Diálogos sobre liderazgo: de coach a coach
(Serie "Diálogos")
Entrenador: amigo, llevo dándole vueltas a cómo enfrentarme a mis nuevos jugadores, qué decir el primer día que me ponga delante de ellos. Llevan demasiado tiempo sobreviviendo a una crisis de juego y, lo que es peor, a otra crisis más grave de identidad y de equipo. No creen en nada ni en nadie. No sé qué hacer para crear el entorno que necesitan…Tengo la sensación de haberme metido yo solo en la boca del lobo aceptando la oferta…
Amigo: ¿cómo quieres que te ayude?, no conozco mucho de vuestro mundo, de eso que llaman vuestros “códigos” de conducta.
E: puedes y sabes cómo ayudarme…ponte en mi lugar. Imagina que te llama el presidente de una gran compañía, de una multinacional. Te dice que eres la persona ideal para sacarla del bache que vive, que tienes los recursos y el conocimiento para dirigir a su personal, para tomar el mando de una nave a la deriva, sin rumbo y sin la motivación suficiente para enderezar su destino.
A: bueno...a riesgo de equivocarme haré el esfuerzo…Pues mira…lo primero que me viene a la cabeza es que el tal presidente que me ha llamado está equivocado. Poco importará mi experiencia profesional anterior, mi curriculum, mis logros y mis fracasos para sacar la situación adelante.
E: ¿me estás diciendo que los que me han contratado no saben lo hacen?
A: no, te estoy diciendo que para sobrevivir o para tener éxito, importan otras cosas más que la cuenta personal de éxitos pasados.
E: pues tú me dirás qué es lo que importa…
A: pues importa más si, a pesar de los pesares y a pesar de la crisis de resultados que vive tu próximo equipo, eres leal al modelo en el que crees, si eres ejemplar con tu discurso, si no titubeas desde el minuto uno.
E: ¿me quieres decir que tengo que tener un modelo?, lo tengo, sé cómo jugar, me llevo a mi staff técnico de toda la vida, el que me ha dado tan buenos resultados en mi carrera deportiva.
A: hablamos de modelos distintos.
E: ¿De qué modelo me hablas entonces?
A: de tu modelo de liderazgo, hablo de tu persona, no del juego que te gustar hacer, ni de tu profesión, ni siquiera de tu estilo como entrenador. Hablo de ti.
E: explícate porque no te entiendo…
A: me has pedido consejo, me has pedido que te dé ideas para esos primeros días, que te diga qué haría yo en una situación similar en un entorno diferente. Lo voy a hacer, a pesar de que no me gustan las recetas, y lo voy a hacer describiendo mi propio modelo, el que he seguido desde que tengo responsabilidades sobre personas, el de un liderazgo basado en principios y valores inmutables.
E: te escucho…
A: nadie me lo ha enseñado de manera expresa, pero lo he visto reflejado en modelos de grandes líderes, algunos he tenido la suerte de tenerlos cerca. Entiendo que si es bueno para mí lo debe ser también para ti, entrenador de equipo deportivo, ya sea de uno en formación en categoría inferiores o de primera división con o sin problemas deportivos. Es un modelo de principios y como la roca de un faro que guía a los barcos a su llegada a puerto, es inmutable y sirve tanto para pequeñas embarcaciones de pesca como para barcos de guerra. Da igual la calidad del jugador que dirijas o la crisis de resultados por la que pase el equipo, porque entonces no será tu modelo el que implementes, sino una versión falsificada, es decir, una verdad a medias que no dejará de ser una mentira de ti mismo.
E: vaya, empiezas a preocuparme. Sabes que soy un tipo de valores, mis padres ya se ocuparon de ello.
A: lo sé, estoy convencido que todos aquellos que han tenido influencia en tu vida han sabido transmitirse por ósmosis unos valores que de manera irracional estás ya implantando en tus equipos. Ahora solamente estás “vomitando” lo que llevas tiempo sintiendo, lo que sentías antes de jugador y lo que soñabas antes de sentarte en un banquillo. Eso llevas ganado, pero sin reflexión y aprendizaje continuo por tu parte, correrás el riesgo de quedarte en un proyecto de gran entrenador, en una promesa que no llegó a más por obsesionarse en salvar resultados en lugar de personas.
E: ya veo por donde vas, pero sabes que lo que diferencia a un buen equipo son los resultados…al igual que en la empresa, lo que cuenta es el puesto en la tabla, los títulos, los éxitos.
A: siento discrepar. Dice Santiago Álvarez de Mon en su libro “Con ganas, ganas” que “lo más valioso de la vida es consecuencia natural de una forma de caminar por ella…la vida es aquello que ocurre, que acontece, que fluye, una vez que hemos hecho nuestros deberes, que hemos cumplido nuestras tareas, que hemos dado el do de pecho”.
E: ¿me estás diciendo que los resultados llegarán si desarrollo un modelo en el que crea?
A: eso mismo te estoy diciendo, y añado, con mucha ilusión, voluntad y constancia. Mi primer consejo: emplea lo que te diferencia, la influencia que tiene tu familia y tu entorno más cercano sobre tu carácter como entrenador, para construir un modelo de liderazgo fuerte que, con total seguridad, te llevará a la realización personal como líder. Hay un autor americano muy conocido que hace años diferenciaba la “ética del carácter” de la “ética de la personalidad”, la basada en valores y principios contra la relacionada con técnicas de comunicación e influencia sobre los demás. La segunda, es la ética que nos lleva el deseo de contar con líderes técnica y emocionalmente mejor preparados, la que enseñan las escuelas de negocio de todo el mundo y seguramente la que enseñen en el curso de entrenadores que hiciste: cómo comunicar, cómo influir, cómo vender, cómo gestionar el tiempo, etc…Es una forma que tiene beneficios en el corto plazo, pero tiene el peligro de no ser duradera ni al paso del tiempo ni al cambio de circunstancias del contexto, lo que explica por qué un entrenador tiene éxito en un equipo y no en otro, por qué cuando vienen mal dadas hay pocos líderes con mayúsculas capaces de gestionar en tiempos de crisis.
E: no sé si tendré la capacidad de ver ese modelo que llevo dentro y el valor de implementarlo en mi equipo. Pero bueno, te escucho, tomo nota. Sigue.
A: hay un aspecto importante que quiero volver a recalcar antes de seguir: no importa la categoría del equipo que entrenes, ni la calidad de los jugadores que tengas, lo importante será definir tu modelo de liderazgo y un plan a corto-medio plazo para implementarlo, ya sea en tu equipo actual o al que llegues después como consecuencia de un cambio de entrenador.
E: ¿y mi modelo debe ser?
A: y tu modelo debe ser la causa por la cual eres entrenador, tu modelo debe responder a la pregunta por qué eres entrenador, por qué te levantas cada mañana para ir a trabajar, por qué eres tú el que cuida cada detalle que rodea al equipo. Tu motivación más íntima es tu estrategia para hacer equipos únicos y leales. La única forma que tienes para que tus jugadores sean leales contigo y con sus compañeros es huir de las manipulaciones, ya sean éstas positivas o negativas, premiando o castigando, o prometiendo algo que incluso cumpliendo lo prometido responde a una manipulación por tu parte para conseguir un resultado determinado. Tener jugadores leales empieza por desarrollar un discurso coherente y la clave está en el origen del modelo, en su concepción.
E: es decir, que debo tomar conciencia de mi porqué como entrenador para asegurarme que el resto de mis actitudes y decisiones sean coherentes y me convierta en ejemplo para mis jugadores...
A: correcto, si no sabes tu porqué, no habrá rumbo claro que tomar, ni causa por la que luchar. Sin tu propósito, la tripulación se verá perdida. No hablo de fútbol, hablo de liderar personas, de gestionar emociones, de inspirar para influir en la voluntad de tus jugadores.
E: tengo claro que el liderazgo debe ser una cualidad a tener en cuenta por cualquier entrenador si quiere resultados excelentes, pero no veo porqué es tan importante que yo me cuestione mi vocación, mi profesión.
A: porque hay personas que dependen de ello. Repito, todo parte de la definición del modelo según valores de equipo como la lealtad, la honestidad, el esfuerzo constante, la excelencia en todo lo que uno hace, la confianza, la sinceridad, el sentido de pertenencia. Los valores serán la garantía de supervivencia de tu equipo. Tu máxima responsabilidad será cohesionar al grupo alrededor de unos objetivos comunes, ganar imagino, pero siempre tomando decisiones con referencia a esos valores, guardando coherencia siempre y bajo cualquier circunstancia. Tienes que tener el valor de hacerlo o no merecerás ni el puesto ni el honor de liderar a tus jugadores.
E: pensaba que mi primera responsabilidad era ganar partidos.
A: si es lo que crees, estáis muertos.
E: siento llevarte la contraria pero mi mayor preocupación debe ser obtener en el campo el máximo rendimiento de cada uno de mis jugadores.
A: y lo es, pero nunca a cualquier precio. Puedes obtener su máximo rendimiento, y tendrás un gran equipo. Pero puedes también aspirar a su corazón, a su voluntad y a su talento, y disfrutarás de un equipo eterno, invencible.
E: uff, ¡menudo eslogan! Sigue por favor…
A: puedes conseguir que cada jugador corra porque de lo contrario se verá fuera del equipo en la siguiente jornada; o puedes conseguir que lo haga porque cree en lo que hace, porque quiere hacerlo, porque disfruta haciéndolo, porque siente que cada pelota en juego es una oportunidad para luchar o morir.
E: bien, empiezo a ver la diferencia. Pero me estás describiendo el edén del deporte, el paraíso en el que todo entrenador le gustaría estar…pero amigo, la vida es difícil, el deporte de alta competición es mucho más complejo y no creo que sea viable lo que me cuentas.
A: tú verás, me has preguntado y yo te contesto. Sé que es difícil pero es el compromiso que adquieres, va en tu sueldo, va en el placer de lucir orgulloso tus iniciales bordadas en la ropa que llevas, va en el lujo de tus privilegios como primer entrenador. Eres tú el único responsable de uno y otro rendimiento; como líder, debes vigilar que todo, absolutamente todo lo que hace el equipo se haga conforme a tu modelo, es decir, según los valores de equipo que tú mismo has definido. Y si tienes la esperanza, la paciencia y el valor de hacerlo, dejarás de preocuparte de los resultados. Éstos llegarán tarde o temprano.
E: me estás haciendo pensar, porque pensaba que lo relevante era obtener resultados para ganarme el favor del vestuario, de la afición, del presidente.
A: todo ello será consecuencia de tu compromiso como líder.
E: ¿algún consejo más?
A: sí, alguno más. Debes ser ejemplo siempre, no actúes por lo que puedan pensar periodistas, jugadores, otros entrenadores o tus jefes, sino porque es coherente con tu modelo, porque sientes que debes hacerlo, porque está en sintonía con lo que piensas. Emplea el tiempo en preparar a conciencia los mensajes que vas a lanzar, piensa en qué vas a ceder y en qué no. Traza una línea roja que tu modelo de valores no permita traspasar; normalmente serán tus valores de equipo los que te dirán qué se puede y qué no se puede permitir. Liderar es “visualizar” constantemente: qué decir, cómo comunicar, cómo gestionar expectativas…Recuerda que lideras personas, no deportistas, y visualizar es una forma barata y eficiente de gestionar tus emociones. Si no tienes confianza en ti mismo, no esperes que tus jugadores la tengan tampoco.
E: sigue, sigue.
A: debes mantenerte firme en tus prioridades: personas primero, tus jugadores, tus colaboradores, tu equipo; luego las ideas, las estrategias, los estilos de juego, las técnicas de entrenamiento; y por último las cosas, lo tangible, es decir, todo lo que puedes comprar con un buen presupuesto. Y en ese orden. Debes ser fiel al modelo. Toma las medidas drásticas en el momento oportuno, no esperes porque será perjudicial para el cambio que quieres implementar, son parte del plan. De hecho, te aconsejo que tomes alguna medida de calado nada más llegar al nuevo banquillo. Eso sí: ten en cuenta que tomes lo datos que tomes cuando observes y recopiles toda la información que puedas recopilar del entorno, nada asegura que la decisión sea acertada. Así que debes guiarte por tu modelo, acuérdate que está redactado según tus motivaciones personales, tu causa, tu por qué, será la única forma de tomar decisiones auténticas, verdaderas. No engañarás a nadie, ni siquiera a ti mismo.
E: amigo, me dejas sin palabras. Demasiada responsabilidad, yo pensaba que con no perder era más que suficiente.
A: pues no he acabado. Pierde tiempo en recordarles por qué son jugadores de fútbol. Es casi una epidemia que tenemos en la sociedad que vivimos, olvidar qué nos motivó a ser lo que somos. Recuérdales porqué les gustaba tanto jugar en campos de tierra y entrenar cada tarde cuando nadie les conocía. Hay que esforzarse en relativizar su día a día, sacarles de su burbuja interior que se han formado una vez llegan a jugadores profesionales y hacerles ver que tienen una responsabilidad por ser lo que son. En el momento que pierdan la ilusión y la confianza, en el instante que abandonen la motivación que explica el porqué son jugadores de fútbol, perderán ante cualquier contrario sin importar la calidad del rival. Tendrás un equipo vulnerable. En mi modelo, el que habla mal a un compañero, el que no respeta una decisión del entrenador, el que llega tarde al entreno, es fiel reflejo de su falta de compromiso consigo mismo y, por su puesto, con el resto del equipo.
E: no sé si estoy preparado.
A: creo que lo estás. Arrojo para tomar decisiones lo tienes; carácter basado en valores, es evidente; pero debes afrontar tu responsabilidad de liderar equipos de alta competición. Lo difícil no es jugar, sino hacerlo con un propósito vital que está por encima de los resultados.
E: muchas gracias amigo.
A: gracias a ti. Suerte.