Definamos qué es hoy un edificio inteligente
Nota: Este artículo es una traducción del post escrito por Matías Peluffo en el blog de CommScope
El término “edificio inteligente” se ha utilizado desde principios de los 80; podría pensarse que a estas alturas estarían definidos los atributos de un edificio inteligente, que habría una definición aceptada globalmente. Pensadlo de nuevo. Aunque varios organismos han intentado establecer una definición universal, hay multitud de definiciones con diferentes niveles de detalle y varios grados de énfasis sobre distintos aspectos de la inteligencia del edificio.
La primera definición, acuñada por el Instituto de Edificios Inteligentes (Intelligent Buildings Institute) define un edificio inteligente como “el que proporciona un entorno productivo y de costes asumibles mediante la optimización de cuatro elementos básicos: estructura, sistemas, servicios y gestión, y la interrelación entre ellos”. De acuerdo con esta definición inicial, un edificio inteligente emplea óptimamente sus cuatro elementos para satisfacer las necesidades de los usuarios, con énfasis en la tecnología que hace posible la interrelación entre elementos.
Cuando el concepto de edificios inteligentes empezó a difundirse, a finales de los 80 y principios de los 90, aparecieron nuevas definiciones contrapuestas. En Europa, El Grupo de Edificios Inteligentes Europeo (European Intelligent Buildings Group) acuñó una nueva definición que señalaba que un edificio inteligente “crea un entorno que maximiza la eficiencia de los usuarios del edificio al tiempo que hace posible la gestión eficiente de recursos con costes mínimos durante la vida útil de los equipos y las instalaciones”, y ponía el foco sobre la necesidad de que la tecnología sirva a los ocupantes. En Asia, las definiciones hacían hincapié en el papel de la tecnología de automatización y control de las funciones del edificio.
A finales de los 90 y principios de este siglo, el concepto de edificio inteligente evolucionó hacia la eficiencia energética y la sostenibilidad mediante la introducción del código BREEAM (1990) y el programa LEED (2000). A finales de la década pasada, dada la creciente convergencia de inteligencia y sostenibilidad, un estudio de Frost and Sullivan encargado por la Asociación Continental de Edificios Automatizados (Continental Automated Buildings Association), creó el término “Bright Green Buildings” (Edificios brillantes y verdes) para inmuebles que son tanto inteligentes como verdes.
En los últimos tiempos, las nuevas definiciones comienzan a adoptar el surgimiento de la Internet de las Cosas, sus aplicaciones y el impacto en los edificios inteligentes. Un reciente informe de investigación de Memoori resaltó la aparición de una nueva Internet de las Cosas en Edificios (Building Internet of Things o BIoT), definida como una superposición de una red IP, que conecta la monitorización de todos los servicios del edificio, que analiza esa información y controla el edificio sin intervención humana.” Memoori predice que el Sistema de Automatización de Edificios tradicional (Building Automation Systems, BAS) evolucionará hacia un BIoT en los próximos cinco años. Las tecnologías BIoT y sus aplicaciones pueden incrementar la eficiencia de todas las facetas de la inteligencia del edificio.
Hoy se dan cambios significativos en el modo en el que se diseñan, operan y usan los edificios. Los departamentos de inmuebles, de instalaciones y de IT de las empresas se benefician enormemente del uso de la inteligencia del edificio para cumplir con retos como optimizar el espacio, incrementar la eficiencia energética y mejorar la conectividad en un momento en el que el cambio en la demografía laboral implica mayores expectativas por parte de los ocupantes: diseño del espacio flexible y moderno, mayor comodidad, productividad y conectividad omnipresente.
Aunque hay múltiples y cambiantes perspectivas sobre este tema, cada vez está más claro que un edificio inteligente es un edificio conectado y eficiente.
Un edificio conectado presume de una infraestructura de comunicaciones conectada que soporta redes de cableado e inalámbricas y sus aplicaciones. También hace posible las comunicaciones máquina-a-máquina, persona-a-máquina y persona-a-persona dentro de edificio y con el mundo exterior, para lo que emplea una plataforma cableada e inalámbrica, flexible, inteligente y dotada de los últimos avances. Esta plataforma emplea redes LAN cableadas, Wi-Fi, red de telefonía móvil interior, sistemas audiovisuales, sensores, iluminación y aplicaciones de gestión del edificio. Los edificios también se conectan a la nube como un componente esencial de las redes eléctricas inteligentes y de las ciudades inteligentes.
Un edificio eficiente aprovecha la plataforma de conectividad avanzada para satisfacer las necesidades de espacio, instalaciones e IT, y mejora la eficiencia energética, el uso del espacio y la satisfacción de los ocupantes. En un edificio eficiente, la plataforma de conectividad inteligente se adapta con facilidad a los cambios en el diseño del espacio y las tecnologías de comunicación. Una red de sensores de gran densidad se integra con otros sistemas del edificio para ofrecer un control basado en la ocupación y muy detallado de los sistemas del edificio. El resultado es el uso óptimo de la energía y un mayor confort de los trabajadores, a la vez que aporta la perspectiva histórica y en tiempo real de los patrones de ocupación.
En un momento en que hay drásticos cambios en el diseño y los patrones de uso de los espacios comunes e individuales, las expectaciones sobre eficiencia continúan incrementándose. Esta tendencia se ve alimentada por el aumento de dispositivos conectados, sensores y aplicaciones BIoT. En paralelo a la continua evolución de la definición de edificios inteligentes, éstos están cada vez más conectados y son más eficientes.
¿Cuál es tu definición de un edificio inteligente? ¿Piensas que la conectividad y la eficiencia son esenciales para validar un edificio inteligente? Déjanos un comentario y responderemos.