EL AMOR DE Y POR UNA MADRE (SUEGRA)

EL AMOR DE Y POR UNA MADRE (SUEGRA)

En la búsqueda de la felicidad eterna he terminado en Argentina con 2 mujeres amadas, mi esposa y su madre. Siempre me he preguntado por qué las suegras gozaban en general de una reputación mala y negativa.

Dicen que ningún compañero es un partido suficientemente bueno para sus hijos y que son celosas e incluso mezquinas.

Nunca intenté "robar" a su hija, por el contrario la volví a ser una madre feliz a los 80 años y me mudé a Argentina, dejando a Bélgica atrás.

Desde el primer momento sentí un sentimiento especial por ella, un sentimiento que sólo un hijo puede tener hacia su madre.

Durante mi estancia en Bélgica la visité durante 2008 dos veces en Buenos Aires, tras haber sido hospitalizada por cirugía y neumonía.

Habiendo sido informada sólo un viernes por la noche de su hospitalización por neumonía, informé a mi trabajo por correo electrónico que no me presentara el próximo lunes, y tomó un vuelo de domingo a Buenos Aires.

Cuando despertó de su anestesia no podía creer lo que veía, me sonrió como si nadie me hubiera sonreído antes en mi vida. Ella sigue diciéndome una y otra vez que su recuperación fue gracias a mi presencia.

Mi esposa sigue diciéndome que estoy confiado con historias que ni siquiera había escuchado antes.

Caminar es difícil para ella, traje a un andador especial de Bélgica conmigo durante una de mis visitas. Los domingos nos pertenecen, sin excepción, uno lo pasamos en su casa, otro en la nuestra, un tercero espontáneamente en un restaurante, y no me gustaría tenerlo de otra manera.

Las vacaciones de verano lo pasamos con ella a nuestro lado en Argentina (ya no puede tomar un avión, demasiada molestia).

En varias ocasiones la llevo a visitas al médico, todos piensan que soy su hijo. Ella prepara (para mí) especialidades de comidas y postres armenios y dice que debería haber venido mucho antes para disfrutar de todas sus especialidades que ya no puede hacer.

Encontrar la fuerza para su sonrisa de bienvenida diaria, su voz amistosa y su presencia inestimable, (a pesar de todos sus dolores diarios sufridos), sólo puedo admirarla sin cesar, también me mantiene en marcha, y estoy agradeciendo al Señor por haberme mostrado el camino hacia a ella.

Regularmente me recuerda diciendo: "¡Tú has sido enviado por el SEÑOR para cuidarnos!!!". Sólo puedo decir con lágrimas en los ojos:  "Mamacita, tuve que esperar 60 años, por tener un Mami como tú en mi vida !!!", a la que responde:  "Tuve que esperar aún más (80 años) que tú, por tener un hijo como tú !!!"

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