Conéctate contigo, vuelve a lo básico.
Hace pocos días, mientras trabajaba con un cliente, y por supuesto con el tema presente del coronavirus sometiendo al mundo entero, él al filo de sus emociones y con la seguridad que de que allá afuera está quien lo atacará de una u otra manera, me impactó lo familiar que es estar en modo sobrevivencia sin ser consciente de ello, conectado con busqueda del peligro, a la expectativa de lo peor, al asecho del depredador, listo para ser deborado.
Es una realidad la tremenda carga de estrés en nuestro ambiente, por el potencial contagio, por el aislamiento, por la prohibición de no ver a nuestros seres queridos, por la intoxicación de información en noticieros y redes, sin olvidar el reto económico que se avecina.
Entre tanto, pareciera que estamos en “bloques”, el primero son aquellos que están conscientes, los que mantienen la mente lo más clara posible, calmados, tomando medidas y precauciones. El segundo bloque son aquellos que aún permanecen en la negación de lo que ésta crisis global puede ocasionar, en todos los sentidos. Y finalmente, que parece mayoría, donde la densa energía de pánico y medidas ilusas como acabar con el estante de papel higiénico.
La pregunta de mí cliente, con miedo en la voz, “¿Qué voy a hacer?”, nos ronda tanto en el exterior como en nuestra propia voz interna. Sin pensar, lo primero que le dije fue, RESPIREMOS, tomáremos cinco largos minutos para hacer el siguiente ejercicio: contaremos hasta 4 para inhalar, después mantendremos la respiración hasta 7 y por último liberaremos el aire por la boca, poco a poco, hasta la cuenta de 8.
Esto nos obligó a estar pendientes de la respiración y por supuesto de la cuenta en cada etapa del ejercicio. De manera inevitable, él se calmó, y yo también. Una vez tranquilo, pudimos llevar a cabo la sesión, él ya más centrado y aterrizado en el momento presente.
El pánico solo genera más pánico, el miedo más miedo. Nuestro cerebro, en modo sobrevivencia y amenaza (ondas Beta), jamás tendrá claridad para generar ideas y resolver situaciones de manera asertiva, es necesario bajarle las revoluciones al cerebro, llevarlo a un estado de calma donde la creatividad y las opciones aparecen (ondas Theta), y esto es posible hacerlo si oxigenas adecuadamente a tú cerebro.
Estamos en una situación que recurrir a lo básico y esencial, se vuelve fundamental. Adoptar nuevas habilidades y prácticas que te proporcionen claridad y consciencia plena, te da la oportunidad de hacer una pausa y elegir una respuesta diferente, a tomr mejores decisiones e influir de manera positiva en tú ambiente, contagiamos energéticamente.
Por otra parte, respirar ayuda a fortalecer el sistema inmune, volviéndonos más resistentes a enfermedades. También, si estás en el presente, se vuelve más complicado que sufras por el aislamiento, ya que brinda la oportunidad de apreciar y valorar todo cuanto nos rodea, y de los afortunados que somos de tener lo que tenemos.
Otros beneficios de respirar y estar en el presente:
- Incrementa tu enfoque
- Incrementa tu agudeza mental
- Disminuye el riesgo de caer en depresión o ansiedad
- Mejora tu asertividad al comunicarnos
- Mejora tu capacidad de reconocer tus “detonadores”
Este básico ejercicio de respiración, puedes comenzar por hacerlo una vez al día, lo recomendable es hacerlo dos veces por día, con duración de 10 minutos cada sesión. Son 20 minutos de 1,440 minutos que tiene el día, te aseguro que los resultados al cabo de un par de semanas te serán sorprendentes.
Estamos en tiempos de mucha incertidumbre, caminando hacia lo desconocido, mantener la calma en tiempos difíciles es una de las mejores habilidades que rendirán sus frutos. La respiración consciente es una sencilla y sumamente poderosa herramienta para crear calma.
Directora de Marketing en mleonbranding - Estratega de Marketing y Comunicación - Content Manager en RRSS
4 añosExcelente táctica Ale.
LinkedIn Top Voice | Escríbeme si quieres crecer tu marca personal o marca empleadora en LinkedIn | Marketing y Comunicación para B2b | Conferencista | Speaker
4 añosAle, todo lo que tenemos es el presente