Películas que traen recuerdos

Películas que traen recuerdos

El otro día escuché un vídeo que hablaba de los registros akáshicos, de la memoria de vidas pasadas que transportamos en nuestra alma  y cómo se despiertan cuando deseamos viajar imperiosamente a un lugar desconocido, cómo de repente nos sentimos felices con aficiones y talentos que al parecer ya hacíamos siglos atrás o la aparición de personas que a pesar de su aspecto diferente, sentimos un profundo amor o una intensa aversión. Curiosamente el domingo estuve viendo un episodio de Los herederos de la tierra, una serie basada en el célebre libro del mismo título de Ildefonso Falcones. Sentí mucha tristeza al ver una escena donde Arnau Estanyol es injustamente ejecutado y su esposa Mar está presente en la plaza mientras el pueblo jalea con cada hachazo. No pude evitar pensar que al igual que países, ciudades, hobbies que nos gustan mucho, los libros y películas también despiertan recuerdos, dejà vu que nos estremecen o nos hacen suspirar. Hace unos años leí el libro de la genial Isabel Allende, llamado La Isla bajo el mar y en un extracto relataba como muchos esclavos traídos desde África y vendidos en islas caribeñas, en este caso Santo Domingo, eran marcados a fuego con la inicial de su amo y a los más indómitos se lo hacían en la cara para mayor humillación. Yo escribí un libro hace años donde un personaje era marcado a fuego con un hierro candente. A muchas mujeres las acusaban de brujería y tan solo eran curanderas o personas sabias que conocían los secretos de la naturaleza. También cuando leía todo lo relacionado con los cátaros y Carcassonne, sentía ganas de llorar, parecía que traspasara las hojas del libro y me sumergiera en el siglo XIII. Con las películas ocurre exactamente lo mismo. Hace poco fui a una pizzería que está decorada con fotos de la película El padrino y leyendo en la web del establecimiento, el dueño se declaraba como un fan incondicional de los films de la mafia italiana. Estoy segura que ese hombre vivió en Chicago o Nueva York en los años 20 del siglo pasado. Personalmente hay dos películas que me despertaron recuerdos muy vívidos de otras vidas, pero en ese momento no era consciente. Antes de ver El pianista en el año 2003, había visto otras como La lista de Schindler o La vida es bella y posteriormente El niño de pijama de rayas, pero ninguna me conmocionó tanto como la filmada por Roman Polanski. A los 5 minutos ya estaba llorando en el cine, con unos estertores y convulsiones que no era normal. Pero lo que realmente me despertaron mis recuerdos, fueron los últimos 30 minutos, con la aparición del oficial nazi que protege y salva al judío polaco. En ese instante no entendía nada pero la película tan solo estaba sacudiendo mi mente y preparándola para posteriormente, diez años después, escribir un libro sobre una temática similar. La otra película que me enloqueció por completo, fue Brokeback Mountain. Los personajes me resultaban familiares por alguna razón que tampoco comprendía. Cuando fui a verla en enero del 2006, me contuve durante las dos horas y pico que dura, pero al salir del cine rompí a llorar en una calle solitaria y estuve cinco minutos con un llanto desgarrador y no podía parar. Se me hincharon los ojos, mi nariz se llenó de mucosidades y sentía angustia, dolor, pena y no entendía qué me ocurría. Me compré el libro de Annie Proulx, el CD con la banda sonora, la había visto primero en inglés y después en español, me fascinaban todos los personajes y me indigné cuando en los óscars ganó Crash como mejor película, sacando a la luz la rancia y puritana política de Hollywood. Todos tenemos una película favorita y si analizamos profundamente, hay algo que nos atrae y quizás sea por un tema de vidas pasadas. Gracias por leerme.  

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