Todo está por hacer

Sí, todo, todito todo está aún pendiente de hacer. Lo mejor aún está por llegar a nuestras vidas.

¿De verdad?¿En serio? No me lo creo. Si está ya todo inventado, ¿qué va a venir? ¿Qué va a pasar?

Lo que queramos.

Recuerdo hace un par de años cuando un amigo me decía que cuando miraba fotos antiguas de principios de siglo XX en Nueva York veía las calles, las personas paseando, los primeros automóviles, la construcción de rascacielos, la agricultura intensiva o las personas con sombrero, se preguntaba "¿Qué ha cambiado realmente en la sociedad?" Si tomas una imagen de ahora y de antes verás los mismos patrones y excepto el avance tecnológico las personas hemos cambiado poco". "Cierto", le respondí, "pero esos cambios tecnológicos lo han cambiado todo, desde la percepción de la sociedad con sus semejantes a la percepción que tienen en el mundo. El problema es que los seres humanos morimos", le contesté (no voy a entrar a explicar por qué morir es un problema, eso para otro día, pensar en una sociedad élfica y veréis las ventajas... y desventajas...).

La historia la creamos cada día, el mundo lo creamos cada día, entre todos. Lo aceptemos o no con nuestros pensamientos, con nuestras acciones y con nuestros condicionantes estamos labrando el devenir de la humanidad.

Hace 14 años apareció una tecnología que ha cambiado nuestras vidas, somos unos completos adictos a ella. ¿Cuál? El teléfono móvil inteligente, con sus notificaciones, con sus aplicaciones, con sus constantes distracciones y con el diseño adictivo de los productos que fabrican las empresas tecnológicas nos han hecho olvidarnos de la importancia de pensar con claridad, de sentarnos, de aburrirnos, de pensar. Nicholas Carr, autor de Superficiales y de Atrapados y director ejecutivo de la prestigiosa revista de Harvard Business Review, ya lo decía 2011. Él y tantos otros y cientos investigaciones que se han realizado desde entonces (sólo hay que buscar un poco en Research Gate o en cualquier buscador).

Pero independientemente de esto, el mundo cambió. Y estamos al albor de la tercera revolución industrial (no la cuarta como algunos quieren hacernos creer, la tercera). Y ésta tercera revolución industrial va a transformar la realidad como lo hicieron las otras dos, con unas consecuencias y cambios que nuestras mentes son sólo capaces de conjurar o imaginar. Pero no somos realmente conscientes de sus implicaciones.

Estos cambios vienen promovidos por invenciones en el campo de la energía, las telecomunicaciones y el transporte que se sincronizan en el tiempo para dar lugar a una nueva sociedad.

Y estamos en el albor de estos cambios.

El cambio en la energía nos permitirá ser una sociedad más sostenible y menos contaminante. A la par de que si somos capaces de generar energía a un coste cuasi gratuito abarataremos el coste subyaciente de cientos de procesos que a día de hoy dependen de la energía. Funciones de metales, iluminación, purificación de agua mediante ósmosis, transporte de carretera o ferroviario, por citar algunos. Y por ende estaremos elevando el poder adquisitivo de las personas, optimizando los recursos y teniendo más capital para acometer nuevas aventuras.

El cambio de las telecomunicaciones nos permitirá cosas tan increíbles como el último vídeo de Microsoft con el Mesh. Sistemas de realidad aumentada o realidad mixta (según cómo lo quieras llamar) en donde la disminución de la latencia permitirá la comunicación cuasi instantánea entre dispositivos. No se trata de que podamos descargarnos un vídeo de varios gigas en pocos segundos, se trata de que un cirujano pueda operar desde cualquier parte del mundo con un robot. Se trata de que podamos crear mundos digitales sobre la capa de la realidad y la veamos como si fuese real. Se trata de permitir la autonomía instantánea de humanoides o robots de todo tipo y que éstos se comuniquen con el sistema sin problemas.

Y por último el del transporte. Los vehículos autónomos. Imagina cadenas de suministro autónomas, sin necesidad de conductor. Imagina vivir en una ciudad, subirte a un coche, dormirte por la noche en una cama dentro del coche y al día siguiente estar en otro país en la ciudad que querías visitar. Se abre un mundo completamente nuevo de posibilidades.

Y esto transformará la sociedad tal y como la conocemos.

No somos conscientes de los cambios que vienen. Serán paulatinos, irán entrando en nuestras vidas. Pero cuando miremos hacia atrás pensaremos: "¿Cómo hemos podido vivir sin esto?"

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