EL DÍA DESPUÉS.

“Los que no estén a favor de la independencia, no son ciudadanos, son súbditos”, eso le espetaron a J.Borrell desde el Parlament. De esa forma, de un plumazo le quitaban su derecho de ciudadanía. Esto y mucho más nos contó el ex ministro en un encuentro en la Escuela de Ingenieros de caminos, canales y puertos de la calle Almagro en Madrid, junto con Manuel Campo Vidal, a propósito de la presentación de su libro “Escucha Catalunya. Escucha España”.

En el marco de esta época Trumpista en que muchos mantienen la actitud de ya sé que es mentira pero estoy de acuerdo contigo y te apoyo, nos dijo que en muchos lugares de Cataluña circulan encuestas en las que se pregunta qué querrían hacer con los 16.000 millones adicionales que tendrán tras la independencia. ¿En qué quiere que lo gastemos, en mobiliario civil, ayudas de educación, fuentes para su pueblo…? Está claro, afirmaba Borrell, que los independentistas han trabajado mucho y bien para convencer a gran parte de la población; que la labor de comunicar con la gente la hemos perdido por incomparecencia.

También se han encargado los independentistas de llamar continuamente a los medios internacionales para explicarles el tema a su modo o bien para alardear de apoyo externo. Por ejemplo, A. Mas dijo que había sido invitado por la Universidad de Oxford y lo que ocurrió en realidad es que le invitó una asociación de estudiantes catalanes que cursaban allí estudios. Es distinto.

Nos comentó que Pujol estaba al tanto de todo lo que se estaba fraguando desde el principio pero adoptó la cómoda e interesada postura de a la chita callando, ora al servicio del Estado, ora al de los catalanes, según le conviniera.

“Un sol poble”, esto que tanto repiten los secesionistas, no es la realidad, es lo que intentan aparentar. Pero, lamentablemente, la sociedad catalana está rajada; esa fractura social se aprecia en las familias, en los trabajos… y veremos cuánto tiempo llevará coserla tras el 1 de octubre. Más nos vale estar juntos, más allá de porque la Constitución lo diga.

J.Borrell y Campo Vidal aprovecharon este encuentro para mandar todo su apoyo a los alcaldes catalanes que están sometidos a una enorme presión. Pero que el presidente de un gobierno les diga a sus funcionarios que “tienen al Estado detrás” no sé si tranquiliza o asusta.

Se oye mucho eso de que ante el desafío del govern catalá, el estado se reserva la posibilidad de aplicar el artículo 155. Borrell piensa que ese artículo está sobrevalorado. Que sólo contempla que cuando una autonomía no cumpla alguna ley, el estado puede intervenir para hacerla cumplir pero no que por ello se disuelva la autonomía.

Afirmaba el ex presidente del Tribunal Constitucional, muy sensatamente, que hay que resolver los problemas reales y desvanecer los imaginarios. La cuestión de la legalidad del Referendum no es para darle más vueltas, mientras no se reforme la Constitución y se permita la autodeterminación de las partes, el Tribunal Constitucional deja claro que es ilegal. No es por mala voluntad ni cerrazón por parte de nadie. Es la ley. Esa reforma tendría que ser aprobada por toda España, incluida Cataluña.

Nos contó Josep B. que donde iba el de pequeño al colegio había una foto de Franco con un dedo en posición de advertencia y ponía “no hables catalán, habla la lengua del imperio”. Por tanto, allí no podía hablar la lengua que hablaba en casa. Duro, inolvidable pero no le traumatizó como a otros que forman hoy parte de los independentistas.

No sé si los que cumplimos años el 2 de octubre tendremos mucho ánimo para celebrarlo ya que, según decía Borrell, después del día uno, pase lo que pase, todo estará por hacer. Partiremos probablemente de una situación peor que ahora, pero todo estará por hacer.