El último del año
Faltan muy pocos días para que culmine el año, por lo cual, junto a los acostumbrados balances de logros y metas cumplidas, se viene una lista de deseos y nuevos objetivos para los próximos doce meses a estrenar. En esta columna Miel y Salmuera celebramos un año más de trabajo, batallando con la periodicidad en las entregas, además de las altas y bajas creativas, pero con el compromiso intacto de hacer de la escritura un modo de vida y un oficio en perfeccionamiento permanente.
Por más que la intente planificar, la ruta anual asume su propio rumbo y se torna sorpresiva y espontánea, por lo tanto, aunque en mis listas personales siempre quedan varias actividades por hacer que son agregadas para la siguiente temporada, voy sumando logros con el transcurrir del tiempo.
Un deseo fundamental para mí y mi familia es gozar de buena salud tanto física como mental, que nos brinde la tranquilidad y el bienestar suficientes para desarrollarnos en distintos aspectos y llevar a cabo nuestros propósitos. En estas fechas, las palabras de aliento y esperanza nunca sobran, siempre que se pronuncien desde la sinceridad.
Eduardo Galeano, referencia continua en el presente espacio, toma como epígrafe de su libro “Los hijos de los días” (2011) el siguiente texto de El génesis, según los mayas: "Y los días se echaron a caminar./ Y ellos, los días, nos hicieron./ Y así fuimos nacidos nosotros,/ los hijos de los días,/ los averiguadores,/ los buscadores de la vida". En definitiva, un año que inicia es una oportunidad para recorrer nuevos parajes, para hacernos y rehacernos en la vida diaria, buscarla y disfrutarla. ¡Feliz 2024!