Distracción
“El café de la mañana ha sido un revulsivo para terminar de despertar. El domingo fue un día intenso: compras, cine y luego una cena romántica. En realidad, no me quería levantar de la cama hoy cuando sonó el despertador de madrugada. Ahora, ya en la oficina, me siento frente a la pantalla del ordenador a revisar todos los pendientes que quedaron el viernes: correos electrónicos, sitios web y redes sociales. Cuando aparto la vista de la pantalla… ¡ya es medio día!”
Estar conectado de manera compulsiva a la internet puede convertirse en un distractor de la eficiencia que todos buscan en el trabajo, olvidando que es un recurso y no solo un escape del mundo real. Cualquier dispositivo electrónico que esté en línea, puede absorber la atención y el tiempo para obtener información ilimitada, pero parte de ella sin ningún aporte a la actividad laboral. En las escuelas y universidades, donde se maneja información académica, pero a veces el razonamiento ha quedado limitado a la intensidad que tenga la señal de internet.
El mundo globalizado y cada vez más competitivo en todos los ámbitos de la vida, ha hecho que el ser humando desarrolle diversas habilidades, útiles para la sobrevivencia diaria. Pero esto conlleva una exigencia que se realicen a la perfección, con un margen de error mínimo permitido, con lo cual lleva a un aprendizaje mediocre y muchas veces resulte frustrante. Esto genera un distractor más: la preocupación de que todo resulte bien, olvidar que un ser humano es capaz pero no omnipotente.
¿Qué hacer para enfocarse en lo importante? Tener una mente sana, pensamientos positivos, mejorar las fortalezas, trabajar en superar las debilidades. Lograr un balance mediante el cuidado de la salud: nutrición balanceada, sueño reparador y ejercicio con regularidad. Establecer relaciones familiares, de amistad y trabajo sólidas; finalmente en empezar nuevos proyectos: el poder de la mente es sorprendente y el potencial que cada persona lleva en su interior crece a medida que se pone a prueba, sino se debilita. Así que el tiempo transcurre inexorablemente pero cada uno decide la forma en el cual vivirlo.