Crece el volumen de e-waste en el mundo y en México
La e-waste, basura electrónica, chatarra tecnológica o desechos electrónicos, son los residuos de los dispositivos tecnológicos, electrónicos y eléctricos utilizados por los usuarios tanto en las empresas como en los centros de trabajo, las escuelas y el hogar . Los componentes electrónicos de desecho, como los CPU, contienen materiales dañinos como plomo, cadmio, berilio o retardadores de fuego bromados. Estos desechos de computadoras, teléfonos móviles y electrodomésticos pueden implicar un riesgo significativo para la salud de las personas y sus comunidades.
Los daños a la salud y al medio ambiente generados por estos elementos contaminantes presentes en los desechos electrónicos son diversos: el mercurio produce daños al cerebro y el sistema nervioso; el plomo potencia el deterioro intelectual por efectos perjudiciales en el cerebro y daña el sistema circulatorio; el cadmio produce fallas en el aparato reproductor y la posibilidad incluso de infertilidad; además, están el cromo, que produce problemas en los riñones y los huesos, y el plástico PVC, otro compuesto dañino muy utilizado. Un celular móvil, por ejemplo, contiene entre 500 y mil compuestos diferentes.
Mientras el celular, el monitor y la pantalla televisora estén en casa o en las oficinas de una empresa o negocio, no generan riesgos de contaminación. Pero cuando se mezclan con el resto de la basura y se rompen, esos metales tóxicos se desprenden y pueden resultar peligrosos e incluso mortales, como el plomo en soldaduras y tubos de ensayo de rayo catódicos, el arsénico en los tubos de rayos catódicos antiguos, e incluso el trióxido de antimonio que es un retardante de fuego.
Según el Global E-Waste Production Ranking, la producción mundial de basura tecnológica ascendió en 2023 a 62 millones de toneladas. Los países de Asia generaron casi la mitad de los desechos electrónicos (30 millones de toneladas). Las regiones que producen más residuos electrónicos per cápita son Europa (17.6 kilogramos), Oceanía (16.1 k) y América (14.1 k).
Los diez primeros países productores de basura electrónica son China con 10.1 millones de toneladas (Mt), Estados Unidos con 6.9 Mt, India con 3.2 Mt, Japón con 2.5 Mt, Brasil con 2.1 Mt, Rusia con 1.63 Mt, Indonesia con 1.61 Mt, Alemania con 1.60 Mt, Gran Bretaña con 1.59 Mt, Francia con 1.5 Mt. México produjo en 2023 un total de 1.41 millones de toneladas, lo que lo ubica en el tercer lugar de América y el segundo de Latinoamérica.
En cuanto a la producción per cápita, los principales productores en 2022 fueron Noruega con 26.8 kilogramos por persona al año, Gran Bretaña con 21 k, Suiza con 20.2 k y luego Dinamarca,
Australia y Nueva Zelanda. En México, cada habitante produce en promedio entre 11.8 kilogramos de basura electrónica al año y se prevé que para 2025 nuestro país produzca 1.5 millones de toneladas de e-waste. Lo residuos electrónicos que más se generan en México son provenientes de teléfonos celulares (casi uno por habitante), computadoras portátiles, televisores inteligentes, consolas de videojuegos, y, de unos años para acá, abundan productos con pilas de litio, como vapeadores, drones, diferentes tipos de smartwatch y aspiradoras robot.
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De acuerdo con el Monitor Global E-Waste, los vapeadores o cigarrillos electrónicos son el segmento que más aumentó a escala mundial en los últimos años. “Se espera que el mercado, valorado en más de 22 mil millones de dólares, crezca 31 por ciento su tasa anual hasta 2030. En 2022 se vendieron más de 844 millones de vapeadores en el mundo. Con un peso promedio de 50 gramos, esto equivale a más de 42 mil toneladas de cigarrillos electrónicos (incluidas sus baterías de litio), muchas de las cuales son desechables y se convierten en residuos”, precisa el estudio.
Ante el fenómeno de la creciente producción de e-waste, se han incrementado las regulaciones mundiales y las legislaciones en diversos países, sobre todo de la Unión Europea y Asia. Un informe del Grupo de Gestión Ambiental de Naciones Unidas enumera los procesos y acuerdos clave realizados por varias organizaciones a nivel mundial en un esfuerzo por gestionar y controlar los desechos electrónicos. Entre la legislación, destacan los acuerdos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) Resoluciones de la Asamblea Mundial de la Salud (2006-2016), los Convenio de Minamata sobre el Mercurio (2013), el Acuerdo Climático de París (2015) y la Agenda Connect 2020 para el desarrollo mundial de las telecomunicaciones / TIC (2014).
En tanto, la ONU también ha desarrollado protocolos generales de cuidado del medioambiente en relación con la basura tecnológica, donde destacan los procesos de reparar los componentes que puedan serlo y reciclar los componentes que no puedan repararse. Hay empresas que acopian y reciclan estos aparatos sin costo para los dueños de los equipos en desuso. Además debe promoverse la reducción de sustancias peligrosas utilizadas en ciertos productos electrónicos que se venden en cada país.
También se sugiere extender la responsabilidad del productor para que luego de su uso por los consumidores, el producto sea retirado por el propio productor, lo que impulsa a mejorar los diseños para que sean más sencillos de reciclar y reutilizar. Las propias empresas deberían contar con un sistema de reciclaje de sus propios productos, así todo el planeta se beneficiaría. En algunos países se piensa en todo el ciclo de vida de un producto y se multa a la gente que no se comporta responsablemente luego de consumir.
En México hay un vacío legal en la regulación del procesamiento de estos desechos, pero, por otra parte, hay empresas que ya han encontrado en este espacio de acción un nicho de mercado muy prometedor en la medida en que los desechos electrónicos aumentarán irremediablemente.
Compañías y organizaciones como e-waste.mx, Recicla Electrónicos México (Remsa) y Proambi:Home, son algunas de ellas.