La Vida es como un Carro en Viaje
Dejenme contarles una pequeña historia:
Hace unos años un joven cordobés llamado Pablo, se reveló contra lo cómodo y lo seguro de su ambiente y decidió tomar un camino diferente… el del deporte.
Lleno de ejemplos por todas partes que indicaban que la vida se trata de elegir una carrera, estudiar y ser profesional; sintió que no estaba listo aún para tomar ese camino y eligió uno alternativo: Decidió jugar rugby como un profesional.
Empezó a entrenarse, participó en dos mundiales juveniles representando a su país y jugó en primera división con el equipo del club de sus amores. Nadie podía decir que había tomado el camino equivocado. Tenía grandes destrezas.
Sin embargo, en ese andar sufrió varios contratiempos. Rápidamente se repuso de algunos y de otros, no tanto. Hasta que un día entendió que ese camino, no era el equivocado. Simplemente no lo llevaba a donde realmente quería llegar.
Así fue que frenó, se volvió sobre sus pasos, tomó otro rumbo, capitalizando todo lo que había aprendido hasta el momento.
Una vez más, el entorno le dijo: “estudiá, recibite lo más rápido que puedas y buscate un trabajo decente. Ya perdiste mucho tiempo”.
Pero el joven sentía que no estaba listo para que otros decidieran sobre su vida. Así que comenzó a estudiar mientras buscaba trabajo… y lo consiguió!
Varios años después, quizás algunos más de los que hubiera preferido, terminó sus estudios. Sin embargo, él ya no era un novato en busca de trabajo. Con su esfuerzo, su templanza y su fortaleza, logró abrirse camino y le confiaron la responsabilidad de gestionar el marketing de un grupo empresario de primer nivel a lo largo y ancho de nuestro país.
Ese joven, hoy es un poquito menos joven, pero joven al fin. Está apenas a 1/3 de camino y sin certezas de que éste lo lleve finalmente a donde quiere ir. Pero el sigue viviendo, sigue aprendiendo, sigue creciendo, sigue aportando.
La vida es como un carro en viaje. El camino tiene muchas alternativas. Uno puede elegir cualquiera de ellas y avanzar, frenarse, volver a la última bifurcación y tomar otro rumbo. Luego frenar de nuevo y volver a elegir otra alternativa. No hay reglas. No hay recetas. No es necesario llegar a un determinado lugar ni en un determinado tiempo.
El camino es el que uno elige. Y lo verdaderamente importante al final del viaje, no es el camino en sí, si no las experiencias recorridas… es decir, el contenido de ese carro.
Al menos esto fue lo que siempre me dijo mi padre. ¿O eso entendí yo que quería decirme? Como sea...
Al igual que ese joven, yo también tuve que andar y desandar muchos caminos. Lo hice en búsqueda del camino correcto que me llevase al destino esperado, sin recordar al parecer el consejo de mi padre. Sin entender realmente lo que estaba viviendo.
Hoy, al ver y reflexionar sobre el viaje de Pablo, pude mirar mi propio recorrido y entender lo que mi padre me dijo todos estos años.
El viaje se disfruta más si entendemos que es eso, "un viaje". Podemos fijarnos metas, destinos. Pero es imprescindible que aprendamos a disfrutar del camino y de las experiencias que éste nos presenta. Sin miedo a tener que frenar, devolverse y tomar otro rumbo.
Mientras tanto, hoy celebro con felicidad el momento del viaje en el que me encuentro, y destaco dos de los grandes valores que pregona Grupo Serin (donde me desempeño como líder del equipo de Contabilidad e Impuestos): la “Templanza y Fortaleza”.
Estos valores son claves para entender, como lo hizo Pablo, que el camino tiene sus curvas pero que solo se equivoca el que hace. Y que, en esos momentos, es necesario tener la cabeza fría y no perderse en la adversidad de la circunstancia.
Al final del viaje (y realmente espero estar aún muy lejos de ese punto) será increíble poder mirar atrás y atesorar por siempre toda esa experiencia.
¡Gracias Grupo Serin por recibirme de esta manera y por confiarme esta enorme responsabilidad!