Durmiendo en el bosque como Bob Dylan
De repente, una extraña.
La historia se complica, un síncope, doble personalidad, las estanterías se vienen abajo, las puertas salen de sus goznes, el fregadero se atasca, hay pelos en la bañera donde nadie se ha bañado. Cartas acumuladas en el buzón, la sangre escurre por la mirilla. Envía cartas ensangrentadas a todos sus novios, a los vecinos, hombres elegidos al azar, sonrisitas que son el Mal.
Es la escalera que sale del infierno.
Te auguro éxitos, flores de almendro, y más adelante, rosas rojas, clientes y cerveza en la piscina. Colores ocre y zarcillos de oro. Sus ojos de culebra. Su aroma a Sonnencreme. La alemana.
¿Qué significa todo esto?
-Yo era tan feliz… yo llevaba una vida plena…
Habla más cerca del móvil, por favor. Hay tanto ruido aquí dentro que no se entiende nada de lo que dices.
Mis notas de vuelta a la habitación. Room 580.
-Mujeres hombrunas, la camisa azul cubre a esta mujer como un saco, pechos planos, sin curvas, pelo fino pegado al cráneo, sin maquillaje, una cola de caballo, pantalón azul, como una esclava activista de la China de Mao. Cultivando la tierra, contándose los dedos que le faltan, los años, las citas rechazadas por orgullo, el placer que consistía en rechazar esos bailes, verles la cara, humillarles, ver que no merecían sacar nada de ella. Eran tan bajitos, zafios, iletrados.
Me estoy describiendo a mí misma en este baile de odio.
No hay acción. Sólo hambruna, taquicardia, fiebre, neurona solipsista.
Delgaducha, se viste con un jersey azulón amplio, vaqueros negros, la cara agitanada como Cathy Heathcliff, un cruce de los descendientes, endogamia retorcida, por despecho, una Cathy Earnshaw cruzada con un hijo bastardo de Heathcliff, incluso un nieto. La madeja quedaría recogida y el círculo completado, fin de la novela. Una especie de trascendentalismo, qué hemos aprendido, todo este sufrimiento y sacrificio nos hace mejores personas. Si yo fuera Jo March habríamos aprendido algo, y se lo narraría en una carta a mi hija. Y la carta sería tan larga que administraría los capítulos con sus títulos y subtítulos con la letra de diferente tamaño y fuente. Lograría darle forma de novela de 800 páginas.
Pues fui a los bosques, acampé sola en la naturaleza, en un claro, con la referencia de unos troncos negros a mi derecha, sobre la frente, como una cama.
Estirando la mano, se halla mi cantimplora, frutos secos, mis cuadernos, óleos, Sonnencreme, tiritas para los pies doloridos de tanto andar. Musgo, hongos como casitas en la roca, como hoteles en el mar en Benidorm, hartazgo de gente...
Riachuelo marrón, la arcilla es buena para lavar los platos. Una hoguera. Empalar pescado.
Levantar las piedras y admirar los gusanos, eso es el trascendentalismo.
Y Bob Dylan sonando en los auriculares.
Si supiera pintar óleos de 2x2 metros en este bosque, tiraba ahora mismo el ordenador por la ventana. Esta vida de oficina me hace vivir en una cueva.
El mirlo roba migas del bocadillo de sardina asada. Café en un termo, olor agrio a hojas levantadas a patadas.
-Aquí yace el amante no amado.
El amado realmente y mil veces maldito es “The kid”, el batería.
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Es muy posible que esta tía esté loca. Como su padre. Y como su madre. Todos los músicos... ya se sabe. Todos estamos locos en esta familia.
Y yo, la insensata que le sigo el juego, a la “viuda de Mao”, mientras tamborilea con los dedos en un lateral de mi bolso.
Grabo su discurso en el móvil, y en una libreta que guardo en el bolsillo trasero del vaquero. Igual que el móvil, y las manos hacia atrás, bolis… debe ser un gesto de inseguridad, no mostrar las manos, quedarse con parte de la información (por supuesto), no ser sincera.
Continúa, por favor.
El bolso de plástico duro y lleno de arañazos, como un macuto militar, es aporreado a modo de tambor. Pom. Pom. Tatata.
Mi libreta doblada en el bolsillo del culo.
"Mon amour,
Estoy saturada, cansada de darle vueltas, harta de discusiones que olvidas al día siguiente. Vuelvo a la ducha, lloro todo el tiempo, sudor de toda una semana de angustia. Con el pelo pegado por el abdomen, de lo largo que es. El pantalón con manchas de café, monedas que caen como la lluvia cuando hago el pino (¡lluvia de oro!)… Recojo las monedas, un billete de autobús de hace cuatro meses…"
En el fondo, sólo queremos trabajar en paz, alejados lo suficiente del pueblo donde se cuece todo el cotilleo, y la incomunicación, el resentimiento.
No son flores de magnolio, son manos abiertas, palmas rosas, grises, se abren con ingenuidad, tal vez sean familia. Las palmas caen al suelo, carnosas, para adaptarse a las mejillas, o al pecho, como un wonderbra.
No saldría nunca de casa si no fuera porque Bob Dylan cantaba que dormía en los bosques.
Tuya siempre,
Y.
- VEN A GRABAR TU HISTORIA EN EL ESTUDIO
Transitemos juntos ese recorrido por la escritura; te muestro los artificios y las técnicas para producir textos memorables, después seguís solo. Yo solo soy una muleta.
10 mesesA leer a la genia de Yolanda.
Creativa contenido audiovisual
10 mesesUna mezcla mezcla de realismo mágico y exploración psicológica; amo la referencia a Dylan. Yolanda Mora
Copywriter. Escritor, Copy para Blogs y empresas. Hago más sencillo el arte de vender con las palabras. Máquina de ideas, ¡escribir nunca fue tan fácil! Te muestro?
10 mesesQue Magia tienes XD!!!!