Crónica de un Cambio. Capítulo 3. Oh Maratón, mi Maratón. Epílogo
Que sí, que ya llega, que al final pasan los días y no lo escribo. Aunque lo verdaderamente importante ya está contado: El camino. Lo más importante siempre es el camino. La meta es el punto final, pero el camino, el viaje, el tiempo que transcurre hasta alcanzar esa meta es lo que de verdad importa.
Pero me he comprometido, y aquí está. Las horas previas y la carrera…¡Todo en el mismo pack! Con esta tercera parte, se cierra el ciclo con el que he tratado de explicar las claves de un gran cambio personal (al menos visto de manera subjetiva). ¿Quieres repasar los dos primeros? Pues aquí los tienes: Crónica de un cambio: Capítulo 1 y Capítulo 2.
Llegué a Valencia el día anterior, sábado 14 de noviembre, para poder descansar y ‘cebarme a hidratos’ relajadamente. No obstante, había quedado con David Bonilla en la Feria del Corredor para recoger el dorsal, la bolsa y aprovechar para pasar un rato juntos antes de la Carrera. David había venido con su familia y decidimos irnos a comer para luego regresar a nuestras casas ‘alquiladas’. Porque ambos alquilamos un apartamento. Yo, a 300 metros de la salida, en un edificio clásico de alquiler de apartamentos de Valencia. David, un ‘apartamento de diseño’ tremendo junto a la playa de la Malvarrosa, vía AirBnB.
Elegir un apartamento era una cuestión de descanso y alimentación. Teniendo en cuenta que la carrera empezaba a las nueve y que además yo quería tener una alimentación especial durante todo el sábado y desayunar unas tres horas antes, no había otra opción ‘segura’. Me llevé buena parte de la alimentación prevista desde casa (pasta, fruta, etcétera) pero también ayudó el Carrefour del CC El Saler que tenía al lado (pollo, pan, agua). Todo ello me ayudo a preparar la alimentación pre y post Maratón.
Pero antes, como ya he dicho, el sábado por la mañana quedamos David y yo para recoger dorsal y bolsa del corredor y ya en la Feria que se celebraba se podía intuir el ambientazo que tendríamos durante la carrera. Gente por todas partes, indicaciones, carteles, voluntarios. Todo lleno. Una multitud ilusionada por una carrera que se está convirtiendo en una de las señas de identidad de Valencia.
Con los dorsales ya en mano nos fuimos a la playa de la Malvarrosa a recoger a la familia de David: su madre Marisa (usuaria avanzada de twitter y seguidora fiel de su hijo), Candela, y los pequeños, Irene y Dani. Como estar con mi familia, vamos.
Desde allí nos fuimos a comer una paella a uno de los restaurantes que salpican la playa, sólo 15 o 20 minutos andando desde donde estábamos. Y fue todo un acierto: unas entradas para abrir el apetito y un par de paellas para dos personas que nos sirvió para seguir cargando el cuerpo con hidratos de altísima calidad gastronómica porque estaban buenísimas, tanto la de pollo y conejo como la de pescado. Gracias Marisa, por la invitación. La próxima me toca a mí.
Y de ahí a casa a descansar para estar preparados y con las baterías hasta arriba.
Y llegó la carrera. Toda una ciudad volcada.
Efectivamente, a las 9 y unos minutos, David y yo empezábamos a andar hacia la salida inmersos en una marea de gente, casi al final del todo: no teníamos marca y por tanto nos tocaba arrancar desde la cola. Daba igual. Empezábamos a correr nuestro primer maratón.
Y empezó. Es difícil describir el ambiente. Solo puedo decir que si hay una carrera en la que puedes terminar la maratón, es esta. No tanto por el trazado que (también) es muy agradecido, sino por la inmensa energía que te transmiten las miles de personas que siguen el recorrido. Toda la ciudad volcada desde primera hora. Incluso en los tramos más alejados o áridos había alguien, sin contar con las innumerables charangas y grupos que animaban kilómetro a kilómetro con música, y ritmos marcados al son de los tambores.
Hasta el kilómetro 30, juntos.
Habíamos planteado ir a un ritmo algo por debajo de los 5.50 por Km puesto que queríamos terminar en torno a las 4 horas o 4 horas y cuarto. Había que prevenir paradas, desfallecimientos y avituallamientos. Lo cierto es que fuimos todo el rato a ese ritmo bastante cómodos. Yo sabía que David estaba muy tocado y que había posibilidades de que no pudiese acabar, pero conociéndole, una vez empezamos me resultaba difícil creer que David renunciase a cruzar la meta aunque fuese andando.
Ya desde el principio nos dimos cuenta de la cantidad de gente que había para ser las 9.00 o 9.30 de la mañana un sábado en Valencia tras el viernes que da inicio al fin de semana. El tiempo en Valencia es suficientemente bueno como para salir todos los fines de semana y ese fin de semana en concreto era incluso caluroso para la época.
Es difícil poder resumir en unas pocas líneas todo lo que ves y te atrae de una carrera como esta: los miles de personas que acuden a realizarla, las personas discapacitadas que se convierten en héroes de otro tiempo lanzándose a una carrera que ya a millones de personas en perfectas condiciones les cuesta, quienes se calzan unas sandalias minimalistas y al modo de los griegos de hace dos mil años corren a tumba abierta y te pasan como si nada o incluso quienes imitan al legendario Abebe Bikila y corren descalzos (me falta la foto, pero lo vimos. ¿Verdad David?; o también las personas que leen tu nombre en el dorsal y te animan como si te conociesen de toda la vida. No se, difícil quedarme sólo con una escena.
Los avituallamientos los hicimos a medias. Yo no necesito mucha hidratación y además llevaba un pequeño cinturón con dos bote cargados de glucosa y listos para ser consumidos a partir del minuto 90 o 100 de carrera donde teóricamente el glucógeno empieza a faltar.
Una parada junto a los setos para ‘descargar’ a la altura de los edificios universitarios (yo no podía más) nos provocó el primer parón. Yo le preguntaba a David y parecía que marchaba bien, pero tampoco lo tenía claro.
Durante esta primera parte además pudimos acercarnos a la Malvarrosa y pasar por una de las calles por donde la familia de David esperaba nuestro paso. Casi no nos damos cuenta porque marchábamos por la otra parte del asfalto pero de repente un grito….’Daviiiiiiid’ me hizo mirar a la izquierda y ver ahí a Candela, a Marisa y a los mini-Bonilla, je, je. A partir de ahí todo recto, al menos figuradamente y a por la meta, pero….
…El pie de David se ‘rompió'. A partir de la media empezó a tener serios problemas. También tuvimos que parar porque su calcetín le estaba molestando, y en uno de los avituallamientos nos detuvimos unos instantes. Si David se quejaba no me puedo imaginar lo que le estaba molestando. Ya en la media de Ávila demostró su capacidad de aguantar al límite sin prácticamente reflejarlo.
Si no hubiera sido por este problema, muy probablemente los dos hubiésemos entrado juntos en la meta y casi seguro también por debajo de las 4 horas, pero a partir del km 30 me empezó a comentar que tenía muchas molestias. Y en el 32 ya me dijo que siguiera solo que el trataría de acabar aunque fuese andando.
Lo cierto es que no sabía que hacer, pero también era cierto que probablemente quedarme era casi peor. David habría forzado más de lo debido. No se. Yo estaba seguro que llegaría a la meta, pero por si acaso se lo dejé claro: "Te espero en la meta David, cuando llegue me quedaré y no me moveré hasta que llegues" (y ya sabemos que llegó).
Sólo pero empujado por miles de personas.
Y a partir del km 32 me lancé ´solo’ hasta la meta. Desde el kilómetro 20 más o menos comencé a usar la glucosa que llevaba diluida en los botes de mi cinturón y a comer orejones en los avituallamientos. Dejé de tomar el agua que ofrecían puesto que me servía la que yo llevaba y una vez sólo, empecé a acelerar poco a poco. Había llevado un ritmo relativamente conservador y me veía con fuerzas. No obstante tenía miedo de que llegase el muro y me quedase clavado…..Pero el muro nunca llegó.
Conforme me acercaba al final, la gente que se agolpaba a los dos lados del asfalto crecía y animaba con más potencia. Y al llegar al km 37 tuve la certeza de que terminaría la carrera. En ese momento me invadió un sentimiento de euforia que me llevó a a acelerar un poco más y empezar a disfrutar de verdad…Tal fue la fuerza que me transmitió esa situación que mirando las estadísticas posteriormente pude comprobar que en los últimos 5 km me adelantaron 26 personas mientras que yo adelanté a…..¡Más de 1.200!. Aluciné cuando lo ví.
Los últimos 3 km
¡Brutal! Es lo único que puedo decir de esos 15 o 16 minutos finales. Miles de personas, toda la ciudad volcada. Gritos de ¡Ya lo tienes! ¡No os queda nada! Increible…Y de repente, la alfombra azul y las pancartas que comienzan a aparecer, esas que se hacen interminables porque lo único que quieres ver es la de la meta con el reloj colgando.
Y como habíamos salido unos minutos más tarde, el tiempo que se veía al final no era el real por lo que al mirar mi reloj de pulsera me di cuenta que además si aceleraba era posible que finalizase por debajo de las 4 horas. Cerré los ojos, apreté los puños y me lancé a esprintar y…..
¡Maratón Terminado! Luego más tarde pude certificar que estaba por debajo de las 4 horas, pero todo parecía indicar que así sería. El caso es que paré nada más cruzar la meta, me puse andar y sin llegar a sentarme, y una vez me dieron la bolsa del corredor, o antes, ya no me acuerdo bien, mandé un par de mensajes a mi hermano y a Daniel que sabía que había estado siguiéndome a través de la App. Luego les llamé por teléfono a ellos y a Jose, otro de mis socios. Y me senté a esperar mientras me hacía el selfie que desde hace unos días figura como foto de perfil en mis redes sociales, ‘Nadalizando la medalla’ o sea mordiéndola.
Y David llegó, como ya sabia.
20 minutos más tarde David se acercaba, con la carrera terminada. Un poco más tarde que yo, pero con mucho más mérito. Había cruzado la meta casi sin poder andar y tremendamente cansado. Nos abrazamos mientras nos dábamos la enhorabuena. ¡Prueba conseguida! Unos minutos de descanso sentados, lo suficiente para reponerse algo del tremendo esfuerzo para levantarse y andar unos metros y buscar a Candela, Marisa y los niños.
Unas fotos con nuestras medallas que demuestran haber finalizado la carrera y a casa a descansar y tratar de recuperarse con urgencia que al día siguiente teníamos que regresar a Madrid (y encima yo tenía una reunión de trabajo muy importante). Fueron unas 40.000 zancadas, cuarenta mil golpes contra el asfalto, cuarenta mil oportunidades para sufrir un posible traspiés… Pero merecieron la pena. ¡Y de qué manera!
El descanso del guerrero (o del maratoniano). Reflexiones
Una de las cosas que más me ha sorprendido es que realmente no tuve una sensación de sufrimiento más allá del lógico cansancio de correr una cantidad de kilómetros tan tremenda. Me gustaría contarlo en detalle en otros posts pero creo que hay dos o tres factores que han contribuido a ello.
El primero es el respeto que le tuve desde el principio a esta carrera. Recuerdo que cuando terminé mi primera media, la de Madrid, lo primero que pensé es: ‘Y un maratón es el doble de esto. ¡Qué barbaridad!’. Por tanto, una vez que decidí ir a Valencia traté de prepararme lo mejor posible en función a mis circunstancias y a mi trabajo como director de DEISER.
El segundo, consecuencia del primero. Sin excusas para salir a correr. Durante el verano, con el buen tiempo, me levantaba a las 5.30 de la mañana salía a correr a las 5.45 y luego me marchaba a la oficina. Pero no dejé de entrenar al menos 4 días a la semana. Hasta el punto de que en Octubre superé los 300 km en total. Una media de 50-70 km por semana durante las últimas creo que me ayudaron a llegar a tope.
Y por último, la alimentación. Este es un tema que cada día me ocupa más tiempo de estudio y de lectura y me gustaría comenzar a escribir sobre ello. Desde que dejé de fumar me he propuesto tratar de vivir lo mejor posible y disfrutar de la vida con la máxima energía y capacidad física y mental. Y eso para mí significa hacer todo lo posible por alcanzar un gran estado de forma, peso y de salud. Luego podrán suceder muchas cosas o situaciones que el azar puede poner en mi camino, pero todas ellas podrían ocurrir igual si no me cuidará. Y en la medida que pueda quiero comprar el menor número de papeletas posible para ese sorteo. Creo sinceramente que todo el proceso de alimentación que he ido adoptando en los últimos dos años han contribuido de manera indirecta a conseguir todo esto.
Yo puedo, tu puedes.
Está claro. No se trata de que haya que terminar una maratón para sentirse completo, realizado o feliz. Es absurdo. Cada persona tiene sus propias metas, sus propios objetivos y sus logros más anhelados. Pero desde luego si te gusta correr y tu ilusión es correr una carrera como esta, te aseguro que puedes hacerlo. Simplemente tienes que darle la prioridad que se merece en tu vida, combinarlo con el resto de tus grandes prioridades vitales y comenzar a correr. Eso seguro, ya no podrás parar. Si yo he podido, tú, seguro que también.
Y tú..¿Cuando te animas?
Acompaño equipos y organizaciones en sus procesos de evolución y mejora poniendo el foco en las personas que son las únicas que pueden lograrlo. Consultor Organizacional, Mentor, Agile Coach, Ingeniero Humanista.
9 añosEmocionante el relato Guillermo Montoya. Me ha encantado. Enhorabuena por el hito conseguido y por contarlo de esta manera tan emocionante. Me encantaría que siguieras escribiendo sobre toda la parte de nutrición y alimentación que has ido haciendo. Un abrazo
Capacitandome para entrar en el mundo de la Gestión de Residuos.
9 añosPufff!!! Yo no me animo a correr, de momento, pero si a ponerme las pilas a andar a lo Forest Gamp, como si no hubiera fin (en modo marcha nordica), y con el tema de la alimentacion, pero tengo demasiado peso en mi mochila personal en estos momentos. En cuanto me libere (y estoy en ello, esta vez con convencimiento y decision, a pesar de todo!) prometo ir a por ello!!! CLARO QUE PUEDO!!!