El desafío de América Latina para reducir las tasas de interés

El desafío de América Latina para reducir las tasas de interés

En 2021 cuando la inflación mundial comenzó a incrementarse, los bancos centrales de América Latina y el Caribe actuaron con rapidez mediante las subidas de las tasas de interés, con la intención de combatir el aumento generalizado en los precios.

Por estos días, en la mayoría de los países los indicadores muestran una tendencia a la moderación de los precios, como es el caso de Colombia que, según datos del DANE, experimentó una inflación anual de 7,16% en abril de 2024 frente al 12,82% registrado el mismo mes del año anterior.

Habiendo moderado la inflación en gran medida, ahora los bancos centrales enfrentan una enorme presión para bajar las tasas de interés a fin de fomentar el crecimiento económico y aliviar la carga del servicio de la deuda. Pero hacerlo demasiado rápido conlleva riesgos significativos que podrían desestabilizar los recientes avances en estabilidad económica.

Al respecto el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) señala que el problema es que con una inflación en Estados Unidos del 3,5% en marzo de 2024, las tasas de interés en ese país pueden mantenerse altas durante más tiempo, lo que significa que es poco probable que la FED acompañe a los bancos centrales de América Latina y el Caribe en la baja de tasas de interés, lo cual implica que los diferenciales de las tasas de interés frente a EE. UU. se reducirán.

Esto supone un desafío significativo para la política monetaria de Latinoamérica. Cuando las tasas de interés de los mercados emergentes bajan a un ritmo diferente que las del mundo desarrollado, esos mercados emergentes pueden enfrentarse a salidas de capital. Los inversores están en constante búsqueda de mayor rentabilidad, y una reducción de los diferenciales de las tasas de interés puede hacer que los activos locales resulten menos atractivos que los de otras regiones.

Otro punto que resalta el BID es que la depreciación del tipo de cambio suele vincularse con las salidas de capital. Si los mercados perciben que la depreciación del tipo de cambio supone un mayor riesgo para la sostenibilidad de la deuda, eso podría exacerbar una salida, sobre todo en aquellos países que han aumentado sus niveles de deuda tras la pandemia, y que tienen más dolarizados sus pasivos.

En esta instancia no queda claro cuál será el nivel de sensibilidad de los flujos de capital a la baja de tasas de interés en América Latina y el Caribe. Sin embargo, un artículo del Banco de Pagos Internacionales (BIS) sugiere que los diferenciales de las tasas de interés en la región tienen una gran influencia sobre los flujos de capital en riesgo.

Esto implica que una gran reducción de estos diferenciales podría tener un impacto importante sobre las salidas de capital. Además, la depreciación también podría ser considerable y, dependiendo del grado de transmisión de los tipos de cambio a los precios domésticos, la inflación podría volverse de nuevo una piedra en el zapato para los bancos centrales.

 

Velocidad de las reducciones de tasas

Los bancos centrales de América Latina y el Caribe se enfrentan así a la disyuntiva de si deben reducir las tasas de interés de política con rapidez (como lo exigen muchos ministerios de hacienda) o a un ritmo más lento. Parte de esta pregunta puede responderse examinando la imagen especular, es decir, el comportamiento de los flujos de capital y los tipos de cambio durante la fase de endurecimiento monetario de la región, cuando los diferenciales de las tasas de interés aumentaron drásticamente con respecto a Estados Unidos.

Estimaciones recientes sugieren que durante este ciclo se produjeron grandes entradas de capital y una gran apreciación del tipo de cambio. De hecho, la correlación entre los flujos de capital y los tipos de cambio fue considerable durante este episodio, llegando a -0,742 en algunos países.

El BID resalta que la gran apreciación de los tipos de cambio afectó especialmente a muchas economías de la región con objetivos de inflación: de pico a valle, los tipos de cambio se revalorizaron un 24% en Costa Rica, un 23,1% en Colombia, un 19,3% en México, un 18,6% en Chile y un 15,4% en Uruguay. Esta apreciación contribuyó en parte a contener la inflación. Pero al reducirse los diferenciales de las tasas de interés, puede entrar en juego la dinámica contraria.

Otro elemento para tener en cuenta es la magnitud de las reducciones de tasas de interés necesarias durante esta fase de relajación del ciclo monetario. Las tasas de política monetaria alcanzaron máximos de 13,75% en Brasil, 13,25% en Colombia y de 11,25% en Chile, por citar sólo algunos países, muy por encima de los niveles anteriores a la crisis.

Si se toma como punto de referencia las tasas de interés de política anteriores a la crisis del COVID 19, que los bancos centrales podrían querer retomar, la magnitud de los recortes potenciales en relación con sus picos de tasa de interés podría alcanzar 950 puntos básicos (pb) en Chile, 925 pb en Brasil y 900 pb en Colombia.

Hubo recortes agresivos en el pasado que desafiaron las expectativas del mercado, pero partieron de niveles mucho más bajos. La magnitud de los recortes de tasas de interés podría ser mucho mayor esta vez, y habría mucho más en juego en términos de efectos potenciales sobre los flujos de capital y la depreciación del tipo de cambio.

Según la entidad, ante estos desafíos, es probable que los bancos centrales adopten un enfoque prudente, reduciendo gradualmente las tasas mientras vigilan de cerca su impacto económico. Hasta ahora, la relajación monetaria ha tenido éxito, sin grandes perturbaciones en los flujos de capital.

Pero hay que vigilar de cerca los periodos de grandes fluctuaciones en los diferenciales de las tasas de interés cuando los ciclos no están necesariamente coordinados con los de los mercados desarrollados, ya que pueden provocar turbulencias financieras, o incluso paradas súbitas en los flujos de capital.

Políticas fiscales que acompañen

Los riesgos distan mucho de ser desdeñables. Dos de los principales factores que influyen en la probabilidad de una parada súbita (los déficits de cuenta corriente y los déficits fiscales globales) siguen siendo mayores para el país promedio en América Latina y el Caribe que los observados en vísperas de crisis anteriores, como la Gran Recesión de 2008 o la crisis del COVID-19 de 2020. Como consecuencia, aumenta el riesgo de turbulencias financieras en la región.

Las reservas internacionales como porcentaje del PIB son más abundantes que justo antes de la Gran Recesión, pero son menores que en vísperas de la crisis del coronavirus. Además, esta vez es poco probable que EE. UU. emprenda una rápida relajación monetaria si el problema surge en los mercados emergentes. Eso significa que puede no haber un prestamista de última instancia disponible, como fue el caso durante la crisis sanitaria.

Dadas estas preocupaciones, el BID resalta que las políticas fiscales que acompañen este ciclo podrían ser cruciales. Marcos fiscales sólidos, así como continuos esfuerzos de consolidación fiscal pueden reducir el riesgo país. Pueden proporcionar la estabilidad necesaria a medida que bajan las tasas de interés.

La región ha hecho un buen trabajo en la reducción de los déficits primarios que, en promedio, se situaban en el 4,8% del PIB en 2020. Estos se han equilibrado en gran medida, pero el aumento de los pagos de intereses ha mantenido los déficits globales en torno al 3% del PIB, un nivel similar al inmediatamente anterior a la pandemia.

La entidad concluye que bajar las tasas de interés en América Latina y el Caribe es una empresa compleja pero necesaria. Por ello, podría resultar esencial un enfoque equilibrado y prudente, acompañado de políticas fiscales sólidas, para poder caminar por esta cuerda floja monetaria sin necesidad de sacrificar los avances que tanto ha costado conseguir en materia de estabilidad económica.

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