De la sociedad líquida al transhumanismo gaseoso
El paradigma que encierra el concepto de “Modernidad líquida” (donde todo es inestable, nada perdura, y prima la inmediatez, la incertidumbre, el materialismo y el relativismo moral) del desaparecido Zygmun Bauman se está haciendo “gaseoso” a pasos agigantados. La transformación digital está convirtiendo la sociedad “líquida” en una sociedad posthumana “gaseosa”. A imagen y semejanza de las moléculas de los gases que interaccionan solo débilmente entre si, sin formar enlaces moleculares, adoptando la forma y el volumen del recipiente que las contiene y tendiendo a separarse, esto es, expandirse, todo lo posible por su alta energía cinética como explica la Wikipedia.
Esa es la disrupción tecnológica a la que estamos asistiendo. Internet se expande y cada vez es menos sólido, más gaseoso. Y nosotros con ella. La tecnología conecta cosas eliminando procesos sin parar, los procesos sólidos caen en desuso, y los enlaces “físicos” cada vez son menos necesarios. El “entrelazamiento cuántico” comienza a ser una realidad en Internet más allá del mundo de las partículas. Citando un artículo reciente de Marc Vidal, esto hace que podamos hablar de como esta Internet posthumana se va a convertir no ya en la Internet de las Cosas sino en la “Internet del Todo”.
Desde un punto de vista filosófico cabría preguntarse: ¿Esta revolución a quién sirve verdaderamente? Ante este momento histórico sin precedentes no sirve de nada negarlo, lamentarse o quedarse de brazos cruzados. La gran pregunta no es qué queremos hacer, sino qué podemos hacer y a quién queremos servir. La “Sociedad Líquida” refleja la última fase de un proceso de deshumanización que dura ya muchos años y que culmina en la revolución tecnológica a la que asistimos. Llegados a este punto el camino se bifurca en dos y hay que elegir:
El primer camino nos lleva completar el plan de una sociedad posthumana y abrazar el transhumanismo que persigue transformar nuestra condición. Significa ponernos al servicio de esa Internet del Todo. Ser nosotros mismos los que pongamos fin al Homo Sapiens Sapiens en pro de un hombre máquina que cada vez tendrá más de máquina y menos de “hombre” en todos los sentidos. Terminaremos así de deshumanizarnos y haremos que lo líquido se haga totalmente gaseoso.
El otro camino es justo el inverso: luchar por recuperar nuestra humanidad. Volver a hacerla sólida, desde lo espiritual, la conciencia, los valores… Y de esta forma, aprovechar la oportunidad que nos brinda la tecnología para poder dedicarnos a ser, mientras las máquinas y el proceso tecnológico se dedican al hacer, sirviendo así al hombre como un medio, y no a la inversa.
Pienso que lo más fácil es la primera opción, porque supone evolución sin más. Sólo hay que dejarse llevar. En cambio, la segunda opción, implica una revolución para deshacernos de todas esas ideas, creencias y doctrinas económicas, políticas, sociales, religiosas… que nos han traído hasta esta encrucijada.
En cualquiera de los casos, lo que tengo claro, es que muchas personas se quedarán en el camino, aunque por diferentes motivos.
Copy, creativo, apasionado de, con y por las palabras, inquieto y "aprendedor" por vocación.
7 añosSi fuera argentino y/o ingenioso, diría, a modo de resumen, que "la humanidad se va al pedo" si seguimos así. Totalmente acertado, como siempre, Javier Salso. Al final Asimov no estaba tan alejado en sus predicciones…