CUENTA LO QUE HACES, NO TE "VENDAS"
A esta conclusión he llegado tras unas cuantas conversaciones cruzadas con mujeres de perfil similar al mío: carreras profesionales desarrolladas durante más de dos décadas y perfiles académicos bien nutridos.
Llego de un largo fin de semana con dos amigas en Lisboa. Estos "kit-kat" son, de verdad, un respiro y un chute de energía magníficos. Hemos tenido espacio para conocer la ciudad, respirar su pulso, disfrutar de rincones sorprendentes, charlar, compartir con un vinito y una buena sobremesa. ¡Qué más podemos pedir a la vida! Hemos hablado de nuestras familias, nuestros hijos e hijas y de nuestros trabajos. No tanto del detalle de lo que hacemos y cómo lo hacemos sino de algo más profundo, pegado a nuestras pieles de mujeres profesionales, conectado con nuestra emoción y vinculado a nuestro estilo de relaciones, el que nace desde esa capacidad de sentir.
Las mujeres de mi generación hemos escuchado mensajes claros de nuestros entorno: estudia, fórmate, se independiente, desarrolla tu vida profesional. En ocasiones, esos mensajes se nos han grabado a fuego porque han venido de la boca de mujeres, madres, tías, amigas de nuestras madres, que no han tenido una oportunidad para crecer fuera del rol de "madre" o "esposa". Así, hemos llegado a la universidad y continuado alimentando nuestro conocimiento a través de innumerables ofertas de capacitación que nos han traído a este momento. Todo ello, claro está, alineado con trabajos con los que también hemos ido aprendiendo y creciendo. Nos encontramos, ahora, en un momento interesante de nuestras vidas, con las mochilas bien llenas de mucho conocimiento y experiencia; mucho "haber" en el balance vital.
¿Pero cómo nos percibimos nosotras? ¿Qué nos sucede cuando tenemos que hablar de nosotras? ¿Decir quiénes somos, qué tenemos, qué podemos ofrecer? Aquí asoman, en ocasiones, los bloqueos. ¿Cómo nos "vendemos"? ¿Cómo podemos hacer para mostrarNOS? Y aquí, una de las cosas que percibo, es que nos hacemos pequeñas, nos entran los complejos. No queremos sobreestimarnos, pero al enfocarlo desde ese miedo, con ese temor, corremos el riesgo de pasarnos al otro extremo; acabar aplastadas en la subestima. Entonces ¿qué podemos decir, cómo lo podemos hacer?
Hace unos días, hablando con otra gran mujer, referente en muchos ámbitos para mi, salía la frase clave: "cuenta lo que haces". Eso es. Cuenta lo que haces, compártelo. Muestra todo lo que llena tu día a día, tu estilo, tu enfoque. Sin aditivos, sin brillos que destellen o cieguen; pero tampoco sin complejos, sin temores.
Este aspecto es crucial cuando hablamos de mujeres autónomas, empresarias, emprendedoras, que tenemos que asomarnos al momento "puerta fría". Este momento que a algunas nos resulta duro, un tanto incómodo. ¿Como podemos hacer de esta situación crítica algo que nos haga sentirnos cómodas y a la vez que nos muestre como somos? Pues si, contando lo que hacemos. Conversando, dialogando, desde un espacio de tranquilidad y (auto)confianza, porque sabemos lo que hacemos y conocemos bien lo que acompaña a nuestro saber hacer. Tal vez a quien escucha no le encaje lo que le mostramos, pero esto no significa que nosotras no le encajemos. Simplemente, que lo que mostramos que hacemos, no es lo que esa persona, empresa, proyecto, necesita en ese momento.
Contar lo que hacemos nos ayuda a visibilizar lo que somos, lo que hemos construido a lo largo de los años. Esto no es "vendernos", es conectar con nosotras, colocarnos en el lugar en el que debemos estar. Nuestro lugar.