El Cuento de la Vaquita
Hace muchos años, un sabio caminaba mientras daba su lección a su aprendiz.
Llegando a un asentamiento de apariencia muy pobre, el sabio le cuenta a su discípulo sobre la importancia de visitar y conocer la realidad de la gente, para aprender sobre su situación y, así, poder ayudarles en lo que fuera posible.
Al llegar a la casa de una familia muy carenciada, el sabio toca la puerta y ambos son invitados a pasar. Luego, la dueña de casa les invita a cenar y el sabio acepta.
Mientras comen, al ver la falta de oportunidades de trabajo en los alrededores, el invitado pregunta a sus anfitriones : "¿Cómo es posible que puedan mantener a su familia dadas las condiciones actuales?".
El dueño de casa respondió que tenían una vaquita que les daba leche. La mitad de la leche la cambiaban en el pueblo cercano por otros alimentos. La otra mitad, la utilizaban para consumo propio. De esa manera, era que sobrevivían sin pasar hambre, aunque sin mayores posibilidades de desarrollo.
El Sabio les aconseja fuertemente que al terminar la semana, sacrifiquen la vaca, intercambien su carne por productos no perecederos y el resto la consuman.
Al preguntar el dueño de casa cómo harían entonces para subsistir, el sabio les dijo "no se preocupen por eso. Solo hagan como les aconsejo y verán". Al finalizar la cena, los dueños de casa dijeron que confiarían en su sabiduría y que harían como les aconsejaba.
Un año después, el aprendiz decidió visitar a la familia nuevamente, atormentado por el remordimiento de no haber impedido que su tutor llevara a esa pobre familia hacia el desastre.
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Para su sorpresa, la familia se mostraba muy próspera. La casa estaba en muchísimas mejores condiciones. Habían conseguido una carreta, muchos animales y hasta habían logrado trabajar la tierra para su cultivo.
Al preguntar el aprendiz cómo era que habían podido conseguir crecer luego de sacrificar al único animal que los mantenía con vida, el dueño de casa respondió: "Cuando sacrificamos la vaquita, luego de que el Sabio nos lo aconsejara, nos vimos en la necesidad de hacer otras cosas y desarrollar otras habilidades que no sabíamos que teníamos para subsistir. Así alcanzamos el éxito que tus ojos vislumbran ahora".
Aunque lo parezca, esta no es otra lección a cerca de salir de la Zona de Confort. No se trata solo de animarse a dar un paso a lo desconocido en aras de crecer. Es mucho más que eso.
El cuento nos enseña que, para salir de esa Zona y no morir en el intento, es NECESARIO explorarse uno mismo. Aprender sobre las habilidades que tenemos y que desconocíamos, ponerlas en práctica y al servicio de una nueva actividad que, hasta ahora, no sabíamos que existía o que podíamos desarrollar. Ser consientes de que para obtener resultados diferentes, necesitamos de verdad hacer cosas diferentes.
De esa forma, no se trata de dar un salto al vacío. Se trata de animarse a cambiar el enfoque y, ¿Quién sabe? ¡A lo mejor, nuestra nueva vida podría incluso gustarnos! ¿O no?