CULTURA ORGANIZACIONAL: LIDERANDO CON ESTILO FELINO

Para mi no hay nada más fascinante que el comportamiento de un gato y me parece una analogía organizacional digna de análisis en un paralelo a la realidad en el mercado del trabajo.

Los felinos por naturaleza son animales salvajes domesticados por el hombre, pero no sometidos por la humanidad, son fieles a su identidad y muy claros para definir su respuesta al ser humano. Coherente a lo que recibe, actúa. 

De su origen no domesticado, identifica una mirada fija como intimidante y desata su lado salvaje. Si conectas directamente con sus ojos y no pestañeas, su cuerpo entra en modo ataque y salta sobre ti, engrifando todos sus pelos para tomar más tamaño e intimidar al enemigo, pero por dentro, tiene miedo.

Él te elige, no tu a él. Lo que moviliza esa conexión del gato hacia ti, responde a la interpretación que le da al cuidado que le entregas: cuando lo alimentas, cuando juegan, lo acaricias, respetas sus espacios, lo contienes frente a situaciones que lo intimidan en su proceso de desarrollo, a la dulzura o firmeza de tu voz.

Los gatos no son ariscos, pero difícilmente serán el “Espinita” de la oficina frente a su jefatura. Te ganarás su confianza y, una vez otorgada, pasarás a ser parte de su manada y, ante sus ojos, te convertirá en gato sin discriminación.

Cuando un felino está cerca de ti y te da la espalda, no te ignora, sino que te está regalando una confianza infinita. Contiene su instinto salvaje y necesidad de percibir a su alrededor peligros o amenazas y es capaz de dormir a tu lado o darte la espalda como una muestra de cuánto confía en que no lo apuñalaras por detrás.

Si desapareces por días y lo dejas solo, te pasarán la cuenta. Desafortunadamente, mi gato no habla español ni yo tampoco “gatunés”, por lo que cada falta de presencia requiere de días posteriores para demostrarle que no fue un acto de abandono.

De la fascinante literatura en internet y de la serie de Netflix (documental “En la mente de un gato”), se desprende que estos animales tienen la capacidad de emitir más de 60 tonalidades de maullidos diferentes, cada uno con un significado particular. El más transversal de un gato en cualquier continente, es cuando los bañas o lo pasas bajo el agua, que efectivamente emiten un sonido extendido, que suena como si invocara a un dios de la salvación y suena: “Rauuuuul”.

Fuera de su vocalización, su lenguaje corporal es muy evidente, significativo y genuino, no está en su naturaleza disfrazar una emoción o decisión, los gatos no tienen máscaras.

Son libres y felices según el entorno en el que están.

En varias ocasiones se espera que “movamos la cola en señal de lealtad”; pero no somos de un dueño, somos libres de treparnos a los árboles y buscar nuevos rumbos, por lo que el entorno seguro es crucial. Nos permite desatar el potencial, la creatividad, sentir pertenencia, ser más productivos, ya que actuamos con confianza.

El inicio de la domesticación nació de la oportunidad de confiar, que se dio cuando el gato y el hombre generaron la instancia.

“LIDERANDO CON EL CEREBRO EN MENTE” – NEUROLEADERSHIP INSTITUTE

En una apasionante mañana con Jaime Lama de Neuroleadership Institute, conversamos en un espacio reducido respecto a la forma de liderar organizaciones más humanizadas, utilizando como base la ciencia y biología de las personas, junto a ese cerebro que llega hasta las 300 conexiones por segundo.

La base de este “neuro – liderazgo” tiene raíz en 3 características esenciales en el rol del líder:

·         Formato auténtico: vulnerables, empáticos

·         Con foco a la solución: no estancarse en un conflicto

·         Que facilita el cambio: promover el cambio, según sabemos cómo funciona nuestro cerebro

En este mismo contexto, tras investigaciones de Neuroleadership Institute, contamos con un cerebro social y emocional que nos diferencia de la IA, que nos impulsa a tomar el 95% de nuestras decisiones de manera irracional, a las que luego fundamento para darle un contexto racional (pero finalmente, provienen de una emoción, sesgo en base a mi vivencia personal).

Un líder en el escenario actual y desafíos futuros lidera al equipo, lidera el cambio y lidera la mentalidad abierta al cambio y crecimiento.

Al día, tomamos más de 30.000 decisiones, en busca de nuestra sobrevivencia, algunas las automatizamos, no hacemos un “business case con instructivo para masticar o lavarnos los dientes”, si no que gran parte lo convertimos en hábitos.

El principio cerebral nos moviliza hacia dos caminos: el de la amenaza - alerta y de la recompensa - placer. Y al momento de sentir peligro, llevamos el 100% de la energía al cerebro y, en consecuencia, ante la amenaza huimos o atacamos. Bajo este estado de tensión, afectamos nuestra capacidad de crear, aprender, producir.

El líder debe saber manejar esos espacios de tensión y balancear la recompensa – placer en el día a día de su gestión.

El humano está afecto a amenazas físicas y sociales, como buen ser gregario vive en sociedad y el dolor social predomina sobre el físico.

¿Dónde percibe el ser humano las amenazas?: en relación con el status (soy parte), certeza (predecir para la seguridad), autonomía (control sobre nuestros pensamientos y acciones), similaridad (fiato a lo “se parece a mí”, no somos inclusivos) y equidad (percepción de intercambio justo).

Hacer partícipes de las decisiones o valorar puntos de vista para co-construir con el equipo (fortalece el status y la autonomía); llegar a acuerdos en un plan de acción de trabajo y sus pasos (fortalece la certeza y la autonomía), fomentar la diversidad, dado que nuestra naturaleza nos lleva a excluir lo diferente para sentirnos parte y seguros.

Preguntar al otro para validar, incorporar ideas, clarificar y cerrar acuerdos como clave, generan entornos seguros. No podemos dar sólo recompensas, ni dar certezas cuando no las tenemos, pero sí entender la base de la ciencia -que fundamenta el comportamiento humano- para fortalecer nuestro liderazgo.