta de acceso a servicios básicos como agua, electricidad y atención médica, han creado una crisis humanitaria en los campos de Yenín, Nablús y Tulkarm.

Nathan Brown advierte que la situación en Gaza podría replicarse en Cisjordania si el conflicto se extiende, lo que incrementaría aún más el sufrimiento de los civiles. La destrucción de infraestructura y la creciente inseguridad en la región han llevado a un deterioro rápido de las condiciones de vida en los campos de refugiados, donde miles de personas dependen de ayuda humanitaria.


Una operación con muchos riesgos


La ofensiva israelí también ha tenido repercusiones políticas en el seno de la sociedad palestina. La ANP, liderada por Mahmud Abás, ha visto erosionarse su legitimidad debido a su incapacidad para frenar las incursiones israelíes y proteger a su pueblo. Este debilitamiento ha fortalecido a grupos como Hamás y la Yihad Islámica, que se presentan como los verdaderos defensores de la causa palestina y han ganado apoyo popular a costa de la Autoridad Palestina.

Este fenómeno ha creado una mayor polarización dentro de la política palestina, lo que complica aún más cualquier intento de negociación o reconciliación interna. La falta de legitimidad de la Autoridad Palestina podría generar un vacío de poder que sería aprovechado por las milicias y sus patrocinadores externos, como Irán.


Para Israel, la situación actual en Cisjordania plantea un dilema estratégico. Por un lado, el gobierno israelí desea evitar una reocupación total de la región, debido a los altos costos políticos, económicos y humanos que ello implicaría. Sin embargo, la creciente amenaza que representan las milicias palestinas, respaldadas por Irán, podría llevar a Israel a considerar medidas más drásticas para contener el conflicto.

Este dilema refleja la complejidad del conflicto en Cisjordania, donde cada acción militar o diplomática tiene el potencial de desencadenar consecuencias de gran envergadura. La posibilidad de que el conflicto escale y arrastre a otros actores regionales, como Hezbolá en Líbano o actores internacionales como Irán, es cada vez más real.


Con las negociaciones de paz estancadas y la violencia escalando tanto en Cisjordania como en Gaza, el panorama para la estabilidad en la región se ve sombrío. La comunidad internacional enfrenta el reto de intervenir para desactivar la situación antes de que esta desemboque en un conflicto de mayor envergadura. Sin embargo, la creciente implicación de actores externos como Irán, así como la reorganización de las milicias palestinas, complican los esfuerzos por alcanzar una solución diplomática.

La posibilidad de un conflicto a gran escala en Cisjordania, que involucre tanto a actores locales como a potencias regionales, es una amenaza cada vez más tangible. Israel se encuentra en una posición delicada, tratando de equilibrar sus intereses de seguridad con la presión internacional para evitar una escalada mayor.

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