El derecho a sentir tristeza. Por : Carolina Jaramillo R

Es muy común escuchar y decir: “No esté triste”, “Estar triste enferma”, “Sentir tristeza es de débiles”, “Sentir tristeza implica no ser agradecido por lo que se tiene”, “No llore, no esté triste”. Estos son algunos ejemplos de lo que se ha aprendido culturalmente sobre una emoción tan importante como es la tristeza.

Después de varios meses de confinamiento, aislamiento social, cambios laborales, cambios de roles a nivel familiar, el estar pasando por momentos de pérdidas de tipo afectivo y  económicos, sentir miedo al contagio del Covid 19,  entre otros, puede aparecer una de las emociones que más nos puede enseñar, una emoción primaria que se activa desde nuestro cerebro  para nuestra supervivencia, que es la tristeza.

Sentir tristeza no es estar deprimido, por eso quiero hablar sobre esta importante emoción. Como gestionamos, vivimos o manejamos nuestras emociones, como la tristeza, tiene que ver con el aprendizaje o imitación de aquellas personas que nos cuidaron o aquellas que han sido un referente en nuestras vidas; tendemos a imitar sin darnos cuenta.

El manejo de la tristeza también depende de experiencias y de nuevas situaciones como las que vivimos actualmente, enunciadas al principio de este escrito. Pasamos además por  un momento donde se idealiza o se quiere  ser un  “súper humano” que siempre muestra felicidad, éxito, exceso de algo o perfección, que constantemente podemos ver en las redes sociales y que el cerebro asume como verdad absoluta cuando no hay análisis o reflexión. En este contexto la tristeza no se permite, no está bien vista y en muchas ocasiones se disfraza.

El cerebro concluye rápidamente aunque la información que le llegue sea falsa. Siempre hay que ayudar a verificar y analizar. Tendemos a sacar conclusiones que determinan nuestra visión del mundo, nuestros sentimientos y nuestros comportamientos, solo por lo que vemos.

La tristeza es una señal que permite dar aviso a otros de que necesitamos ayuda, ser escuchados o que necesitamos protección. La tristeza se siente en el en el cuerpo, a través de un vacío en el estómago, en las palpitaciones del corazón, en la dificultad al respirar, entre otros y se siente la gran necesidad de llorar, lo cual no hace daño. Llorar ayuda a liberar algo que nos oprime y poder decir “siento tristeza”, libera.

Enseñemos a los niños a expresar esta emoción y aprendamos como adultos a nombrarla cuando identificamos que la están sintiendo, debemos permitirles que la reconozcan sin dar juicios de valor, sin regañar; Propiciar un espacio para hablar de esto los puede proteger de desarrollar una depresión, ya que están teniendo la posibilidad de hablar de aquellas cosas que les duele. El papel del adulto es escuchar y buscar con ellos opciones para resolver aquello que les genera tristeza sin minimizar esos eventos. Las emociones se manifiestan en el cuerpo mientras que la mente está procesando información que ha sido difícil asimilar. Fingir las emociones y no aceptarlas genera sufrimiento y un enorme costo en la salud, como si tuvieras una fractura o apendicitis y simplemente trataras de aguantar el dolor.

La tristeza entonces, nos enseña varias cosas:

1.Posiblemente se está viviendo una pérdida que requiere de un tiempo indeterminado para ser aceptada y comprendida ante el vacío que se puede sentir y existe el derecho a llorar y expresar lo que se siente. Esto lo llamamos duelo. La tristeza ayuda a la mente y al cerebro a procesar nueva información que puede ser generada por una pérdida por muerte, por un cambio importante, una separación o situación de salud que requerirá de nuevas habilidades y nuevos    comportamientos, entre otras. La tristeza, en estos casos, cuando simplemente se acepta, se reconoce, se expresa y no se juzga, se inicia un proceso de reflexión y de cambios de conceptos rígidos que se tenían para dar vía a unos nuevos. La tristeza implica mayor quietud y genera la posibilidad de estar en contacto con nuestros pensamientos, que son los potenciadores de nuevas e importantes decisiones. Vigilar y tomar conciencia de cómo nos hablamos y cómo vemos y percibimos la vida, es esencial para no pasar de un estado de tristeza a un estado depresivo, debido a la autocrítica negativa constante, la cual debemos parar y remplazar por pensamientos que nos motiven .

2.    La tristeza nos permite tomar conciencia de que existen pérdidas que podemos y necesitamos recuperar, como la confianza y el valor de sí mismo y hacer aquellas cosas que han sido importantes en nuestras vidas y que ya no las hacemos, como retomar una actividad o un hobbie que generaban una importante gratificación o intentar hacer algo nuevo.

La tristeza también nos lleva  a volver a tener contacto con personas que han sido vitales en nuestras vidas aunque sea por medio de una llamada, un mensaje escrito  o carta; Escribir ayuda al manejo de la tristeza, porque libera espacio en el cerebro al expresar lo que se siente, lo que se piensa y adicionalmente se le puede dar fin por medio de la construcción de nuevas palabras a algo que no se ha cerrado en nuestras vidas o que genera culpa, rabia o dejó un vacío.

3.    La tristeza, enseña a que debemos “Soltar” y renunciar a situaciones, lugares, personas y secretos que generan, rencor,  culpa o vergüenza, pensamientos negativos y autolesivos, responsabilidades  o cosas que se han convertido en una “carga pesada”. Implica además respetar las decisiones de los demás y entender que no tenemos control sobre todas las situaciones.

Sólo controlamos lo que depende de nosotros, como nuestros pensamientos, decisiones, el uso del tiempo, el cuidado de sí mismo, el dormir, comer, nuestras actitudes o comportamientos. La tristeza nos recuerda que tenemos límites y hasta donde podemos llegar a nivel laboral, familiar, afectivo o económico, entre otros. La tristeza nos ayuda a recordar que tenemos unos valores o habilidades que posiblemente están siendo opacados por prioridades que tal vez nos hacen daño porque perdimos el norte de nuestra esencia y que posiblemente descuidamos por agradar a los demás, por miedo al rechazo, por miedo al fracaso, o porque simplemente pensamos que no somos capaces de hacer algo sin haberlo intentado. La tristeza nos dice muchas veces, que estamos fatigados, nos enseña que debemos comer mejor, descansar y dormir adecuadamente.

4.    La voz interna siempre está presente y aprender a detectar cuales son los pensamientos que generan tristeza es básico. NO SIEMPRE LO QUE PENSAMOS ES CIERTO O VA A OCURRIR. Culturalmente existe una importante tendencia a la autocrítica constante, a pensar que los errores son malos, que no está bien equivocarse y que si se comete un error, habrá castigo. Esta situación desata terribles consecuencias a nivel emocional.

Los errores siempre existirán en nuestras vidas y no siempre tendrán que ser una señal de que somos malas personas. Los errores nos dan la oportunidad de aprender.

5. La tristeza despierta una gran sensibilidad, nos blinda de hacerle daños a otros,  permite entender el dolor propio y el de los demás y esto da la posibilidad de ayudarnos y  ayudar a quienes nos necesitan en momentos difíciles. La tristeza permite recuperar la memoria de momentos importantes y esenciales de la vida, flexibilizar nuestros pensamientos rígidos, cambiar posibles costumbres o hábitos que pueden ser modificados porque ya no están cumpliendo la función adecuada en nuestro presente. La flexibilidad implica también ver la vida desde muchos puntos de vista y entender que esta tiene muchos mundos, muchas verdades, muchos caminos  y diferencias que tienen un gran valor.

La tristeza permite salir del egoísmo porque nuestras verdades y nuestras necesidades, no son las únicas, ni estamos por encima de nadie. 

Perder el miedo a la tristeza es abrir la posibilidad de liberar cargas, hablar, expresarse con la persona adecuada sin quejarse o victimizarse, tomar decisiones, actuar y aceptar una realidad para hacer cambios y posiblemente hacer un pare frente a algo que está  siendo injusto. Esto puede prevenir el inicio de una depresión.

Es importante consultar cuando aparecen los siguientes síntomas por más de dos semanas:

1. Sensación constante de un vacío, tristeza e irritabilidad y pérdida de la esperanza. Actitudes que llaman la atención de los demás.

2. Disminución del interés por casi todas las actividades la mayor parte del día.

3. Pérdida o aumento importante de peso.

4. Agitación o enlentecimiento la mayor parte del tiempo.

5. Fatiga o pérdida de energía la mayor parte del tiempo.

6. Sentimientos de inutilidad o culpabilidad.

7. Disminución de la capacidad para pensar.

8. Pensamiento de muerte recurrente.

9. Plan de muerte.

10. Aislamiento social, laboral y familiar.


Carolina Jaramillo R

Psicóloga clínica 


Juan Pablo Soto Araque

Productor Ejecutivo | Creativo | Director de Proyectos | Experto en Producción Audiovisual | Presupuestos y Liderazgo de Equipos | Cine | Análisis de riesgo | Stop Motion | Política | Economía | Marketing | Finanzas

3 años

Que buen conytenido Carolina y mas ahora donde tenemos que hacer un llamado para que todos nos comprometamos con la salud mental, las personas dan por sentado el tema emocional y hay unos estigmas y miedos que no generar comprender la importancia de la salud mental y creen que esto es un tema de personas desequilibradas y que son agenas a esto y nunca les va pasar. La tristeza el miedo en general no expresar las emociones en un mundo competitivo que me repetía continuamente que debía ser fuerte, que los débiles no lloran, que no puedo mostrar vulnerabilidad, ect... me llevo a años y años de retener y aguantar hasta que un día mi cuerpo fue el que dijo no más y he tenido que pasar por estados de ansiedad enormes, doy gracias por la experiencia porque estoy aprendiendo a manejar y controlar mis emociones de manera sostenible y resiliente y que he salido adelante, pero puede evitar mucho dolor si hubiera tenido consciencia y esto le puede pasar a cualquiera, mientras se logra aprender y gestionar se pasa por mucho dolor innecesario, por eso apoyo y me sumo a campañas y llamados a trabajar en la salud mental como eje fundamental de la atención, he recibido maravillosa ayuda y es necesaria en sociedades como la nuestras.

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