Construimos lo que pensamos: Cambiar nuestras ideas para alcanzar la resiliencia.

Construimos lo que pensamos: Cambiar nuestras ideas para alcanzar la resiliencia.

Constantemente hemos escuchado o leído una frase que ha encabezado la defensa del aislamiento obligatorio y la paralización del mercado en varios sectores: “priorizamos la vida frente a la economía” y la pregunta que planteo es: ¿La economía y la “vida”, entendida como bienestar o salud, son variables separadas?

Mi objetivo no es cuestionar las medidas de salud pública tomadas por el Gobierno sino cuestionarnos a nosotros mismos sobre cuál es la idea que tenemos de la economía, el libre mercado, la riqueza y el bienestar. La realidad es que construimos las cosas tal como las creemos y pensamos y quizás ahí está una de las principales causas de la crisis que hoy enfrentamos, crisis que es consecuencia de nuestra incapacidad para dar respuesta rápida y sostenible a la coyuntura actual, en otras palabras, de nuestra falta de resiliencia.

La paralización casi completa del mercado ha aumentado los índices de violencia, hambre, ansiedad, depresión e inseguridad, y no necesitamos cuadros estadísticos para demostrarlo, todos lo sabemos y vivimos. Como país vivíamos un espejismo de bienestar ¡éramos un árbol que crecía sin raíces! Nos encontrábamos construyendo y manteniendo una economía que respaldaba altos niveles de una informalidad que hace impune la explotación y la desprotección social de los trabajadores; tolerábamos un entorno corrupto en nuestra forma de hacer empresa y celebrábamos una subcultura “del más vivo” que ahora ha dejado a muchos “muy muertos” por la pobreza y la enfermedad.

Por lo tanto, no debe sorprendernos que el resultado negativo del contexto actual vuelva a repetirse o intensificarse frente a otras coyunturas si seguimos pensando en la economía y el mercado como fuentes de riqueza materialista y egoísta, en lugar de verlos como fuente de bienestar común, que tome en cuenta el valor y la necesidad de preservar la riqueza social, ambiental y humana. Como ya dije: construiremos las cosas que pensamos. Debemos "cambiar el chip" y medir nuestra economía bajo nuevos estándares, el PBI no es suficiente, tenemos que respaldar los nuevos modelos que nos permitan llegar a un espacio seguro para todos, donde se respeten los limites del planeta y los derechos humanos.

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Ante esta realidad, surgen líderes con complejo mesiánico, con discursos incendiarios y propuestas reaccionarias, que buscan continuar con el típico enfrentamiento de los muchos versus los pocos. A aquellos “indeseables” cuyas soluciones se limitan a “quitar para dar” en lugar de “crear para compartir” ¡NO LOS NECESITAMOS!

Lo que necesitamos son líderes que nos reconcilien y hagan propuestas en base a la justicia, el mérito y el acceso equitativo a las fuentes de riqueza, que ahora, en pleno siglo XXI, podemos encontrarlas principalmente en la educación, la innovación y el acceso a la tecnología. Estamos en la era digital donde lo intangible cobra valor y permite crear y compartir, con nuevos límites y horizontes, la riqueza generada.

Sin embargo, para que estos  líderes surjan, nos hacen falta ciudadanos que los respalden y compartan sus ideales; padres que eduquen una nueva generación de peruanos, recordando siempre que el mejor “santo predicador” es “Fray ejemplo”.

Nathaniel Hawthorne en su cuento “El Holocausto de la tierra” nos presentó una escena que muchos quisieran ver: personas de todos los puntos del planeta quemado y destruyendo absolutamente todos los rangos, las clases e instituciones que regían el orden mundial con la finalidad de lograr un nuevo comienzo, sin embargo, el autor concluyó con una ironía tragicómica que se olvidaron de quemar el corazón del hombre, que es finalmente la fuente de dicha injusticia y maldad que querían destruir. 

Que la reactivación económica, que empezamos con timidez, represente un punto de inflexión, que sea esta una lección aprendida y que sin tener que quemar nuestros corazones, como sugiere el cuento de Hawthorne, iniciemos esta nueva etapa con el propósito de transformarlo, porque de él también salen las mejores cosas.

Humanicemos la economía con lo mejor que tenemos, veamos al mercado con una mirada innovadora, social y sostenible donde nadie quede fuera, salvo aquellos que quieran hacerlo (esa clase de personas también existe). Luchemos por una sociedad donde las oportunidades estén disponibles para quien quiera aprovecharlas. 

Referencias:

  1. CEPLAN. (2016). Economía informal en Perú: situación actual y perspectivas. Recuperado el 25 de mayo de 2020 de https://www.ceplan.gob.pe/documentos_/economia-informal-en-peru/
  2. Hawtorne, N. (1980). El holocausto de la Tierra. Barcelona, España: Editorial Montesinos.
  3. Raworth, K. (2017) Doughnut Economics: Seven ways to think like a 21st century economic. Vermont: Chelsea Green Publishing.
Gladys Morales Valle

Directora ejecutiva en Ética RH

4 años

Excelente reflexión Jesús. Necesitamos aportar todos, para construir una sociedad más sólida en valores; profesionales que sean generosos con sus conocimientos y comportamientos con los más vulnerables.

Jonathan Lopez Ríos

Diagnóstico Organizacional | Gestión Humana | Empleabilidad | Gestión Social y Sostenibilidad | Alianzas Estratégicas

4 años

Muy buen artículo Jesus! Un abrazo.

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