Economía del aprendizaje de la mano del Big Data
El mundo experimenta un crecimiento exponencial en la generación de datos. Y, entre todo esto, las empresas debemos reinventarnos para sacar el máximo partido a esta información. En la era de la inmediatez, la información supera límites. El gran reto está en ser capaces de recopilar esta información y saber gestionarla, entenderla y aplicarla.
Los beneficios del Big Data son evidentes: mayor ventaja competitiva, cambios en los modelos de negocio y dominio de grandes bloques de información. Por lo tanto, más datos se traducen en más y mejor alcance, en observar realidades que, aunque no son nuevas, antes estaban ocultas. Un estudio de McKinsey nos daba la evidencia: las empresas que apuestan por el uso del Big Data mejoran sus ingresos en un 126% respecto a sus competidores. Una ventaja sin precedentes.
Pero sin aprendizaje, sin entendimiento y sin una buena gestión de los datos, nos quedamos en la nada. Mucha data sin contexto, no nos lleva a ningún puerto. De la mano del Big Data, llega el nuevo contexto. El entender que los errores, ya no son errores, sino formas de aprender más rápido. En un mundo donde el dato es el rey, el aprendizaje debe llevarnos a otra dimensión.
Evidenciamos día tras día un crecimiento exponencial en los datos, pero para optimizar su uso, para sobrevivir, hay que capacitar al entorno para procesar tanta información. El Big Data nos impulsa a identificar las áreas de mejora, lo que funciona y lo que no, los nichos de oportunidad, los intereses de los usuarios. ¿Y para qué? Para estar preparados. Para anticiparnos. Para minimizar riesgos y multiplicar oportunidades. Siguiendo con el estudio que he mencionado, se estima que el 47% de las grandes empresas que apuesta por la inversión en gestión de datos como un eje muy importante dentro de la estrategia de innovación de las compañías.
Todo ello nos conduce hacia la perspectiva del aprendizaje automático: ordenar la información, extraer patrones y comportamientos y aprender de todos ellos para predicciones futuras. Comprender los cambios y entender los procesos, nos lleva a adaptarnos constantemente, con herramientas y recursos necesarios.
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Estos nuevos recursos persiguen nuevos focos, ya no solo importan los resultados que obtenemos, sino todo el aprendizaje que extraemos por el camino. Los resultados pueden fallar, el aprendizaje siempre es un éxito, sea cual sea el contexto.
Convertimos lo que antes era un aprendizaje mínimo, en algo global. En un aprendizaje continuo. Arrojamos luz a la información en cada paso que damos, en cada decisión que tomamos.
De la mano de los datos estamos ante la posibilidad de mejorar todos nuestros productos y servicios. A hacer más pruebas que nunca con más evidencias, con más información. Ahora, los inconvenientes que hace poco parecían impensables de resolver, que se convertían en grandes crisis, han encontrado la salida fácil.
Las organizaciones que incluyan la aceptación del error en su ADN y sepan contrarrestarla con la gestión de los datos, construirán una cultura de la innovación. Su ventaja competitiva será evidente. Las que no, seguirán en la cima de la burocracia, en la que la responsabilidad sigue cayendo en cascada, sin más vueltas.