EdTech: los retos que afronta la educación del futuro

EdTech: los retos que afronta la educación del futuro

Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) son en la actualidad una parte indispensable en la vida de las personas. Las usamos para trabajar, educarnos, divertirnos, socializar y más.  

Y es que, si bien existen algunas cuestiones sobre las que alertarse al realizar un uso excesivo de las mismas, es innegable que estas tecnologías traen grandes beneficios a nuestras vidas. 

Entre sus impactos positivos, se encuentra la capacidad de introducir una mejora significativa en los procesos educativos, lo que puede verse reflejado de diversas maneras: 

  • Flexibilidad. La conexión online permite acercar los recursos de manera más sencilla y ordenada, con la capacidad de poder organizar sus tareas dentro de campus virtuales y facilitando el estudio para quienes viven en zonas geográficas apartadas. 
  • Apoyo. Gracias a una vasta cantidad de creadores de contenido, los estudiantes que necesiten apoyo en tareas particulares pueden resolverlo en cuestión de minutos, o acceder a una clase de manera virtual. 
  • Colaboración. Pueden animar a que los estudiantes se expresen y relacionen de otra manera. 
  • Optimización del tiempo. Docentes y estudiantes pueden reducir el tiempo en que realizan sus actividades, ya que pueden ser más eficientes. 
  • Inmediatez. Se pueden buscar y entregar información de calidad de manera rápida y eficaz en tiempo real. 
  • Exploración. Las nuevas tecnologías permiten que los estudiantes satisfagan su interés de conocimientos investigando en profundidad tópicos que llamen su atención. 

Sin embargo, tal como mencionábamos, no se puede dejar de llamar la atención a algunos impactos negativos que puede traer aparejado el uso de dispositivos tecnológicos en una base diaria, tales como: 

  • Desinformación. Cuando los estudiantes consultan textos digitales confiando ciegamente en los resultados obtenidos por las páginas, pueden acceder a información errónea o confusa. 
  • Distracciones. El acceso fácil a dispositivos y sus ilimitadas posibilidades puede perjudicar la atención de los alumnos en los entornos de aprendizaje. 
  • Dependencia. Los alumnos pueden volverse dependientes de la tecnología y no poder resolver problemas de manera autónoma. 

Tras este balance, está claro que las TICs pueden favorecer la educación e impulsar el talento de los estudiantes, siempre y cuando los docentes guíen el aprendizaje y se informan sobre las mejores maneras de adaptarlo. 

El reto entonces deja de ser el de cubrir necesidades temporales traídas en el contexto del COVID-19, y comienza a ser el de abrir camino hacia la evolución, respondiendo a las realidades actuales y brindando un modelo de educación que responda a un mundo cada vez más digitalizado

Si los educadores buscan acercar la educación a cada rincón del mundo, los esfuerzos por adaptarse a la virtualidad deben ser mayores día a día. De esta manera, se puede comenzar a pensar en un rediseño radical de la enseñanza, que se encuentre preparado para absorber las nuevas tecnologías que existen y existirán en el futuro.  

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