Conéctame Offline: MÍRAME A LOS OJOS Y RECUÉRDAME

La relevancia de la cognición social es esencial en los seres humanos. La tecnología nos acerca y facilita varios procesos, pero la conexión humana de mirarnos a los ojos es, sin duda, la que nos hace prevalecer.

Desde nuestra temprana infancia, aprendemos desde la observación. Nuestros primeros pasos son reflejo de lo que vemos, nadie le enseñó a un niño de un año con la “teoría de caminar”, que técnicamente consiste en poner el pie fijo al suelo y llevarlo en un movimiento constante de “punta, talón, punta”.

El 90% de lo que procesamos es visual, las imágenes se procesan 60.000 veces más que los textos, el 70% de nuestros sensores se encuentran en la vista y recordamos el 80% de lo que vemos, por ende, lo que hablamos y/o leemos no tiene un nivel de recordación tan significante.

Los ojos, considerados desde la antigüedad como “el espejo del alma” o, como también se dice la única parte de nuestro cerebro que está directamente expuesta al mundo, otorgan una crucial relevancia en el fenómeno de la recordación. La conexión de miradas entre dos personas desencadena una serie de procesos cerebrales, que concientiza nuestra mente y nos vincula con la otra persona. El efecto es tan potente, que nubla nuestro entorno, es un proceso menos consciente y parte de lo que se denomina cognición social.

Leía en un artículo de la BBC NEWS del impacto – tras la conexión de miradas – por su relevancia en la memoria inmediata y en nuestra imaginación, que nos concentra ahí, en ese espacio presente. Es incluso a tal nivel, que para recordar o pensar bien lo que estamos diciendo, requiere que interrumpamos el contacto visual con el otro, para procesar una idea o pensamiento.

De acuerdo al reporte de Michael Page “Talent Trends 2023”, que recopiló las respuestas de casi 70.000 candidatos a nivel global, la pandemia despertó la motivación por vivir más intensamente las demás dimensiones humanas en que se desenvuelven las personas, no sólo trabajar si no que poder gestionar espacios en comunidad, en sus hobbies y, de alguna manera gestionar sus tiempos. Ya no es vivir para trabajar, si no que hay un cambio transversal, que aplica a todas las generaciones en que “trabajo para vivir”. Y para trabajar para vivir requiero la conexión con la productividad y, asimismo, la productividad requiere la eficacia de la digitalización - tecnología.

La tecnología permitió democratizar la conexión laboral y personal y nos mantuvo desde lugares remotos unidos a la humanidad.

¿Pero cómo conectan nuestras miradas cuándo estamos detrás de cámara? Y la verdad, es que esto nunca ocurre y repercute en la recordación.

En una instancia en Page Group, mientras discutíamos respecto a la presencialidad, nuestro mindset no se centraba bajo la concepción del control, teníamos CRM, inteligencia artificial, además de una serie de dashboard para mirar resultados y reenfocarnos en las desviaciones y gestión del negocio. Sin embargo, había desconexión con las personas y dificultades de aprendizaje del modelo, asimismo, menos interacción entre nuestros trabajadores y marcas del grupo. La definición de organización de futuro estaba claramente definida y entendida en la flexibilidad y, aunque establecimos un modelo híbrido, nos concentramos en la productividad y bienestar con una estrategia que nos afiatara a los beneficios de la digitalización (en miras al Mercado Laboral del Futuro), focalizados en un formato de “flexibilidad – flexible”, que involucrara espacios más allá de lo virtual.

La conexión virtual enriquece el concepto de la mensajería o de un intercambio telefónico, de eso no hay duda, sin embargo, también en paralelo hay otras distracciones, mayor posibilidad de perder la atención en el interlocutor y el foco.

Me pasó varias veces, toparme con personas y mirarnos con esa sensación de “yo te he visto antes en alguna parte” y preguntarnos los nombres. Resulta que habían sido muchos de ellos, conexiones virtuales en pandemia. A algunos no los recordaba o viceversa. Fue una extraña laguna mental, que me llevó a investigar este lapsus en mi memoria.

Yo no sé si ese abrazo de más de 8 segundos es científicamente sanador, pero siento al recibirlo y darlo, conecta y reconforta. Yo estoy 100% segura que mi memoria es un gran activo y perdí parte de esa capacidad e historias por no habernos mirado a los ojos.