El dilema de la complejidad
Existen momentos en donde cuesta entender que no todo es simple y a veces cuando algo nos resulta complejo quizá haya cierta tendencia a dejarlo de lado fácilmente (la ley del menor esfuerzo le llaman, característica humana, tan real como la socialización).
Hoy quiero compartirles una pequeña aventura virtual de 8 semanas sobre Management 3.0, donde confirmé que no puedo cambiar a las personas, tampoco puedo gestionarlas, menos empoderarlas. Descubrí que los procesos se mejoran, pero estos deben a las personas; que ser líder tiene un grado de complejidad importante, pero que además no es una ciencia administrativa sino un arte.
Entonces, ¿Qué cosa sí puedo hacer? Muchas. Resumo algunas y si me lo permito iré incorporando otras próximamente.
Un líder es un facilitador dentro de un mundo empresarial en constantes cambios, hoy tocados por la agilidad, que significa el reto más grande de las organizaciones en estos tiempos, la transformación digital y cultural resulta absolutamente necesaria (sin cultura, ningún sistema podrá ser exitoso).
“La única definición de líder es alguien que tiene seguidores”. Peter Drucker
Y es cierto, pero sin olvidar que esos seguidores lo son porque conversan en un punto en común llamado propósito. Y el propósito no es más que eso que amas hacer, que te pagan por hacerlo y aún así no te pagaran lo harías porque es tu razón de ser en este mundo (algunos le llaman tu “why”).
Me pregunté varios días por qué no puedo gestionar a las personas y hallé la respuesta en una de las clases, en sencillo: porque las personas tienen un valor infinito, por eso no pueden gerenciarse merecen ser lideradas.
Y, ahí viene el lado complejo del asunto. Un líder no se carga con todo el trabajo y recibe las felicitaciones, un líder tiene como meta máxima la confianza del equipo, un líder potencia más (coloca retos), entrena más (enseña), implica más (confía), pregunta más (comunica) y asume menos, escucha más y habla menos (esto último es complejo). Alguien en la clase dijo que a veces escuchamos para responder y no para entender; tan cierto. Todo se resume en: un líder debe saber que esté donde esté, está para servir.
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Y claro, difícil de creer luego de pasar por el Management 1.0 tipo fábrica del “no pienses solo hazlo” al Management 2.0 de las recompensas donde “las personas son valiosas pero las jerarquías se mantienen” y llegar al Management 3.0 donde la cadena de valor es lo más relevante, donde avanzar no depende de un número sino de un propósito alineado y compartido por todo el equipo.
El Management 3.0 es una forma de ver a las organizaciones como sistemas adaptativos complejos, donde las personas que conforman un sistema muestran comportamientos complejos mientras se adaptan en un entorno cambiante. Y esto es lo que nos pasa a diario y debemos aprender a identificar.
Las nuevas formas de liderazgo implican experimentar más, reconocer que el estado futuro deseado es hoy y el análisis de la realidad es el entorno que percibimos y no una descripción fidedigna de la realidad tallada en piedra. Hablamos de flexibilidad, empatía e incertidumbre como ingredientes de una receta que debe ser el pan de cada día.
Hoy los líderes serán los mejores investigadores, promotores de visión y expertos comunicadores que pretenden compartir su lectura de la situación. Sabrán identificar los motivadores específicos de cada persona para generar espacios que permitan su crecimiento, aún si la posibilidad de éxito no es alta. Sabrán detener el ego y tener como aliado a la humildad, demostrarán que lo que predican funciona y en señal de sabiduría pondrán en práctica el conocimiento.
Realmente además de la complejidad es un dilema: empezar, mantenerse y continuar. Sin embargo, un líder persiste porque tiene claro su propósito.
"Los líderes comen al final". Simon Sinek
Otros conceptos, como: compromiso, motivación, agilidad, liderazgo situacional, habilidad, responsabilidad, entre otros que deseo comentar en un próximo artículo.