Ciudadanía digital: sin modelos no hay aprendizaje

Ciudadanía digital: sin modelos no hay aprendizaje

Nos referimos con mucha frecuencia a nuestros hijos y estudiantes como nativos digitales, asumiendo que por haber nacido prácticamente con un smarthphone en las manos, son capaces de gestionar correctamente su identidad digital. La realidad es que nos equivocamos, están muy lejos de rozar siquiera la ciudadanía digital.

El pasado mes de noviembre se llevó a cabo el Salón Internacional de Tecnología e Innovación Educativa (SIMO EDUCACIÓN), organizado por IFEMA en Madrid.

Bajo el lema ‘Soluciones tecnológicas innovadoras para transformar el mundo’, la feria convocó un año más a las empresas tecnológicas, grupos editoriales, distribuidoras de tecnología, así como a las plataformas de gestión y de contenidos educativos, entre otros, para que presentasen a la comunidad docente sus propuestas, herramientas y soluciones, en las que tecnología se muestra como aliado esencial en el avance de los procesos de enseñanza-aprendizaje y en la formación y capacitación docente.

Junto a la oferta comercial, el evento ofreció un interesante programa de jornadas técnicas, donde se abordaron temas de máxima actualidad, presentaciones, talleres prácticos y sesiones específicas para directores de centros.

De las sesiones realizadas me llamó particularmente la atención la ponencia de Nuria Mora Lorente, profesora asociada en la UAB (Universitat Autònoma de Barcelona, máster en planificación y gestión de la educación y máster de investigación en educación. En su plática, patrocinada por Samsung España, abordó una gran problemática: cómo hacer que el uso de Internet en el aula se haga de forma segura y eficaz por parte de nuestro alumnado.

Ahondando en este tema, reflexionaba sobre varios puntos que vale la pena mencionar:

- Cuando leemos ‘seguridad’ e ‘Internet’ juntos, pensamos en virus, en cyberacoso o en phishing… pero no pensamos en educación.

- Los jóvenes no viven una vida real y una vida virtual, para ellos todo es lo mismo, realidad / virtualidad.

- Pensar que, los niños que tienen un teléfono a partir de los 10 años van a aprender a manejarse éticamente, moralmente y de forma segura por las redes, sería como pensar que un niño como Mowgly podría adquirir lenguaje; es imposible, sin modelos no hay aprendizaje.

Y siguiendo el paralelismo con Mowgly, Nuria hacía las siguientes preguntas: “¿queremos que nuestros alumnos aprendan a balbucear y emitir sonidos o queremos que tengan capacidad discursiva, discurso estructurado y coherente y comprensión lectora para desenvolverse por el mundo?

Más bien lo segundo ¿verdad? Por eso, cuando hablamos de Internet, de seguridad, de redes sociales, no nos sirve con un simple manejo del instrumento, no nos sirve con que aprendan a balbucear por la red, necesitamos que sean hábiles, que tengan conocimientos sólidos, que sepan qué es verdad y qué no lo es, que sean éticamente responsables de sus actuaciones y que puedan estar seguros de sus movimientos”.

Coincido al 100% en que nuestros alumnos se están formando al mismo tiempo que sus educadores, padres y referentes en el uso de dispositivos y aunque ellos nacieron con el instrumento bajo el brazo, no cuentan con alguien que sepa guiarlos en su uso.


La seguridad en la red

Desde hace algunos meses TikTok se ha vuelto una de las redes sociales predilecta por millones de jóvenes, debido a los ‘challenges’ que se suelen viralizar en dicha plataforma.

Aunque pueda parecer una red social más, ¿sabías que muchos jóvenes están usando esta plataforma para compartir videos mostrando diferentes estrategias para hacer ‘trampa’ o burlar el sistema educativo tradicional?.

Internet se ha convertido en su primera fuente de información (tres de cada cuatro adolescentes buscan información, usando generalmente Google o Wikipedia). Dicho en pocas palabras, nuestros alumnos tiene la misma credibilidad en una web de un organismo oficial, que en las opiniones que leen en un chat o en un blog.

Lo que resulta realmente preocupante es que lo hacen sin conocimientos de sistemas que acrediten la calidad del contenido, por lo que lo consideran útil y fiable. Tanto, que cambian sus pautas de conducta según la información encontrada, lo que conlleva a un riesgo en este colectivo de edades con características muy sensibles.

Los contenidos, para nuestros alumnos, ya no se encuentran en los libros de texto, ellos acceden al contenido que precisan a través de las redes y de la tecnología. Esto no significa que el contenido que adquieren sea veraz, ético o responsable. Significa que han entrado una palabra en el buscador y cualquier resultado que salga será válido y fiable para ellos. ¿Quiénes deben ser, entonces, los responsables de sus aprendizajes?

La respuesta es clara. Maestros, padres y referentes; pero no podemos generalizar, cada caso es distinto y surge una nueva pregunta ¿cómo cargar con la responsabilidad de educar en aquello que no hemos sido educados?

Cuántos padres instruyen a sus hijos a la hora de subir una foto en Instagram, por ejemplo, vigilando que no salga su casa, la matrícula del coche o que la foto no dé información sobre el lugar escogido para pasar las vacaciones o de cuándo la familia no está en casa.

Cuántos profesores le indican a sus alumnos para qué necesitan la información y dónde y cómo encontrarla, ahondando en cómo evaluarla, organizarla y comunicarla de una manera ética.

La respuesta es que son muy pocos. Por ello, deberíamos ser modelos. No podemos pedirles que hagan lo que nosotros no hacemos. Tenemos adolescentes con miles de seguidores que ven sus casas, sus colegios y universidades, que saben de sus gustos y sus lugares favoritos (y otras cosas que seguramente preferiríamos no saber).

Si padres y educadores no servimos de facilitadores en su ciudadanía digital ¿de quién esperamos que aprendan a hacer un uso seguro de las redes? ¿De sus amigos? Éstos están aprendiendo al mismo ritmo que ellos, están descubriendo, están experimentando y seguramente lo hacen también sin modelos.


Un posible modelo La ciudadanía digital consiste en el desarrollo de ciertas habilidades para que nuestros hijos y alumnos creen y gestionen su identidad en la red e incluso, su reputación, incluyendo capacidades tan relevantes como estas:

- Identidad: crear y administrar una identidad saludable en línea y fuera de línea con integridad.

- Tiempo frente a la pantalla:  administrar el tiempo frente a la pantalla, realizar múltiples tareas y participar en juegos en línea y redes sociales con autocontrol.

- Ciberacoso: detectar situaciones de acoso cibernético y manejarlas con inteligencia.

- Seguridad cibernética: proteger sus datos mediante la creación de contraseñas seguras y el manejo de diferentes ataques cibernéticos

- Privacidad: administrar con discreción toda la información personal compartida en línea, para proteger la privacidad propia y la de los demás.

- Pensamiento crítico: diferenciar entre información verdadera y falsa, contenido bueno y perjudicial y contactos confiables y cuestionables en línea.

- Huellas digitales: comprender la naturaleza de las huellas digitales y sus consecuencias en la vida real y de administrarlas con responsabilidad.

- Empatía digital: demostrar empatía hacia las necesidades y los sentimientos propios y los de los demás en línea.

Aunque, como cualquier lista, puede ser discutible, esta propuesta puede servir como punto de partida para evaluar cuán digitales somos -tanto como padres, como educadores-, y cuán preparados estamos para guiar a nuestros hijos y estudiantes en un mundo digital.


Ricardo H. Phillips Greene

Operating Partner Linzor Capital & CEO Universidad Insurgentes

4 años

Muy acertado tu comentario Raquel Aroca Saludos.

Raquel Aroca

Economista con Máster en Marketing Digital y e-Commerce | Desarrollo de Productos | Gestión de Proyectos | Consultoría | Subvenciones

4 años

Excelente artículo, sin duda un gran reto para nosotros los padres... que debemos al mismo tiempo que nuestros hijos aprender a interactuar en medios digitales, vital velar por su seguridad y guiarlos en el uso de los medios que están a su disposición. Desde mi perspectiva, educación, conversación, apertura, son claves para lograr que nuestros hijos se sientan cómodos y compartan con nosotros sus experiencias digitales.

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