Cuando la impulsividad no nos ayuda
Hablar de impulsividad nos lleva a un terreno en el cual nos podemos meter en muchos problemas. En nuestra vida cotidiana, podemos vernos inmersos en la exigencia de todo lo que hacemos y que esto a su vez, nos mueve a querer descargarnos - en la mayoría de los casos - inconscientemente.
Pero, ¿qué es la impulsividad? Podemos decir que somos impulsivos cuando algo nos genera un estímulo e inmediatamente reaccionamos; tenemos una reacción en lo que decimos o en lo que hacemos, pero la característica relevante es que “No filtramos”, no nos damos una pausa consciente en lo que pensamos, en lo que sentimos y en lo que vamos hacer, es decir, no “reflexionamos” y esto nos lleva a destruir nuestras relaciones sentimentales, amistosas, laborales, familiares, etc.
Ya lo decía Freud – el padre del Psicoanálisis - las ilusiones se nos recomiendan porque ahorran sentimientos de displacer, y en lugar de estos, nos permiten gozar de satisfacciones.
De lo anterior, si algo nos estimula, pareciera que inconscientemente se nos viene un destello de una ilusión, entonces aparece el impulso que genera cierta satisfacción instantánea a lo cual nos lleva a experimentar una ambivalencia de sentimientos como amor y odio intensos en fracción de segundos.
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La clave está en que necesitamos aprender a crear un espacio entre el estímulo y la reacción; un espacio que solo lo vamos a encontrar con la auto observación. La auto observación es detenernos a reflexionar con respecto a lo que acabo de sentir y cómo voy a responder con mis palabras y mis acciones.
No dejemos que la impulsividad nos domine, porque las consecuencias pueden tener repercusiones impactantes en nuestra calidad de vida.
Reflexionemos, ¿cuántas relaciones y qué tipo de relaciones hemos perdido por la impulsividad?